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miércoles, 16 de octubre de 2013

LLOYD, YO, Y MIS INCONTINENCIAS *LLOYD COLE &... Barcelona 11/10/2013




Si de verdad hay una cualidad que mejor represente el recuerdo que guardo sobre mí de chaval, esa fue sin duda mi exasperante timidez. Timidez, aislamiento, incomunicación, ostracismo, bbbffff que se yo!!
Lo curioso del tema es que pese a no articular ruido alguno hasta la adolescencia, por la noche padecía de toda clase de desajustes hormonales: Me levantaba sonámbulo, me orinaba en la cama, era incapaz de dormir con los pies fuera, terror por las sombras y plieges de la ropa que cobraba las formas más horrendas imaginables, y el más inquietante de todos ellos... Hablaba a voces por la noche.
Parece ser que como podía asegurar mi vecina Sevillana del cuarto, “La Señora Manuela”. Eso se debía a un mal de ojo, que hacía que todo aquello que no me atrevía a decir en pleno juicio, lo soltase por la noche por mera descompresión, propiamente dicha; vamos que o lo soltaba, o explotaba. Por suerte, aquellos discursos que soltaba en plena madrugada con los ojos desencajados, a gritos e infundiendo el terror más sobrecogedor de aquel que dormía a mi vera, verita, vera no había quien lo entendiera; pues aquello era lo más parecido a un mensaje encriptado repleto de glosalalias.

Con el paso de los años esa timidez concupiscente fue derivando en una obsesión irrefrenable por conocer gente, y no me pregunten por el porqué de tal comportamiento; porque aunque mi timidez a mutado gradualmente, sigo siendo más corto que las mangas de un chaleco, vergonzoso, y reprimido. Puede que hable compulsivamente de manera atropellada hasta con las telarañas del techo, e incluso demasiado; pero no se equivoquen, sigo siendo un tío tímido. Si bien es cierto que esa extraña manía de exorcizar mis discursos noctámbulos en un diálogo/monólogo comprensible para con mis semejantes, me ha facilitado el socializarme; como decía mi madre: - Niño sal a la calle a que te de el aire!!
Gracias a ese vicio incorregible suplo mis conciertos solitarios con conversaciones casuales.
Y así de esa forma irrefrenable por escupir como un mudo poseído, fue como cayó en mis manos ese flyer de la visita de Lloyd Cole a nuestra ciudad. Claro el flyer, la conversación, las hipérboles, y esa conexión generacional que ejerce este tipo de música, sobre los pocos creyentes que aun rendimos culto a esos viejos testamentos en los que se han confinado algunos aspectos de la música; detalles que aparecen más como adjetivos que como propios eludidos.
Marta Guillemí y Christian Flaschka, quienes tuvieron la oportuna idea de promover el concierto por cuenta propia vía APE Music, sufrieron la ira de mi verborrea a las puertas de la SALA APOLO. Pero como las palabras no siempre se las lleva el viento, ni tienen porque ser necias. El día 11 de Octubre acabó por ser una cita ineludible en el arranque de la temporada más provechosa para los que amamos la música en directo; con permiso de las obligaciones por supuesto.


Lo correcto sería ponerles en antecedentes si no fuera por el prefacio que iguala en desproporción mi incontrolada lengua, mis cortas luces, mis traumas infantiles; y sencillamente porque no lo necesita. Además, me resultaría verdaderamente difícil explicarles el qué de estos artistas, a los que tan difícil me resulta ubicar en un contexto estilístico exacto.
Eso mismo que me pasa con Robyn Hitchcock, Rudy Frame, Prefab Sprout, Jazz Butcher, o Go Betweens, por dar algunos nombres; a quienes jamás he sido capaz de asociar a ningún movimiento concreto, ni falta que hace: La música y las artes en lo general atienden a géneros, a fusiones o a décadas que intentan delimitarlas. Luego están los pliegues, que como las arrugas de la ropa cambian de manera caprichosa y aleatoria según la situación, y que ocultan aspectos que se escapan de las modas pasajeras. Zonas a la sombra que todavía están por descubrir, esa; esa es la verdadera grandeza de la música.



Lloyd Cole tuvo un momento trascendente en su vida, quien con el magnífico debut junto a los Conmotions en ese brillante Rattlesnakes de 1984 apunto estuvo de tocar la gloria. Lo cierto es que con el paso de los años, quizás ya no se mire con nostalgia y despecho lo que pudo haber sido esa banda: Dejaron por el camino un puñado de grandes canciones que iluminaron nuestra juventud, pero a estas alturas sería indecente calibrar la trascendencia de ambas carreras. La de Lloyd Cole & The Conmotions y la suya propia al rebufo de las inclemencias comerciales..

La prueba está en la valentía de la franqueza, con la que se interpretaron este pasado Viernes en el Music Hall de Barcelona. Un repertorio al desnudo, que nos llevó de paseo por cada recuerdo recóndito. En el que finalmente se reencuentran todas y cada una de sus facetas.

Y puede que algunos crean que todas las sesiones acústicas acaban siendo iguales. Que las canciones pierden riqueza, energía, y el atrezzo que las hace grandes e inmortales; y no es así en absoluto, o por lo menos en este caso.
Los hay como Lloyd Cole que ya a lo largo de su carrera hicieron gala de un formato donde el Pop se alimenta del Folk por medio de una guitarra acústica omnipresente y protagonista en toda su obra. Y que ante el temido público, tan solo con su voz y una guitarra; son capaces de redimensionar todavía más todo un cancionero repleto de tesoros escondidos. Donde al final prima la belleza de la canción tal y como vino al mundo, virginal, natural, clarividente, sincera y lo que es mejor, todavía más grande.
El concierto se dividió en dos sets de una hora cada uno, con una pausa entre medio. Porque la verdad, el público también tuvo su parte de culpa en hacer grande la noche. Y eso, es un lujazo que anda cada vez más, en peligro de extinción. Sin embargo fue de esta manera; tan cercano como esa virtud que atesora el autor: Dos guitarras (una enchufada y otra al natural), y su voz. Su discreta voz que con el paso de los años se mantiene, no solo intacta, sino aun más llena de matices y calidez.
Pude aprovechar para tomarme una copa, y con la sala a media luz. Observar mientras apuraba un cigarro en una terraza contigua a una zona más cómoda, el tipo de público que había sido capaz de arropar semejante encuentro con tanta emoción.
Me gusta observar a los que coincidimos allí, y es que durante tantos años me he sentido tan solo al no encontrar con quien compartir esa extraña fijación por lo minoritario. Que cuando me veo rodeado de tantos comunes, no puedo por más que escuchar sus conversaciones, opiniones, e incluso interceder y cruzar una palabra con ellos (por mal educado que parezca).




Aunque tampoco acabe de estar de acuerdo, como es de suponer la media de edad era bastante alta; nada de que ver con el público que suele acudir a los conciertos que pueblan las revistas de moda. Eso sí, todo un crisol de personas a las que te es difícil ubicar en una tribu cualquiera; y es que la mayoría parecía estar tan a vuelta de todo, que jugaba al despiste. Algo totalmente lógico y que me encanta, porque la verdad es que jamás me he imaginado a un seguidor de Lloyd Cole afiliado por estética, más aun cuando sus canciones residen en universo más prosaico y literario que visual..
La noche comenzó accidentada y después de un montón de años acudiendo a conciertos fue a éste, al primero al que he llegado 15 minutos largos tarde: No voy a excusarme en la ubicación de mi morada, fuera de los márgenes de Barcelona y su periferia; en realidad la culpa fue de un exceso de confianza, o de un Viernes ya con las pilas al mínimo. Aunque al final, uno acabe desconectando la tensión de las prisas cuando baja las escaleras hacia el sótano, y se sumerge con gran placer en este mediano Club, maravillosamente lleno hasta la misma puerta. Y allí me quede por respeto, y sinceramente porque la vista y el sonido eran realmente excepcionales.
El gentío respetuoso, boquiabierto, y totalmente rendido al cantante Británico; quien con un cabello ya plateado por el paso de la frontera imaginaria de la madurez, resplandecía bajo un gran foco blanco. Me contaron que dio el toque de magia con su dulzura innata a la sobriedad del teatral escenario del Hall, con los primeros acordes de un “Past imperfect”. Quienes parecían querer ilustrar aquello que a todos nos pasó por la cabeza al sentirse uno, arrullado por un pasado imperfecto, un futuro incierto, e incluso temerosamente presente.
Quien diría que fue nostalgia lo que uno sintió al escuchar esas notas cristalizadas en las acertadas manos de Lloyd, en una especie de sugerente canción. “Rattlesnakes” sonó a verdadera gloria divina, ilustrando el pasado imperfecto de aquellos Lloyd Cole & The Conmotions virginales e hirientes, deslumbrantes en acierto y la luminosidad de sus canciones. Y poco a poco y con cuentagotas fueron cayendo algunas de las joyas escondidas de su último álbum: Una primera “Kids Today” que realmente no cambió en demasía con el baño acústico, ya que aunque se diga de su último disco que recuerda a los viejos trabajos de principios de los 80, tiene un poso muy Folky en casi todas sus canciones. Tal y como comprobemos en “No Truck”; o “Period Piece” y “Diminished Ex” como dos de las grandes que concurren en su STANDARDS/2013.
En cualquier caso me quedo con “Like a Broken Record”, como uno de los temas que mejor ilustran la más reciente carrera del de Buxton, y la que me gustó especialmente de la primera mitad del set. Quizás, porque para seros sinceros, tengo una cuenta pendiente con uno de los últimos trabajos de su regreso, BROKEN RECORD/2010.


Se encendieron las luces y nos invitó a tomar una copa o lo que fuese menester (fumar y paladear un Canadian bajo la humedad de la noche, en mi caso).
Para la segunda parte se reservaron algunas de las más gloriosas canciones, si desestimar “Blue Like Mars” como una de mis preferidas en su última entrega, o “Rose & Myrthe”: Una canción que me acongojó hasta erizarme el cabello el día posterior al concierto, mientras conducía hacia casa de mi Madre. Pero claro, es que para el que escribe significaron mucho en su día aquellos cortes del subestimado MAINSTREAN/1987, como el primer vinilo que cayó en mis veinteañeras manos. “Hey Rusty”, “Jennifer She Said” con el público al unísono: - “Now her name's on you, Jennifer in Blue!!” incluso ese vacilón “Perfect Skin” que enlazaba con el “Chelsea Hotel” que versionó en aquel insigne I'M YOUR FAM.
Cayeron genialidades profundas, íntimas y emotivas como esa “Unhappy Song with Lloyd talking at the end and doing his Tom Waits bit”. Otras como “Young Idealist”, “Lost Weekend”, o “Brand New Friend” todas ellas alhajas de los Conmotions, que se unieron a la fiesta junto a un repertorio que a todos nos puso de acuerdo: Los que crecimos con aquellos tres primeros Lp's, los tenaces que lo siguieron hasta los infiernos, y los bien aventurados descubridores de su talento atemporal, dieciocho años más tarde.
Por lo tanto, escuchar “Don't Look Back”, “Forest Fire”, “It's Late”,  la mismísima “Blue Like Mars” que encabezaba nuestra última Playlist; incluyendo el cierre de "Four Fights", junto a canciones que pertenecieron a un pasado (quizás no tan lejano como pensamos). Con la condición de igualdad que otorga un formato acústico tan cercano, y como tuvimos el gusto de presenciar el pasado Viernes; no tiene precio en panorámica y equidad... 


Y que me perdonen si alguno le defraudó el no encontrar una banda que respaldara el espectáculo. Para mi en lo personal a supuesto el descubrimiento de otro Lloyd Cole, despojado de esa dulzura en ocasiones demasiado aséptica. Para acercarnos a la esencia de las canciones donde nadie gana y todas suman; sinceras, esqueléticas pero bellas, delicadamente hermosas, y tan naturales como la piel de tisú de un niño recién venido al mundo.