sábado, 11 de febrero de 2017

CASS McCOMBS en C.A.T (Centre Artesà Tradicionarius) 5/02/2017_ TERNURAS Y ENCANTAMIENTOS



Fue este pasado domingo en un coqueto auditorio del atrincherado barrio Gracia, en el marco del MiniFestival Ronda, organizado por la incombustible Heliogàbal: (Fajardo, Melange, Matagalls). Y como colofón, nuestro Personal Jesus patrón de las causas encontradas; Cass McCombs.
A este paso, y vista la condición de semi adoración que le debemos por estos lares a fuerza de retranque, pa que sufrir; que todo quede en familia. Que me está mal decirlo, pero en vista del efecto Vicente de la muchachada (pero a donde coño va la gente?!), hay cosas que mejor disfrutarlas en deliciosa minoría. Una pena según se mire. Pero mejor cuando las causas por perdidas que parezcan, se comparten con tan extraordinario placer y sabor de boca.


Empaquetamos arriba en las golfas un jugoso 2016 plagado de conciertos. De esos que sacan lustre a las adversidades, al montón de festivales ansiosos de abarcar más que apretar, y a un panorama cultural infectado de impuestos con pernada incluida.
Contra eso: imaginación, supervivencia e inventiva. Y de eso, el colectivo Heliogábal tiene armarios repletos de manuales sin letra; ya sabéis que nos hemos hecho eco infinidad de veces por estas lindes.
Que fueran Depósito Legal los primeros en acercárnoslo y ahora la gente del Helio, los honra. Y que sea el de Concord el que nos ponga en camino este 2017 pues... no sé. Pero viendo tal como se me presenta el año que recién acabo de caminar en cuanto a obligaciones y trabajo se refiere. Que queréis que os diga, sin creer en la fortuna, me parece un regalo del destino si tengo en cuenta que por estas fechas hace tres años me perdía su primer visita por mi convalecencia.


Desde entonces, son tres veces con esta las que he tenido la suerte de verlo en directo. Y tres maneras distintas de descubrir a un artista, que con cada paso nos abduce a un mismo mundo con distintas vistas.
Explicar la magia de su particular universo, sin la oportunidad de escucharlo en las distancias cortas es posible, pero ni de lejos asumible. Y a la prueba de su discreta repercusión me remito. Es cierto que no hay disco que no coseche buenas críticas, pero aquí, en nuestras tierras y por más asequible que sea su oferta, los mismos cuatro gatos de siempre.

La del pasado Domingo fue una cita celebrable, con lleno y aforo discreto en el C.A.T de Gracia. Pero sigo pensando que siempre somos los cuatro que van a la busca y captura de pequeños formatos; los mismos 50, 80 o ciento y pocas personas. Mientras tanto, allí afuera hay mucho ruido, pero siempre más o menos el mismo y al mismo tono narcótico.
La propuesta de una tarde de domingo borrascosa con la que enfriar un sábado de gélidos aires, fue como el temple a fuego y frío que las tijeras de un sastre fino precisan. La puesta en escena de un palpitante MANGY LOVE sobre la mesa de disección, como quien se dispone a recrear algo tan arbitrario y variable como las indómitas ráfagas de Portbou: Vientos de virulencia imprevisible que se cuelan entre grietas montañosas y buscan dementes, la salida.
Sus discos vagan por la armonía deliciosa, se acomodan en tu estado juguetón y se esconden igual que la gallinita ciega tras la cómoda inamovible de la abuela Facunda. Esa donde perdiste el juego de cartas que nunca apareció. Fiel a esa posibilidad de que las cosas ocurran porque sí, y no porque así lo deseas. La discografía inquieta de este señor de ancestros de los Highlands, no discurre repanchingada en el butacón del tío Frasco, que se empeñaba en descabezar cigarros con la firme idea de perpetuar los Celtas Cortos sin boquilla.

Caladas ondas a pulmón que elevan la presión arterial hasta sentir el latido de tu corazón en los oídos, “Bum Bum Bum”, cristalizaron de golpe la noche. Público entrado en años y de pulcro respeto, que solo quebró la noche con sus aplausos.
Cass McCombs venía como de costumbre, acompañado con lo justo: Bajo, batería, Él y un teclista que desplegó el tapiz por donde discurrieron como gatos de angora, cada nota, brillo y perfume. Con la dulzura de caramelo tostado que envuelve su último disco; a salvo de esas precisas descargas de oscuro pasado que flota en sus ambientes. “Opposite House” rizaba las caricias de su guitarra, y como quien camina desnudo sobre la pradera montándose a pelo y a la carrera sobre un corcel salvaje; “Big Wheel”: Esa oscuridad de la que hablo. Sí, Cass juega a lo más dulce y también a lo más malo. Camina por las noches de luz deslumbrante, te ciega y después te guía; excitación sin más. Con una facilidad y naturalidad que acojona, pero te sientes seguro.

El Centre Artesà Tradicionarius sonó y abrazó con la misma fidelidad que Cass da a sus canciones. Melodías que se retuercen trepadoras y se alargan hasta la eternidad por simple inercia. Desde la psicodelia al elegante rock, solemne y dócil, tropical y sofisticado, afable y seductor... Cuando menos te lo esperas, pasa de las suaves formas del Soul, a una crudeza salvaje pero llena de agradables contrastes.
Robin Egg Blue” reformula el dietario de Go Betweens y nos acuna con “Medusa's Outhouse”; descomponiéndonos con esos inéditos falsetes. Las enormes manos del estilizado y multidisciplinar Dan Horne, los tambores del viejo conocido Jesse Lee, y un enorme Lee Pardini que entre el Piano Yamaha, el Rhodes y un Roland, nos elevaron a un estado de puro bautismo mántrico; tremendos los cuatro.

Apresurado sería decir así, de sopetón, y con el año recién nacido, que este puede ser uno de los conciertos más hermosos del 2017. Pero es que la pena es que uno tenga que postrarse ante este hombre, cada vez que nos abre otra nueva estancia. Por más que lo escuchemos en sus obras y no cejemos en dudar si es la devoción, la equidad, o intentar recapacitar para no dejarnos llevar por el desenfreno sin criterio alguno.
Cinco temas cogidos con la delicadeza de la prudencia, y llegar “Brighter” para desmontar tu teorema: Un de esas debilidades en forma de canción en su día cantada por la desaparecida Karen Black; quien se nos apareció también en la transformada oda/jazz del precioso “Dreams Come True Girl” del Catacombs/2009. Y admitir que ahí, ya no atiendo a razones. Hubo también tiempo para resucitar pasados prácticamente desterrados como “That's That” y tener la sensación del tiempo perdido, estando como están enterrados sus cuatro primeros discos desde el 2003, hasta el día que más o menos se dio a conocer con Humor Risk/2011, aun estamos a tiempo.

Mangy Love fue omnipresente y ciertamente, el disco que por fin ha atraído a público más variado y redondeado su extensa discografía. Empezando por la sensual “In A Chinese Alley”, y acabando con “Cry”: Uno de los temas que mejor proyecta ese sutil toque de Soul acolchado que reina en su último disco, y que alcanzó dentro de sus reinterpretaciones un grado mágico increíble.
En el terreno del directo, Cass McCombs vuela rasante y crece magníficamente a lomos de ese talento innato de recomponer su temario. Lo mismo da si retrocede y toca canciones premeditadamente crudas y ásperas, o somete su sonido a una sofisticación más renovadora que pretenciosa. Es creativo sin más, y desde luego sabe lo que quiere dar en cada momento. Solo ver la transición de “Cry” hacia el clásico “Witchi Tai To” de Harpers Bizarre, es suficiente. Remató esa “Run Sister Run” de ritmos caribeños con la fabulosa “County Line” del aterciopelado Wit's End a ritmo Dub; porque yo lo valgo. Vacilón, versátil y transformista como quien sabe que sus canciones, en realidad, nunca acaban de ser definitivas.
Con los créditos de final de noche y en penumbras, “I'm a Shoe”. Un autor, hacedor de diminutos microcosmos en constante procreación

2 comentarios:

  1. Bueno...

    Conocía el "Mangy Love", uno de esos discos destacados del año por todos (los que importan).
    Y sabía que Cass, antes de eso, había hecho otras cosas. En realidad lo sabía porque los que hablabáis del "Mangy..." (los importantes) hacíais referencia a un pasado y trabajos anteriores.
    Pero uno es un mendrugo y no se entera (el mendrugo y el uno soy yo, que no me entero), así que ahora leo esta crónica y descubro, para mi total pasmo, esa preciosidad de canción que es "Dreams ComTrue Girl".

    Así que gracias. Va directa a la lista de canciones favoritas pa siempre.

    Gracias.

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    1. Bueno, lo importante es llegar Alberto, cuando no importa. Fíjate que yo, que siempre he tenido muchísima curiosidad por buscar, descubrir y de alguna manera alimentarme de otros. A Cass llegué por Antonio Luque (Chinarro), quien normalmente no habla demasiado de sus gustos; lo cual siempre me da mucho respeto cuando contadas veces lo hace.
      Me paso con Cass McComds y con Bill Callahan. Dos tipos que al margen de hacer música y buena, siempre aportan un distintivo muy personal y enriquecedor. A mi actualmente es lo que me mueve: Esas cosas que buscan aspectos distintos de una misma cosa, personaidad, riesgo y texturas que nos agiten.

      Un saludo, y me hace muy feliz haberte descubierto algo; compartir experiencias en definitiva.

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