Mostrando entradas con la etiqueta Patrick Watson. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Patrick Watson. Mostrar todas las entradas

martes, 12 de marzo de 2013

PATRICK WATSON 10/03/2013 23 Guitar Festival BCN Sala Luz de Gas



Me he vuelto a levantar con otra mañana soleada: Descorrer las cortinas, subir la persiana, y abrir la ventana para que aire templado que empuja caprichosamente el anticiclón de las Azores, entre por ellas e inunde el cerrado de la habitación con olores de Primavera; es como poco, uno de los mejores exfoliantes para el espíritu entumecido por las húmedas y gélidas pasadas semanas.
El aire sopla, ventila, atempera y remonta erizando el bello. Se oye el borboteo del agua en la perola esperando que los spaguettis se lancen sin rubor alguno, la cebolla cortada del sofrito perfuma la cocina para que a uno se le salten las lágrimas por tal conjunción de elementos , y la cerveza hidrata los resecos labios cuando en el salón resuenan cavernosos los acordes del misterioso “Just another ordinary Day/2003”. Estos primeros meses de 2013 nos han agasajado con tantos eventos que he tenido que jugarme a los chinos lo verdaderamente merecedor, difícil tarea si uno tiene por bueno todo le que se pueda descubrir, como si el fin de todo estuviera a la vuelta de la esquina.

Me he decidido por Patrick Watson y no por unos Yo la Tengo, Sr Chinarro, Soft Moon, Eels, o Beach House, por la sencilla razón de escoger algo distinto con lo que me topé hace escasos meses. De no ser así , seguramente su último disco “Adventures in Your Own Backyard” hubiera aparecido en algún lugar de mi lista de confortables escuchas del 2012, pero no fue así. No obstante al llegar hasta este Canadiense con aires de personaje inquieto, en momentos histriónico, y en su mayoría virtuoso de las melodías visuales; hubo algo que me conectó de inmediato a ese sonido al que difícilmente podemos calificar como estilo, si no simplemente dejar que aquello que escuchamos se nos muestre como visión o como una presencia decorativa de nuestra galopante imaginación.
Músicas que sirven para que uno pueda proyectar imágenes y situaciones, a la vez que disfrutar del masaje en nuestros oídos. Seguramente son estas situaciones que se dan en el más común de los mortales, pero en esta ocasión sin saber bien porqué las veo más acentuadas: Todas o casi todas las músicas posibles nos transmiten imágenes, recuerdos, o situaciones; pero hay algunas que acentúan esa creciente sensación de estar ante una fábula musicada, de ser un personaje de Lewis Carroll, o sencillamente escuchando la banda sonora más cotidiana posible.



Hacia muchos años que no acudía a un concierto en un Domingo de sopor y relax, sobretodo cuando el tiempo acompaña a lo que cada uno entiende por un Domingo con todas sus consonantes, sílabas y connotaciones. También ha sido mi bautismo en una sala legendaria como LUZ DE GAS, una situación y un lugar que se aviene poco a un músico como PATRICK WATSON, si nos orientamos por las coordenadas del “indie” maniatado.
Pero todo está cambiado por suerte a pasos agigantados: Nuestra percepción de la música alternativa, la limitación de las etiquetas, y sobretodo nuestra cada vez más amplia perspectiva en lo que se refiere a músicas que ya no se avienen a ningún género en concreto. Todo esto hace que el público con carácter más aventurero se abrace a músicos como Andrew Bird, Rufus Wraintwright, Bon Iver, o el que nos ocupa, el Canadiense de Montreal Patrick Watson.

Los 18 grados de temperatura que inusualmente templan la ciudad, hacen que en las inmediaciones del escenario bulla el público más tempranero en un caldo caluroso y pegajoso. Los que como yo no daban crédito al horario del concierto, las ocho de la tarde, nos hemos tenido que conformar con ocupar la segunda línea de tiro: Aquella que delimita el foso de Luz de Gas con el control de sonido y el cacharreo de la barra, un verdadero inconveniente si se tiene en cuenta la absorción que ejerce la música de este personajillo de vivaces ojos y semblante cómico, que es Patrick.
Un escenario sorteado por dos grandes filtros circulares alineados de forma tridimensional, que juegan un papel caleidoscópico y multidimensional; donde la proyecciones atraen a los presentes como polillas embelesadas. Un piano de cola digno para las inquietas manos del loco de Patrick, y el resto de músicos acurrucados; formando como a él le gusta, un pequeño cónclave de armonía y confort. Así suceden las actuaciones que este desmitificador de la solemnidad ha paseado por medio mundo desde que se publicara su primer trabajo “Just Another Ordinary Day”; la mejor manera de definir la forma con que ataca la música este hombre.

Los que hemos tenido la suerte de echarnos un tiento con aquel directo en Washington del pasado año, grabado por la NPR. Sabíamos con más o menos certeza como sucedían las cosas cuando Patrick Watson, Simon Angell, Mishka Stein, Robbie Kuster, Melanie Bélair, y Benjamin Raymond se suben al escenario. Sinceramente nada comparado con tenerlos a unos metros y ser espectador directo de la puesta en escena de toda su obra, porque aunque los primeros compases de esta gira nos abran el apetito de forma ordenada, con cuatro de los primeros temas de su último disco: “Lighthouse”, “Blackwind”, “Step out for a While”, y “Quiet Crowd” . Estos son tan solo un pequeño apéndice de una obra musical que funciona como un exoesqueleto en constante evolución, pasando por cada una de las fases posibles de la evolución e involución: Unidad unicelular en las acapelas a pecho descubierto, en forma de crisálida cuando sus temas comienzan lenta y pausadamente, o estallando como mariposas Monarcas cuando sus canciones levantan el vuelo y se convierten en un acto colectivo total.
De echo toda su obra parece formar parte de un universo tan amplio y volátil como lo puedan ser sus interpretaciones; con lo cual, es indiferente el papel que quiera asumir su último disco porque todo pertenece a un mismo mundo. Da lo mismo que gran parte de su última entrega se halla ideado en un apartamento usando los objetos más cotidianos para construir melodías, y necesite de unos socios adecuados, como si se acude a los estudios más consagrados para plasmar una sonoridad. Porque la idea de la experimentación que revolotea por la cabeza de este director de orquesta, nace de la complicidad y del puro divertimento.

Tanto, que sobre el escenario Patrick Watson aparece y desaparece como un fantasma juguetón según lo demandan las circunstancias: Su magistral falsete funciona como un instrumento más, el piano cobra protagonismo puntualmente, y el resto de músicos hacen lo propio convirtiendo sus directos en un ser vivo cambiante e inquieto que se deja hacer. Es esta una de las ventajas más llamativas de su último disco: Quien da un protagonismo especial al Pop-Folk, en detrimento de la nocturnidad de sus primeros discos.
Su espectáculo sin embargo combina sin apenas disonancias su interés por la experimentación con sonidos caseros, la pasión por los Lumières, que aparecen en cortes nuevos como la fantasmagórica melodía de “The things you do”o “Where the Wild Things are”. Con destellos de su primera etapa en “Mary”, que sirven de nexo entre sus cuatro discos, a los que difícilmente se les puede atribuir un protagonismo clave; por mucho que halla sido con ADVENTURES IN YOUR OWN BACKYARD su disco más dulce, y con el que mejor se ha dado a conocer.

Parece asombroso ver como pueden combinar entre si cualquier tema de sus cuatro disco, aunque el concierto se apoyase principalmente en su último disco el que sonó casi al completo; y donde se alcanzaron momentos memorables cuando sonó la animada “Strange crocked Road”, o la que da título al disco en cuestión.
Puedes creer de igual forma que estas ante la banda sonora de un cuento de hadas. Pensar que aquello que escuchas es un Dub Balcánico de cámara como el cierre a cargo de un “Sleeping Beauty” (totalmente diferente a la del disco). O dejar pasar los días para que haga que tu subconsciente rememore todos y cada uno de los detalles que se esfumaron por la turbadora experiencia de oír pasajes, que van más allá del mero descubrimiento de su último disco. Sintiendo el irrefrenable deseo de zambullirte en la naturaleza onírica de sus composiciones: La poliédrica “Machinery of the heavens”, la íntima y delicada “Big Bird in a Small Cage” con el banjo y la voz de Maelanie como protagonistas. Sus canciones más directas y de índole Popera como “Luscious Life” que desataron la euforia de propios y extraños, o la vieja “Gealman” donde se mezcla cabaret y circo. Hasta la siempre desnuda “The Great Escape” en los bises finales.

La noche acabó con un público entregado, porque la mayoría de los allí presentes ya hacía tiempo que cayeron atrapados en la tela de araña de su música. Suponiendo la valentía que se necesita para aventurarse a un concierto para aquellos que todavía desconocen que en los silencios, pausas, y lentos desarrollos de la música de Patrick Watson se esconde la esencia de su encanto: Saber esperar con paciencia el momento por el que te dejas atrapar por la complicidad de su música.
Y ver que los principales encantos de este inquieto músico residen en gran medida, en el hierro que le quita a su magnífico virtuosismo a la hora de tejer atmósferas familiares. Siempre del lado del que quiere hacer a todos partícipes de la MÚSICA como motor que empuja, une, y confraterniza.

Sin duda uno de los conciertos, entre tantos que llevo a mis espaldas; que más he disfrutado en soledad, con un sonido más absorbente, y con un clímax más familiar. Para aquellos que quieran volver a revivir tan placenteros momentos, para quien quiera descubrirlo, o simplemente para los que quieran tener el concierto de Washington en su haber. Les dejo el enlace de Youtube para descargarlo con Jdownloader en HD.

Set List:

"Lighthouse"
"Blackwind"
"Step Out For A While"
"The Quiet Crowd"
"Words In The Fire"
"Into Giants"
"Strange Crooked Road"
"The Things You Do"
"Luscious Life"
"Big Bird In A Small Cage"
"Morning Sheets"
"Adventures In Your Own Backyard"
"Noisy Sunday"
"Beijing"
"Man Under The Sea"