viernes, 10 de febrero de 2012

PARRALETA: VINO , SUEÑOS Y LENTEJAS








Cada Sábado , cuando visito a mi octogenaria madre , me como sus magníficas lentejas y me echo la siesta en mi antigua cama de adolescente , sueño con años pasados.
Ese cuarto que aún conserva colgado en sus paredes uno de aquellos dibujos al pastel que hice cuando con 14 años estaba volcado en la pintura; una de mis muchas aficiones difusas e inconstantes. Los mismos muebles continúan allí: El armario , la mesita , la silla y la cama; los recuerdos parecen haberse quedado impregnados en las blancas paredes. Y cuando después de tomar café en el bar de enfrente y charlar con algunos viejos amigos; que continúan atrincherados en ese viejo barrio de la periferia , mi cuerpo solo puede dejarse llevar por la narcosis: Que te empuja hacia la cama como aquel Jean Marais que se disponía a atravesar el espejo hacia el mundo del sueño y de lo irreal.

En ese mundo viajo: Me acurruco entre las sábanas afelpadas y el bellú de la almohada; y me dejo llevar por los recuerdos que me devuelven a cada una de mis edades: Recuerdo como me escondía los veinte duros de papel en el calcetín para que no me los robasen los gitanos de mi barrio; cada vez que acudía al cine de mi barrio a ver películas de Kárate y de Godzillas. Recuerdo las tardes del Sábado saltando la valla del colegio de al lado , para pasar horas interminables jugando al Baloncesto. Y recuerdo las tardes donde las horas se multiplicaban por 10 , escuchando discos y el programa de Carlos Pina en Radio 3. Los sueños y los recuerdos varían según el día , hay veces que aún puedo escuchar la voz de mi padre despertándome para ir a trabajar.
Son ese tipo de sonidos que con el paso de los años han desaparecido: Lo que hace 25 años era bullicio se han convertido en silencio; tan solo alterado por el jolgorio de mis hijos y mi sobrina.
Cuando desaparecemos y regresamos a casa me imagino que todo se vuelve a quedar en silencio , y es esa la sensación que de verdad me aterra. Mi madre dice que cuando se queda sola habla con mi padre: Le cuenta lo que a hecho , como están creciendo sus nietos y la media lengua que tiene mi hijo pequeño.
Esa especie de esoterismo que tan arraigado estaba en los cortijos y en los pueblos donde mi familia se crió , y que se ha transmitido generacionalmente en mi casa. El abono perfecto para superar las limitaciones que a uno lo estigmatizan , y que al final se convierte en el alimento de nuestras raíces .

Como lo son las lentejas de mi madre , sus cocidos , los potajes o las palabrejas que uno cree que no figuran en los diccionarios. Sus lentejas son una mezcla de tradición y sofisticación que en alguna ocasión he intentado emular sin éxito. El pasado Sábado , para darle más empaque al encuentro me llevé una botella de vino. Algo que normalmente no hago y aún no se porqué , siendo como es el del guiso , uno de los maridajes más sublimes que se le puedan dar a un vino.
En mi último viaje a las tierras de Huesca , a las que estoy adscrito muy de tarde en tarde por motivos laborales; decidí en esta última ocasión , hurgar por entre las estrechas calles de Barbastro en busca de uno de esos vinos de Somontano que no figuran en las estanterías de las tiendas fuera de sus fronteras. Y es curioso y sorprendente a la vez , observar como con la expansión que ha tenido en estos últimos años una zona como Somontano , son pocos los vinos que nos llegan aquí: Si acaso Enate , Pirineos , Viñas del Vero , Laus o Marboré son los únicos que se han dejado ver , limitando mucho las posibilidades de esta denominación.
Es incluso sorprendente escuchar a los lugareños hablar de sus vinos , a los que parece no importarles mucho su expansión fuera de las fronteras; quizás por una falta de cultura real sobre el vino y sus variedades , y que pese a la riqueza que atesora nuestro país se ve mermada por una falta de interés general.

Encontré una pequeña tienda remontando por el paseo del Coso , al final de la misma se encuentra Vinos Murillo. Una pequeña tienda medio bodega , donde se pueden encontrar por exclusividad casi cada una de las bodegas de Somontano: En sus estanterías solo hay vinos de Somontano , como si de una reivindicación legítima se tratase , intentando dar la importancia que se merece a tan excelsa variedad de vinos.
La idea era adquirir un 12 LUNAS MÁS UNA , un vino con una excelente relación calidad precio , como viene siendo habitual en esta zona , y que ha recibido alguna de las mejores puntuaciones en las guías de rigor (aunque esto no siempre sea garantía de éxito). Por desgracia se le había acabado , lo que me obligó a improvisar y arriesgar en mi decisión , lo cual todo sea dicho de paso me encanta: Los riesgos en las decisiones acertadas o equivocadas , son las que te llevan por lo general a descubrir y a experimentar , puesto que no siempre es lo más acertado escoger el camino fácil que nos suele llevar a beber siempre los mismos vinos , a comer siempre lo mismo... vamos a acomodarnos. Aceptando las recomendaciones del señor tendero me decanté por dos vinos elaborados con uvas desaparecidas en Somontano desde hace bastantes años , y que ahora en una visión más creativa de la zona se están empezando a recuperar: Una es el COJÓN DE GATO y la otra LA PARRALETA.
Estas , son dos uvas que en mayor o menor medida se están integrando en vinos que por lo general se alejan bastante de lo más común en Somontano , son uvas que nos dan vinos con una textura más mineral de lo que estamos habituados sobretodo en esa zona de Aragón.
Vinos incómodos y exigentes , que en lo que a mi confiere , supone una dura prueba para mi mal criado paladar; y que me ayudan experimentar nuevas sensaciones. El vino de echo tiene esas dos grandes virtudes: La del placer que puede suponer degustarlo , y el de las experiencias gustativas y olfativas que nos puede descubrir y evocar. En el fondo es así como deberíamos abrazarlo , puesto que en la evocación se esconden a menudo muchos de nuestros recuerdos de infancia , que el cerebro se encarga mecánicamente de almacenar y que aparecen así , por arte de magia.


Abrí la puerta de la vidriera del sinfonier y saqué una de esas copas que las madres guardan para las grandes ocasiones; aunque esas grandes ocasiones jamás lleguen y las perpetúen como un simple adorno donde se recosta el polvo.
Mientras , en la pequeña mesa de la salita de estar; pues los fastos ya no son tales como para llenar el comedor; permanecían la botella de PARRALETA y el PLATO DE LENTEJAS , uno al lado del otro: Mientras la botella pizpireta se oxigenaba altanera , el plato de lentejas desprendía el calor de la comida recién hecha , intentando seducir a la altiva botella.
Ella lo evitaba esperando quizás sobre la mesa un Magret de Pato o una pierna de lechal; hasta que por fin cruzaron sus miradas , lo que en un inicio pareció un desacuerdo , acabó siendo un flechazo a primera vista.
La textura de la cebolleta , el aceite y el vinagre , todos ellos crudos sobre el manto adoquinado del plato hondo , se fundieron en un abrazo en el que la copa mostró sus perfumes; no de Chanel , ni de Christian Dior o Dolce Gabanna , si no: De guindas licoradas , de bosque fresco y de repostería , tan intenso fue su primer abrazo que su alcohol subido se desvaneció súbitamente para dejar a las Lentejas hipnotizadas con el profundo rojo picota del PARRALETA. Una historia de amor en toda regla señores: Violines de fondo , mi madre con los ojos en blanco; y sobre la mesa que *un día lijó el Manolo , un auténtico baile de mundos separados.

Esta Parraleta mono varietal pertenece a una nueva serie de las Bodegas ALODIA , donde se han producido una serie de vinos con una sola uva: Syrah , Moristel y este Parraleta , que curiosamente no aparece detallado en la web.
Son vinos todos ellos que no superan los 8 Euros y que sin ser unos vinos sorprendentes , suponen una apuesta diferente de la zona sobre aquellas antiguas uvas que acabaron olvidadas en detrimento de: El Cavernet Sauvignon , El Tempranillo o el Merlot . Y donde las pequeñas bodegas están teniendo un protagonismo definitivo.
Parraleta es un tinto que requiere de un guiso que lo acompañe (por poner un ejemplo) , si lo que queremos es que su entrada nos sea verdaderamente expresiva. A mi con la primera botella y sin comida me pareció quizás un vino demasiado cerrado y con el alcohol un pelo subido; sin embargo es un vino que se deja querer cuanto más se bebe. En boca los taninos están muy bien integrados pese a su alta graduación , con madera ligeramente marcada y un fondo panorámico donde los frutos rojos se integran ligeramente , dando una entrada agradable de fresas , romero y un final bastante especiado.
La verdad es que esperaba algo más de él , no obstante sigo prefiriendo este tipo de vinos experimentales a los acomodados Cavernet y Merlots que parecen querer buscar un vino sinónimo en vez de ahondar en el pasado por farragoso que resulte. De esta Parraleta se conoce de su dificultad para cultivarla dependiendo del clima del año y como responde ésta en su madurez , de la graduación que se necesita para extraer un vino de calidad; incluso casta de la misma.
Recientemente se ha descubierto en estudios , su parentesco con dos uvas relativamente distintas: La Graciano de Rioja y la Tintilla de Rota (Jerez) , un hallazgo sorprendente que amplía de esta manera el árbol genealógico de nuestras uvas autóctonas , y que nos ayuda a conocer con más exactitud los parecidos razonables de distintas uvas y de nuevos vinos.


*Efectivamente , si se mira bajo la mesa se puede leer: Esta mesa la ha lijao el Manolo.
Precio aproximado: 8 Euros
Uva: Parraleta
D.O: Somontano
Porcentaje de Alcohol: 14'5 %
Crianza en barrica de roble Francés
Web de la bodega: http://www.alodia.es/?mod=home 
Wed del consejo regulador: http://www.dosomontano.com/

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