lunes, 12 de agosto de 2013

UN, DOS, TRES, HIP ERO HIP ERO HEY HO LET'S GO!! CANCIONES QUE NOS SALVARON LA VIDA _ RAMONES (Blitzkrieg bop) _ 1976




Perdonen ¿disponen de un minuto? Solo será un momento. Permítanme que les cuente una de primeros besos, de tambores y de cornetas. Sí, una de aquellas historias que todo carcamal acaba por contar con una copa de más, y de las que todo el mundo resopla mientras huye despavorido. Lo que es evidente es que no es esta vez una historia de amor; sí, hubo un beso, pero este no fue por amor, quizás más parecido al beso de la muerte. De echo es ésta una historia tan pleistocénica, que a muchos les ha de sonar por fuerza a chino mandarino.
Aaaay!! el servicio militar aquello de lo que decían algunos, te haría un hombre hecho y derecho.

Con todos mis respetos y sabiendo que para algunos La Mili pertenece a ese tipo de recuerdos generacionales; a los que yo personalmente achaco como un método de autodefensa del cerebro, para obviar los recuerdos traumáticos y quedarse tan solo con los felices. Para mi no es que el servicio militar obligatorio fuera exactamente un trauma juvenil pero desde luego no fue un motivo de satisfacción. Así que no se hagan ilusiones y esperen de esta anotación, un detallado cronológico de mis desventuras en Segovia; ciudad de destino en el cumplimiento de semejante pérdida de tiempo.
Que te roben en la flor de tu juventud veintañera un año de tu vida, no es precisamente motivo de celebración, más bien una enorme Putada. Y al margen de hacer amistades inquebrantables de las que años después no te acuerdas ni de su cara, dejarte llevar por los placeres de las borracheras en pos del olvido, o llorar en el hombro de tus compañeros la nostalgia de tu hogar. Solo me queda uno verdaderamente remarcable. El universo paralelo al margen de la realidad que se da en los intramuros de un cuartel: Una abducción temporal donde suceden cosas que solo entienden los que han pasado por semejante trance; la mayoría lo describen como una experiencia mística, pero no les hagan caso que la nostalgia hace un flaco favor a la realidad. Culpen al subconsciente si quieren y hagan como si les entienden, si no correrán un grave peligro.


En mi caso y atendiendo a los flashback que me vienen a la memoria, solo hay uno que ilustra de un solo trazo aquel 1990 de la era verdadera, pim pom fuera!! Britzkrieg Bop y el maravilloso monumento a la simpleza radiante que levantaron Ramones en su nacimiento del 76.
Éramos un porrón más de artilleros (así nos llamaban),pero como digo; la memoria con los años rige el destino del recuerdo. Así que me ceñiré a los que codo con codo pasé la mayor parte del tiempo y a los que me unía esa misma banda sonora. Eran de Cornellá, uno se ocupaba de nuestra logística alimenticia en Víveres, mi compañero de dependencia, y yo mismo. Pasábamos la mayor parte del tiempo en Ajuste, no quieran que les cuente cual era la misión de esa dependencia con semejante y ambiguo nombre; ajustar lo que se dice ajustar, no ajustábamos nada en absoluto. Pero si que confeccionemos apoyados por un Radio Cassette cochambroso, al que había que ajustar el musicassette con un gurruño de papel para que no temblequeara; nuestra personal y memorabílica banda sonora de aquel longevo 1990.

Por sus cabezales ferritizados pasaron numerosos artefactos, fruto de nuestros gustos variopintos y aparentemente incompatibles; ellos eran Heavys, yo raro a secas: Decibelios, The Smiths, Los Ilegales, Anthrax, y un vinilo del Bona Drag con el que me topé por sorpresa en una tiendezucha de la ciudad; allí revuelto entre discos de jotas Castellanas y singles de Julio Iglesias, y de quien supliqué una socorrida grabación en cassette mientras llegaba el próximo fin de semana que librar.
Pero, si hubo una canción que consensuó y confraternizó nuestro amor incontestable por la música, y por el Punk Rock en concreto. Ese fue BRITZKRIEG BOP y el primer disco de RAMONES en toda su extensión.


Un disco subestimado con el paso de los años, de la misma manera que lo ha sido el Punk y el cuarteto de Nueva York. Hablar en la actualidad de los méritos del Punk parece ser una aberración al buen gusto, al virtuosismo y en su defecto a la modernez.
Quizás no se equivoquen, si caemos en la cuenta de lo mucho que se han banalizado con el paso de los años las crestas, las chupas de cuero, y el logo diseñado por el recientemente desaparecido Arturo Vega (creador del vilipendiado escudo de Ramones) y quinto Ramone. Pero soy de los que sigue pensando, como espero que muchos otros; que el romanticismo aparentemente primitivo del Punk estaba muy por encima del nihilismo con el que se quiso estigmatizar a tal movimiento.
Hablo de actitud contestataria contra el orden establecido de las buenas formas, aquellas que en su día quisieron moldear a la sociedad al antojo de un sistema en el que la moral no hacia más que domesticar al ciudadano de bien. A lo largo de la historia nos han vendido un modo de hacer las cosas amable y educando, tanto, que hemos perdido de vista la transgresión a la hora de derribar para volver a construir.


Pero al margen de la brasa socio política que yo os pueda dar, que ya sois grandecitos. Y ciñéndome estrictamente en la cualidad sensacional de este resto arqueológico sentimental. Nos hallamos ante uno de los puntos de partida más emocionantes que la música halla dado en mi vida.
Cuatro acordes, una estrofa y un estribillo elevados por su simpleza, a la perfección funcional en la que la música como resorte instintivo atesora cuando llega directamente a nuestro alma, sin pasar necesariamente por cualquier órgano sensitivo de nuestro ser. Y donde Ramones todavía no estaban angustiados por la presión del éxito, si algún día lo estuvieron.
La naturaleza de ese sonido amateur en donde se dan cita todas las claves de la efectividad despreocupada y rabiosa de quien no tiene nada que perder: El Rock & Roll de los 50, la virtud orgánica de bandas como Beach Boys, y el descaro de un Punk impregnado de un Pop sesentero como arma arrojadiza; junto a uno de sus repertorios más lúcidos de su carrera. No es solo “Britzkrieg Bop”, de la que podríamos extraer una clara vestimenta de himno en toda regla (aunque su letra narre las aventuras de prostitución de Dee Dee); son uno a uno los perdigonazos que se van sucediendo hasta completar la catorcena de temas; concisos, breves y directos.


Beat on the brat”, “Judy is a Punk” que incluía como fija cada una de las introducciones a sus conciertos Morrissey. Hasta llegar a “I wanna be your boyfriend”; todo un alegato a la fragilidad adolescente que sabe como ninguna conectar generacionalmente década a década. Lo que hoy entendemos como el Rock de baja intensidad, casi toda la obra inspirativa del Indie Rock Americano de los 90... todo lo que fue apareciendo tras ellos.
Tuvieron a la casualidad como su principal atributo y pasados los años, es fácil observar como su música y su estilo han sido mucho más relevantes en influencia que otros iconos del Punk.


"Havanna Affair”, “Liaten to my Herat” , “53rd & 3rd”, “Now i wanna sniff a glue” trotan sobre una línea de bajo básica a cargo del más salvaje Dee Dee; baterías que se repiten en un continuo desenfreno, las de un visionario Tommy aka Tomas Erdelyi quien co-produció junto a un suicida Craig Leon es avanzadilla de rebeldes.
Movimientos de cabeza al ritmo que marcaban los downstroke de su mítico guitarra Johnny, y la ¿voz? de Joey. Esa voz casi ahogada en su propio gemido que agitó la rebelión de los suburbios Neoyorkinos en el CBGB junto a Iggy Pop, Los Stooges, Patti Smith, Johnny Thunders, Talking Heads, o Blondie. Tiempos en los que la creatividad brotaba de entre cloacas de la ciudad para marcar la dirección de otros tantos movimientos rupturistas que fueron aconteciendo a lo largo de los 60 y los 70. Algo que a día de hoy a desaparecido por completo, tanto se ha buscado la excelencia y la originalidad que hemos perdido la actitud por completo; todo suena a truco, a pose, y a fachada vacía.


En ese interminable y largo año de servicio a la patria, convertimos nuestro secreto taller de ajuste en un Bunker. Allí pasábamos los fines de semana de plegarias encerrados a cal y canto, mientras consumíamos nuestras vidas a la par que el tabaco (como moneda en curso), el alcohol, el hachís, y la música; la mayor droga dura en la pudiésemos confiar nuestra juventud.
El mes de Octubre de 1990 fuimos por fin libres, aunque en el fondo ya gozásemos de un libertad que va más allá de la real y palpable. El uno de Diciembre de ese mismo año nos volvimos a citar: Manolo “Txitano”, Juan “Walace”, y un menda “Technotronic” y como no podía ser de otra forma, fue viendo a RAMONES en el Palau D'esports de Barcelona, donde regresaban tras largos años de ausencia y en honor a su exitoso BRAIN DRAIN/1989.
Sin Tommy Ramone ni Dee Dee, pero con un palacio de deportes repleto; donde solo los más valientes se atrevieron a bajar las gradas y bailar el POGO más multitudinario jamás visto.

2 comentarios:

  1. Pues tienes más razón que un santo, si es que los santos tienen alguna razón. Algunas canciones nos salvaron la vida, y muy especialmente en aquel maldito período militar que tampoco es para mí motivo de satisfacción aunque contenga algunos buenos recuerdos. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  2. La música siempre salva vidas o por lo menos almas descarriadas JOHNNY jejeje. Ramones grandes ellos en su sencillez y en su importancia vital, nunca nadie valorará suficientemente la importancia de su música.
    La mili jejeje la "puta mili", yo solo guardo los buenos, los malos los enterré bien ondos.
    ABRAZO ROCKERO Y CON CHUPA DE CUERO!!

    ResponderEliminar