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martes, 21 de abril de 2015

CONCIERTOS & POLVOS MÁGICOS “LA JODIENDA NO TIENE ENMIENDA”



Abril, que bonito y lindo abril. Yo nací en el mes de abril amigos, sí poca broma. Y debe ser por eso, que cuando se acerca este mes ahí estratégico él, después de un arranque de año con el abstemio ayuno que posterga Febrero y Marzo. Pues eso, para que engañarnos, uno se crea expectativas. Espera que ahí se concentre la alegría y la felicidad, la explosión de colores y el radiante sol proyectando en el ventanal. Ese rayo descompuesto en mil colores, o que la mota de polvo haga cling en tu mejilla; todo perfecto, sí como en las pelis.
Las manos ociosas vuelan a una velocidad mayor que la mente, que tropieza. Se hacen encajes de bolillos, tiran líneas y marcan las casillas del calendario charranquero: Ahora tiro la piedra, que voy y salto, que soplo la tormenta de polvo pináceo que cubre cualquier superficie horizontal; y sigo... Y es que pese a que siempre o casi, hay un algo que intenta sodomizar nuestros planes absolutos por pasiva o por activa, imposible no sucumbir al azote Primaveral. La naturaleza está cachonda amigos, es así. Y nosotros pobrecicos míos, ahí andamos, debatiendo entre toboganes hormonales, encantamientos y ebulliciones plasmáticas. Es así, LA JODIENDA NO TIENE ENMIENDA, tanto si somos de los que cupulamos conciertos como conejos o si es el destino el que nos pone mirando -en este caso hacia Teruel.

De momento, y haciendo las cuentas casi de cabeza, ya me han jodido el concierto del 29 de MORRISSEY; tonto de mi que creía que venía a verme por mi cumpleaños... En vista de que el trabajo me envía a tierras Turolenses. Cuanto más miro la última quincena de Abril, más son los conciertos que veo me perderé.
Este multiorgásmico mes es lo más parecido a las bacanales romanas. Si es que son las aguas y nieves mil de este invierno, las que han puesto a la naturaleza perraca, y a las pruebas me remito:
TWILIGHT SAD en Barcelona y Madrid. JAYHAWKS haciendo la ruta gastronómica por las Españas; estos no me los pierdo si así se hunda el mundo!!. MORRYSSEY que se ha empeñado en fenecer sobre un escenario. THE JAZZ BUTCHER conspirando en el 16 toneladas de Valencia para desgracia mía (concierto recomendado para cualquier mortal que así se considere). O el kilométrico reencuentro que con el que nos deleitaran LUNA, en una gira diez años después que los traerá en la segunda quincena por 14 ciudades.
Y para rematar, ROBYN HITCHCOCK de vuelta por casa dando lecciones de sabiduría musical por Cádiz, Valencia, Madrid y Barcelona. Eso sin contar con los que ya colgó nuestro colega Johnny en su estación espacial (Willie Nile, Wilco Johson o The Godfathers). Hala, ya se puede uno rajar las venas en canal.


De momento, y a la espera que un rayo Tesla cambie el curso de los acontecimientos; la esperanza es lo último que se pierde no?. Yo por si las moscas, ya puedo dormir como un bendito, ya sabéis: echando párpados abajo como estores, flotando a la deriva y soñando con los ecos todavía recientes de los setlive de Twilight Sad y The Jayhawks. Lo que se dice pájaro en mano, vaya.


THE TWILIGHT SAD/ Sala Be Cool (Barcelona) 13/04/2015

Este pasado Lunes empezamos fuerte, y fueron los Escoceses con su cuarto álbum en siete años de carrera. Los que se presentaron por primera vez en escrupulosa gira; sin contar su visita del pasado Primavera Sound.
Lo hicieron en la sala Be Cool como enésimo obstáculo ya, desde que hace de esto cinco años descubriera, a lo que supone: Una de las pocas bandas de la actualidad con la mirada puesta en el postpunk de los 80, capaces de seducirme sin tener por ello que rememorarme a psicofonías del pasado. Vamos, hablando sin ambages. Quizás los únicos que han logrado tributar sin pasar el arroz, evolucionar sin desbravarse y mantenerse ahí, en un segundo plano fieles a su sonido, con una de las trayectorias más humildes y honestas, de todo ese refrito revival que tanto acaba por empacharme.
Sus dos últimos trabajos han conseguido permanecer en constante ascenso, como algunos top10 de consecutivos años. Y si tuviese que hacer recuento de todas las bandas que han avivado mi llamita del Rock oscuro y mis años mozos, no son más de 4 o 5 en las que albergo algo de excitante esperanza. Twilight Sad son uno de ellos. Sus discos no intentan vender su alma al diablo para captar adeptos, sobre el escenario viven el acto del directo de manera magistralmente generosa. Y lo hacen en manos de su lider -James Grahan- de una forma tan inocente e impulsiva, que convencen.

Más todavía cuando ese Lunes 13 de Abril, tenía todas las pintas de un mal sueño fruto de un maleficio: Casi confundo el día, también la sala, y mi medio de transporte se empeñó en sabotear mi chakra. Pero amigos míos, cuanto más se tuercen y retuercen las cosas, cuando estás apunto de arrojar la toalla y clamas al cielo – dios mio!! porqué a mi!! Más satisfactorio es salir a flote, y saborear esa pequeña concesión del destino, esa pequeña victoria.
Al igual que la poco agradecida carrera de estos muchachos de la Escocia profunda. Cuantos más obstáculos y sinsabores, más gratificantes son las recompensas. La sala no ayudó. Una Be Cool que intenta revivir ese pedigrí noventero de las viejas y eclécticas salas de la zona alta de Barcelona (Starlets, Standard...) Que aunque no se llenó ni mucho menos, acabó asfixiando las posibilidades de la banda: Un escenario al mismo nivel casi de la platea, poca visibilidad, el techo del escenario que parecía querer engullir al grupo, y los cuatro reporteros más dicharacheros del barrio empeñados en robarle el alma con cada instantánea, móvil XXL en ristre y brazo en alto. Una costumbre que odio con toda mi alma cada día más. ¿De veras que es necesario inmortalizar el momento cumbre con un vídeo o 1500 fotos por segundo, en vez conservarlo en la memoria o en la retina? O se trata simplemente de proclamar – yo estuve allí!! mira cuantas fotos que tengo!! En fin, debe ser que envejezco.
Pese a toda esa serie de pequeños inconvenientes, no os creáis, la experiencia fue todo un pulso reivindicativo. Y es que este trío ampliado a quinteto, saben lo que es sufrir el más absoluto ostracismo. Vaya por delante lo bien escogidos que están sus últimos dos trabajos y el tino de su anterior productor Andy Watherall, para las cualidades técnicas del grupo. Y es que su último “Nobody Wants to be Here and nobody wants to leave” lució por todo lo alto, justo ahora que casi nadie se acordaba ya de ellos. Una obra donde convergen su faceta más melódica y su pasado atmosférico y abrasivo, para concluir en un equilibrio abrumador: La disposición idónea de sus diez cortes, el desarrollo de la trama en base al patrón de “Sick”; pese a ser una de las canciones que más eché de menos en su temario de presentación. Un disco en definitiva, que aun careciendo de cualquier tipo de Single con el que captar a públicos dóciles, consigue dar el empaque necesario a las obras en peligro de extinción: discos que se sienten, entienden y digieren en todo su conjunto.


Sin titubear fueron directamente al grano; dos de las canciones más absorbentes de su último trabajo: “There's a Girl in The Corner” y “Last January”, los dos temas que abren su último disco. Se deslizaron hasta su debut del 2007, con su primer single “That Summer, At Home I had Become The Invisible Boy”. O aquel segundo disco que los colocó en el mapa musical del 2009, con “I Became a Prostitute” como bandera o “Seven Years of Letters”. Se coló “Drown So I can Watch” y se detuvieron en “Alphabet”; un tema de encanto marciano perteneciente a su anterior trabajo. Se podrían haber ceñido a su último y efectivo disco, pero prefirieron dar un paseo por toda su discografía. No la más efectiva, sino aquella que hace de Twilight Sad una banda distinta.
Sonó por fin “It Never Was The Same”; uno de los cortes más emotivos de su último trabajo. “I Could Give You All That You Don't Want”, single por antonomasia de este mismo. Para volver a reincidir en su pasado más áspero y decadente con canciones de sus dos primeros inicios; discos ellos tan diferentes a lo último que nos han entregado (pequeñas joyas que se muestran ahora con el tiempo, como pequeños milagros del shoegazing krautrockero): “Reflection of the Television”, “Nil” o un cierre insólito con “And She Would Darken The Memory”; con dos narices!!
Poniendo tierra de por medio con la otoñal “Could Days from the Birthhouse”, o “Wrong Car”; Ep que hacía de puente entre sus dos primeros e idealistas trabajos, y su actual sonido más melódico y orgánico.

Una noche de Lunes, zapatillas afelpadas y leche con galletas, que atrajo hasta el rincón más recóndito de Barcelona a un buen puñado de seguidores. Nunca lo suficientes, para el lujo que es oír en la actualidad a esta banda en directo, y en un reducto como la Be Cool. Sobretodo si tenemos en cuenta los precios populares del evento, 14 euretes, y el echo de arrancar una semana intensa con final feliz donde se sumaron el regreso a mi ciudad de Jayhawks y un brillante Sábado de cultura/gastronomía y excelente compañía.
Allí se puso el broche tendiendo almas al sol primaveral que lució como nunca en EL XIRINGUITO DE L'AIGUA: Un rincón en la parte alta de Barcelona, donde Albert Marimon eleva la importancia de la tapa y la terraza al sustento primordial de nuestra existencia. 
En este planeta hostil por el que paseamos cuatro días, como resume Jordi F. nuestro instigador más revoltoso, lo importante es el concepte cirera: Uno estira de otro, y muestra cosas a otro... y así cosas y cosas...


THE JAYHAWKS en: LA SALA BARTS AL ABRIGO DEL FESTIVAL DE LA GUITARRA 14/04/2105

A estas alturas y después de que hace poco menos de un año (nueve meses exactamente) pasearan sus coplas por la sala Apolo. Poco más se puede decir de la banda de Minessota que no se resuma en adjetivos siempre emocionantes. Cuando en esa ocasión arrastrara a un compañero de trabajo, a mi mujer y a mi mismo después de reengancharme a su discografía, con una de esas bengalas/señales que se nos lanzan por pura mancomunidad melómana. Los describía como hacedores de melodías curativas, medicinales si se quieren, canciones que curan el alma, cicatrizan el espíritu y apuntalan los estados de ánimo bajos; lo dice Smile claramente.
Jesus “The Cierzo Man” era todavía más clarividente, y cito: la de Gary Louris , y suscribo tus palabras en el sentido de que Jayhawks se le escapa o le queda pequeña la etiqueta de alt country o nuevo rock americano o americana o tantas inventadas como recurso para vender lo que es tan sólo música con amor y respeto por las raíces, aunque unos hayan arriesgado más que otros.
Música con amor, suena lindo ¿no es cierto? Las armonías vocales, las de sus guitarras cuando se ponen fieras o se disponen como hilos que se entretejen, el bajo vacilón de Marc Perlman o el tesoro mejor guardado tras los bombos de Tim O'Reagan y su cristalina voz en “Tampa to Tulsa”. En todo su conjunto o por separado, igual que sus distintas vertientes: desde la más eléctrica como la más Folk, pasando por ese Poprock soleado de ascensión eterno. Todo un repertorio al que se entra arrastrado por inmediatez de “Tellspin”, “Save It for a Rainy Day”, “Angelyne” o “I'm Gonna Make you Love Me”; con la que abrieron el concierto. Y que te engarza a una de las más grandes discografías ocultas de nuestros días.
Se habla de las bondades de la dieta sana y equilibrada. Pero nadie menciona este puñado de canciones, que debería incluirse por prescripción en el vademecun de todo matasanos.


Jayhawks nos volvieron a visitar, justo cuando los ecos del pasado año empezaban a desfigurarse ya a la vuelta de la esquina. Ese manojo de canciones que como el espliego me sanó allí donde más me dolía, volvió a surgir efecto. Esta vez arrastrado con un gusto inmenso por otros, que como yo en su día, vieron el destello al otro lado de la cima. Y no podéis imaginar el inmenso placer que supone compartir y contagiar, cuando uno disfruta de algo, lo que sea. Gozar, henchir el corazón, cruzar miradas y explicar aquellas cosas donde las palabras salen mudas. La música tiene ese encanto y poco entiende de perfiles y retratos robot, es así, mágica.
Ese Cd que grabé como un vicio enfermizo el mío de explicarme en clave de corchea, y que como las esporas polinizadoras acabaron llegando a buen puerto; aunque esos fenómenos, serían estériles sin un receptor al otro lado. Por lo tanto despegar la semana, por nefastos que pudiesen ser los augurios, con los compañeros de cata y con Xavi a la cabeza.
De verdad, no hay cosa más placentera que empujar y dejarse arrastrar en un acto de pura inconsciencia. Quien sabe si de otra forma no hubiera pospuesto ese concierto para otros tiempos de gloria. Volver a recuperar esos sonidos que en una mente de niño como la mía, necesitan de repetición. Observar como causan efecto en otros, o en ti mismo de forma diferente cuando se escuchan por segunda vez.

Es así cuando canciones de retaguardia como “Settled Down Like Rain”; una de mis preferidas de aquella noche. “Until you Came Along”, “Bad Time”, “Ain't no End”, o como la joyita vaporosa “Sixteen Down”; uno de esos temas que uno no espera oír cuando hay tantos ganchos efectivos se agradecen sí. Observar desde lo alto de los anfiteatros de la sala BARTS (antigua STUDIO 54), el balanceo acompasado de la platea como el oleaje, en una perspectiva multidimensional casi alucinógena.
Sí amigos, volvió a ser una noche grande como todas las que estuvieran dispuestos a darnos. Arropado de la gente que quieres, disfrutando de algo que sabes te hará soltar el lastre de tanta inmundicia, y salir con una sonrisa de oreja no tiene precio, lo digo de verdad. A veces resulta tan sencillo ser feliz por un instante con tan poco, y con la de vueltas raras que le damos a la vida para procurárnosla; la felicidad.
Al final la cosa reviste en poco más que buena compañía y el hilo conductor que ejerce el triángulo perfecto: comer/amar y cantar. Los finales felices acaban llegando sin buscarlos, vaya si lo sé.

miércoles, 16 de julio de 2014

THE JAYHAWKS_ Sala Apolo_14/07/2014 *ARMONÍAS Y SINTONÍAS CON LAS QUE ENCENDER LA LUNA




Hay señales en lo alto de cielo y en la cima de las montañas que nos reclaman con aquellos lenguajes secretos que solo los animales indomables entienden. De esos códigos secretos de frecuencias imperceptibles y de signos aun por descifrar, que solo los más aguerridos y melancólicos percibimos sus llamadas. Y no son cánticos fúnebres o de maleficio, si no de avistar allí en la cumbre una meta. El divisar el fin de un largo trayecto, el silencio, el viento en nuestra cara, el solo triunfo de llegar, y el sentido de una carrera de fondistas en la que solo ganan los perseverantes.
THE JAYHAWKS son por así decirlo ese corredor de fondo solitario, que traza un itinerario sin un claro destino. El correr por correr, y un camino incierto para cambiar a medida que se hacen los kilómetros y la orografía de la vida nos moldea a su capricho: Sin resistencia, con naturalidad, encajando los obstáculos y convirtiéndonos en lo que somos, por la simple, natural y maravillosa erosión de la vida.
Los que levantemos la vista más allá de Islas Británicas, oteando en el horizonte buscando otro acicate. Encontremos (encontré), en SMILE/2000; cuando tuve la suerte de descubrirlos por un inesperado regalo de una amiga. El motivo conciliador y concluyente para cuando por fin, en un equilibrio casi perfecto, se desplegaba reluciente ese hermoso tapiz de infinidad de tejidos: Los ecos de B. Dylan, ese falsete familiar donde Jeff Lynne de verdad el quinto Beatle, la raíz costumbrista del Folk, el Rock arisco y a la vez amable, y el Pop luminoso por cual soy casi cofrade. Esa forma de aunar lo pasado, lo presente y lo atemporal. THE JAYHAWKS son desde luego para mi, de las pocas bandas por las que se puede transitar distraídamente, y masticar en cada uno de sus discos momentos tan distintos y a la vez inconfundibles, como lo es la vida de uno mismo y los cambios a los que nos ha sometido.


Después de dar durante un mes con mis huesos en un hospital este pasado invierno. Bajar hondonadas, subir cumbres y poner el contador a cero en numerosas ocasiones, por culpa lenta recuperación que ya se alarga por siete meses (y lo que me queda).
No hay nada que me apetezca más, que cargar baterías con Jayhawks; a los que veo por primera vez.
De echo, son este tipo de artistas como Robyn Hitchcock, Dengue Fever, Lloyd Cole, Cass McCombs, Megafaum o Chuck Prophet los que más me he disfrutado y me ha motivado ver estos últimos años. Artistas a los que sigo, pero que no miden mis preferencias estrictamente; no se si me explico: Quizás si me guiara por mis gustos que son variados (aunque siempre hay un par que rigen nuestros hábitos), vería otro tipo de bandas. Después están los que seguimos, pero nunca con suficiente profundidad... Pues esos son los que nos despiertan ciertos aspectos desconocidos de nuestra percepción de su obra, y claro!!, de nuestros sentidos.
Si además, te dejas rodear, arrastras, tientas a alguien que los ignora por completo, o que apenas si los conoce. La sensación de compartir algo mágico es mucho mayor. En esta ocasión con mi pareja, un de los pocos compañeros del trabajo con quien me retroalimento musicalmente, y la incombustible Marta aka Atticus; quienes dimos habida cuenta de unos deliciosos rollitos de la STRADA, junto a los compañeros de CrazyMinds
Más alguna que otra alma conocida necesitada de melancolía que se atrevió a dejarse arrastrar; ahora que soplan aires de ritmos monocromáticos... sin acritud, claro!!.


Mi primer desvirgue Jayhawkiano de ayer reunió todos los ingredientes para ser una velada medicinal y curativa. De aquellas que hacen desaparecer cualquier temor hacia las leyendas urbanas sobre lo que llaman Country o Alt Country. Pues la banda de Minessota si algo ha sabido hacer a lo largo de su trayectoria, es expandir ese santo y seña hacia territorios mucho más ricos e ilimitados: Con momentos en los que aparecían remembranzas sonoras hacia The Eagles, The Byrds, Dylanescos en alguna ocasión, corales que pueden remitir hacia algunos aspectos Beatlemanos, o incluso un hermanamiento contemporáneo con Wilco; más allá de aquel proyecto llamado Golden Smog. Aunque The Jayhawks tienen una clara ventaja, y es que pueden sonar a muchas cosas, pero se hacen dueños de un estilo inconfundible que los lleva a pasearse por Folk, Rock y Pop sin apenas transgredir en la mezcla, y con una identidad generacional única.

Con casi media hora de retraso respecto al horario que indicaba la promotora, y con una sala repleta de incondicionales a los que se acomodó la sala Apolo no sin cierta lentitud; quien sabe si por unas expectativas superadas. La aparición de la banda sobre el escenario nos hizo presagiar riqueza de matices; nada nuevo sobre su orfebre y mimado sonido. Con una Mandolina de acompañamiento con la que ampliar los armónicos más que cuantiosos que ya domina la banda. En la que los arpegios corales e instrumentales del piano de Karem Brotberg, y las segundas voces del batería Tim O'Reagan forman una triada arrolladora y verdaderamente amplificada. La compañía sobre las tablas de Kraig Johnson a las guitarras de acompañamiento y a Marc Perlman, con ese bajo que lo duplica en tamaño y en sinuosidad. Unido al ya incontestable liderazgo de Gary Lauris como auténtico director de ceremonias y dominador absoluto de los tiempos. Hicieron que como se intuía, la banda sonase aun mejor que sobre el acetato; pese a la ausencia con respecto a la gira del 2012 de Mark Olson.
Todo él, como un paradisíaco viaje por los tres discos que en teoría se conmemoraban: (Sound of Lies, Smile, Rainy Day Music, más alguna del Hollywood Town Fall y algún cover); tres de mis preferidos por cierto. Y con un Gary Lauris fenomenal en el manejo vocal y de las tres guitarras que usó para maridar con una soltura increíblemente natural, sus transiciones entre el Folk y el Rock setentero: La maleabilidad con la que se flexionan, estiran y araña las precisas notas de la guitarra.
La entrada en escena de la Hamer Fliying V cuando los solos precisan de esos lamentos agudos de los que tanto abusaron metaleros; en sus manos son puro bálsamo hiriente. O la Gibson SG y la Rickenbacker cuando baja el tono de sus interpretaciones, y acompañando con su armónica.

Todas esas virtudes que en escena hacen de este desencantado arquitecto de oficio, un artesano de armonías sin igual. Una especie de “Gran Héroe Americano” sin capa y con más magia que superpoderes, porque no me vayan ahora a negar el tremendo parecido que guarda G. Lauris con el personaje de Tv de los 80; eso sí, con mucho más despegue y mejor aterrizaje que William Katt. Tan concentrado y ensimismado con hacer brotar de sus seis cuerdas sus melodías de encantador, que en una primera mitad del concierto pareció perderse en su universo arquitectónico de planos, cotas y escalas, hasta que sonaron los acordes de “Angelyne”: bello erizado y lamentos de melancolía amorosa, que se colaron por el último de los rincones de la sala Apolo.
Para alguien como yo, que es la primera vez que tiene el gustazo de echarse a la cara a tremendo ejecutores. Esa sensación de abstracción y poca sintonía entre el líder, Gary, y el resto de la banda, no fue un gran inconveniente. Las canciones sonaron tan grandes, perfectas y ampulosas, que todo fue un dejarse llevar.
Siguieron un patrón más o menos parecido al resto de sets que han ofrecido en tierras Laponas, salvo algún cambio de orden. Una apertura con la archiconocida “I Gonna Make you love me” para empezar a trotar; ese piano de Karem, que bien suena, y que gorgoteo tan rico en armónicos.
Las primeras canciones sonaron con un poco de eco y resonancia, pero “Think about It” tras “The Man who loved Life” puso inmediatamente las cosas en su sitio: Ese tono powerpopero y hasta cierto punto GLAMuroso tan deliciosamente salvaje con el que se abre como una flor Sound of Lies/1997, y con el que encadenaron hasta “Trouble”; que tanto me recuerda a D. Bowie, Beatles, incluso al grandullón de J. Lynne.
La setentona “Take with you” que junto a “Waiting for the Sun” recuperaron de su viejo Hollywood Town Hall/1992. Aquí si que acabó entrando su popular “Smile”, que aun no acabando por ser mi preferida, fue el hit con el que los descubrí; de agradecidos es. Sonó de este mismo afamado disco para mi sorpresa “Somewhere in Ohio”; mayúscula y soberbia interpretación de Tim O'Reagan, que me hizo olvidar que es una de las canciones a las que más manía llegué a cogerle.

Kraig a los mandos
 Bajaron ligeramente el pie del acelerador con “Haywire” y “Bottomless cup”, para descubrir la otra fabulosa voz de Tim O'Reagan al mando de las voces, hasta llegar a la tremenda “Dying on the Vine”. De ahí hasta final todo fue un ascender, elevar el alma y disfrutar de los momentos más inolvidables del concierto: El escuchar sin esperarlo “Blue” de su Tommorrow the Green Grass/1995; una de mis más adoradas canciones. Llorar a moco tendido y con el personal en un abrazo colectivo con “Save It for a Rainy Day”, “Big Star”, “I'd rum Away”, y hasta una magistral versión del “Revolution Blues” de Neil Young en la voz de Kraig Johnson que por un momento me pareció ver una aparición de Mike Scott; como me acordé de ti Johnny!!
La vuelta tras un ligerísimo receso cerveza en mano, brindis en alto y al personal jaleando un futbolero “oé oé oé”, más propio de las gradas de la premier; sorprendió tanto a Lauris & Co., que casi se unieron al surrealista momento. Por suerte Gary puso inmediatamente orden con los primeros compases de “All the Right Reasons”. Tan delicado y conmovedor el corte de su Rainy Day Music/2000, que el público recobró de nuevo la cordura.
Una cordura tan solo aparente, porque amigos, no hay bálsamo más reparador en esta virulenta adicción por los directos, que alcanzar la catarsis colectiva con placeres comunes. Puede que esa búsqueda y encuentro de los orígenes, al que nos lleva la madurez sea el detonante... puede. Pero ¿hay de verdad alguien en este mundo que se resista a una Rockanrolera y desconocida “Fools on Paradise”?, Joder!! es que no hay palo que se les resista. ¿Algún esquivo orejas de yeso que se resista a acunarse esa noche, con el eterno tarareo de “Tailspin” sacudiendo su camastro?
Acepto que las dos versiones de GOLDEN SMOG fueran un elixir aptas solo para pilotos experimentados. Pero si hay alguien a día de hoy que se resista al veneno acaramelado de JAYHAWKS; aunque sea a esas canciones que siempre has escuchado y ni pajolera idea de quien las tocaban. Si de verdad te pasa eso, es que tienes un ligero problema hormonal. Pero tranquilo, que se cura con el tiempo... SALUD Y BUENAS VIBRACIONES.
Thaks SHUZBUT