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martes, 13 de noviembre de 2012

ANDREW BIRD 12/11/2012 Sala Apolo 1




En estos precisos instantes debería estar ya escribiendo de una maldita vez sobre la última Playlist de este año. Sin embargo , el placer de posponer se ha convertido en un tentador hábito del que sacar réditos en pro de la libertad de maniobra.
Así hoy , un día de esos en los que los tímidos rayos de sol no se atreven a plantar cara a este definitivo frío invernal  que te cala de fuera hacia dentro: Me hallo acurrucado ante el ordenador intentando balbucear , que es lo que fue de la segunda visita de nuestro protagonista ANDREW BIRD. Una ocasión inmejorable para profundizar en el discurso de este frágil Americano de Illinois.

Nos dimos cita esta vez en los aledaños de la sala Apolo cuatro comensales que compartimos tajada , pero que pocas son las veces las que hemos hecho de un evento y posterior cerveza-debate; una verdadera mesa redonda donde destapar todas nuestras diferencias , para confluir en un único punto: Que maravillosa es la música , y cuantas son las reflexiones que te llevan al primer punto.
Se derramaron las cervezas tras el concierto , alargando la noche hasta la 1:00 de la madrugada; algo que echaba tanto de menos , entendiendo por el “echo de menos” el hablar con desenfreno de aquellas cosas que te rondan la cabeza y que ¿para que las quiere uno , si no para compartirlas? Y es que a estas alturas de la vida parece casi incompatible disfrutar de un concierto o festival con atención y dedicación , y comentar los diferentes puntos de vista si no es que se pone de por medio unas mesas y unas cervecitas.
Saltaron a la palestra cosas tan dispares como: El sexapil de Andrew , Mike Oldfield , Bob Dylan , The Smiths , Maika Makowsky , Nick Cave , Neil Young , Beach House , Cocteau Twins , Beirut y hasta aquellos maravillosos carteles del BAM de antaño. Peligroso si se tiene en cuenta las muchas historias de abuelo Cebolleta que me pueden venir a la memoria , como aquel que cuenta batallitas de la época en la que se rebobinaban los cassettes con el boli Bic.


Atticus ,  JhHulme & Wanessa , allí los cuatro atrincherados en aquel preciso rincón socorrido donde se acomodan los que huyen del tumulto de las primeras líneas de combate , con más perspectiva si cabe; para eso creo yo que se diseñaron los anfiteatros de la Sala Apolo , para eso o para tener bien a mano la barra del bar.
En cualquier caso y ya metiéndonos en faena , que la semana apremia. Para la sorpresa de uno que como yo , acudió a la llamada de Andrew empujado por mi reciente descubrimiento; a propósito de su último disco en verdad “Break it Yourself/ Bella Union Records” , (no contamos con “Hands of Glory” por ser un disco de versiones un tanto particular). La mítica sala Apolo para las 8 y poco ya acumulaba una concurrencia respetable , teniendo en cuenta que Andrew Bird es un autor un tanto particular , que se halla en la difícil tesitura de aquel que intenta poner paz en una bronca callejera: Folk , Pop , Barroquismo , Raíz , Swing , y si me apuran algo de indietrónica , que se enzarzan a veces en una discusión sin sentido. Pero el bueno de Andrew Bird se encarga no se sabe bien como ¿o sí? , de ponerlos de acuerdo.



Así lleva más de 15 años. Desde aquellos inicios académicos y su posterior periodo en prácticas con Squirrel Nut Zippers. Donde proyectó sus inquietudes musicales como una especie de búsqueda de las conexiones intangibles de la música de ráiz Americana y Europea. Hasta la presente; Andrew ya parece cumplir su propósito en el mismo instante en que rompe con la imagen de músico al uso: Nos lo podríamos encontrar sentado en un viejo café de Lisboa , libro en mano , con una humeante taza de café y con su cara de buena persona , pero no sobre un escenario; o quizás más como un extraño personaje de Doctor en Alaska.
Por suerte los estereotipos y los tópicos que tan bien impregnan esta compleja tarea de la crítica musical , no están si no para derrumbarlos. Y que suerte ¿no? , Andrew Bird además de hacer honor a su apellido como si de un ruiseñor se tratase; una vez sobre el escenario y arropado por los magníficos compañeros de viaje que lo acompañan , rompe deliciosamente con todo aquello que hemos presentido en sus discos.



Andrew Bird es por así decirlo , una especie digna de ver en su hábitat natural , el escenario , como si éste hiciera de bosque donde estudiar la ornitología. Es allí donde se van al traste las limitaciones o dudas que uno pueda tener al escuchar sus discos , y donde demuestra su verdadera destreza a la hora de interpretar de manera tan personal su repertorio. Jugando con el sampleado y solapando capa tras capa: Violín , cuerdas , percusiones , guitarras , xylófono , silbidos , voces... tejiendo en definitiva unas sonoridades difíciles de apreciar en sus discos , y certificando su particular forma de construir sus canciones con ese metrónomo que parecen haberle instalado en su interior.
Llegados a este punto en el que uno se queda absorto al ver como van creciendo y mutando sus canciones sobre el escenario. El repertorio resulta hasta cierto punto intrascendente , incluso la forma tan académica que en ocasiones demanda una pizca de calidez o desenfado como único inconveniente; puesto que Andrew nos ha acomodado tan plácidamente , que a uno solo le queda como única alternativa , dejarse llevar.


El preámbulo del concierto , con él a solas sobre el escenario abriendo boca con dos viejas miniaturas de sus anteriores trabajos: “Hole in the Ocean floor” y “Why”. Dieron paso al resto de la banda , para empezar a desgranar alunas de las canciones que seguramente facilitaron la gran afluencia de público a la sala Apolo , teniendo en cuenta el lastre del indignante 20% de Iva que han de soportar las entradas de los espectáculos en nuestro país , ¡gracias Sr. Rajoy!
Desperation Breeds” y “Danse Caribe” , hasta que con “Effigy” se fue al traste el sample de pié: Herramienta indispensable culpable en parte de que Andrew multiplique por 5 su valioso violín sobre el escenario. En realidad tampoco fue un verdadero inconveniente el incidente en cuestión , como si aquello invitara a exigir al artista su dote para adaptarse a las circunstancias.
Porque cambiaron espontáneamente el formato más eléctrico para pasar a uno acústico: Escobillas , contrabajo , violín y guitarra acústica. Algo que hizo en varias ocasiones y que logró impregnar la sala con ese aroma de Bluegrass y Folk callejero que tan bien conecta con el público: “Orpheo looks back” , “Give it away” , “Railroad Bill” , “If i need you” , o “When takes helicopter comes” versionando a Handsome Family.
Fueron llegando algunas de las más esperadas: “Eyeoneye” , “Three white Horses” , “Imitosis” que tanto me recuerda a Sting , “Plasticies” o “Fiery Crash” al borde de la despedida. Con el público totalmente entregado y abstraído de los inconvenientes técnicos que fueron sorteando. De su facilidad de reinventar las canciones o de improvisar los numerosos guiños al error; como un detalle más que hace grande a la música en directo y al género del Folk , siendo ellas el máximo exponente en la música callejera y de raíz. Y sobretodo aglutinando en más de dos horas largas de concierto , todo aquello que es Andrew Bird y que va mucho más allá de lo que viene escribiendo la crítica sobre sus discos: En realidad su música abarca aspectos muy distintos en su longeva carrera , que dan para comprobar como el Folk , el Pop e incluso sus cimientos apoyados en la música de cámara son capaces de cambiar un paisaje en constante progresión , sin sonar estrictamente a ninguno de los géneros con los que experimenta.
Atrayendo a un público muy diverso y poniendo tierra de por medio entre el pastiche “indie” y la música que por suerte no se encadena a ningún tipo de tendencia. Y con la inestimable ayuda de su banda sin la cual podría llevar a cabo su maravillosa puesta en escena: Martin Dosh: Percusiones , samples y teclados , Jeremy Ilvisaker: guitarras y coros , y Mike Lewis: bajo , contrabajo y voces.

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