miércoles, 16 de octubre de 2013

LLOYD, YO, Y MIS INCONTINENCIAS *LLOYD COLE &... Barcelona 11/10/2013




Si de verdad hay una cualidad que mejor represente el recuerdo que guardo sobre mí de chaval, esa fue sin duda mi exasperante timidez. Timidez, aislamiento, incomunicación, ostracismo, bbbffff que se yo!!
Lo curioso del tema es que pese a no articular ruido alguno hasta la adolescencia, por la noche padecía de toda clase de desajustes hormonales: Me levantaba sonámbulo, me orinaba en la cama, era incapaz de dormir con los pies fuera, terror por las sombras y plieges de la ropa que cobraba las formas más horrendas imaginables, y el más inquietante de todos ellos... Hablaba a voces por la noche.
Parece ser que como podía asegurar mi vecina Sevillana del cuarto, “La Señora Manuela”. Eso se debía a un mal de ojo, que hacía que todo aquello que no me atrevía a decir en pleno juicio, lo soltase por la noche por mera descompresión, propiamente dicha; vamos que o lo soltaba, o explotaba. Por suerte, aquellos discursos que soltaba en plena madrugada con los ojos desencajados, a gritos e infundiendo el terror más sobrecogedor de aquel que dormía a mi vera, verita, vera no había quien lo entendiera; pues aquello era lo más parecido a un mensaje encriptado repleto de glosalalias.

Con el paso de los años esa timidez concupiscente fue derivando en una obsesión irrefrenable por conocer gente, y no me pregunten por el porqué de tal comportamiento; porque aunque mi timidez a mutado gradualmente, sigo siendo más corto que las mangas de un chaleco, vergonzoso, y reprimido. Puede que hable compulsivamente de manera atropellada hasta con las telarañas del techo, e incluso demasiado; pero no se equivoquen, sigo siendo un tío tímido. Si bien es cierto que esa extraña manía de exorcizar mis discursos noctámbulos en un diálogo/monólogo comprensible para con mis semejantes, me ha facilitado el socializarme; como decía mi madre: - Niño sal a la calle a que te de el aire!!
Gracias a ese vicio incorregible suplo mis conciertos solitarios con conversaciones casuales.
Y así de esa forma irrefrenable por escupir como un mudo poseído, fue como cayó en mis manos ese flyer de la visita de Lloyd Cole a nuestra ciudad. Claro el flyer, la conversación, las hipérboles, y esa conexión generacional que ejerce este tipo de música, sobre los pocos creyentes que aun rendimos culto a esos viejos testamentos en los que se han confinado algunos aspectos de la música; detalles que aparecen más como adjetivos que como propios eludidos.
Marta Guillemí y Christian Flaschka, quienes tuvieron la oportuna idea de promover el concierto por cuenta propia vía APE Music, sufrieron la ira de mi verborrea a las puertas de la SALA APOLO. Pero como las palabras no siempre se las lleva el viento, ni tienen porque ser necias. El día 11 de Octubre acabó por ser una cita ineludible en el arranque de la temporada más provechosa para los que amamos la música en directo; con permiso de las obligaciones por supuesto.


Lo correcto sería ponerles en antecedentes si no fuera por el prefacio que iguala en desproporción mi incontrolada lengua, mis cortas luces, mis traumas infantiles; y sencillamente porque no lo necesita. Además, me resultaría verdaderamente difícil explicarles el qué de estos artistas, a los que tan difícil me resulta ubicar en un contexto estilístico exacto.
Eso mismo que me pasa con Robyn Hitchcock, Rudy Frame, Prefab Sprout, Jazz Butcher, o Go Betweens, por dar algunos nombres; a quienes jamás he sido capaz de asociar a ningún movimiento concreto, ni falta que hace: La música y las artes en lo general atienden a géneros, a fusiones o a décadas que intentan delimitarlas. Luego están los pliegues, que como las arrugas de la ropa cambian de manera caprichosa y aleatoria según la situación, y que ocultan aspectos que se escapan de las modas pasajeras. Zonas a la sombra que todavía están por descubrir, esa; esa es la verdadera grandeza de la música.



Lloyd Cole tuvo un momento trascendente en su vida, quien con el magnífico debut junto a los Conmotions en ese brillante Rattlesnakes de 1984 apunto estuvo de tocar la gloria. Lo cierto es que con el paso de los años, quizás ya no se mire con nostalgia y despecho lo que pudo haber sido esa banda: Dejaron por el camino un puñado de grandes canciones que iluminaron nuestra juventud, pero a estas alturas sería indecente calibrar la trascendencia de ambas carreras. La de Lloyd Cole & The Conmotions y la suya propia al rebufo de las inclemencias comerciales..

La prueba está en la valentía de la franqueza, con la que se interpretaron este pasado Viernes en el Music Hall de Barcelona. Un repertorio al desnudo, que nos llevó de paseo por cada recuerdo recóndito. En el que finalmente se reencuentran todas y cada una de sus facetas.

Y puede que algunos crean que todas las sesiones acústicas acaban siendo iguales. Que las canciones pierden riqueza, energía, y el atrezzo que las hace grandes e inmortales; y no es así en absoluto, o por lo menos en este caso.
Los hay como Lloyd Cole que ya a lo largo de su carrera hicieron gala de un formato donde el Pop se alimenta del Folk por medio de una guitarra acústica omnipresente y protagonista en toda su obra. Y que ante el temido público, tan solo con su voz y una guitarra; son capaces de redimensionar todavía más todo un cancionero repleto de tesoros escondidos. Donde al final prima la belleza de la canción tal y como vino al mundo, virginal, natural, clarividente, sincera y lo que es mejor, todavía más grande.
El concierto se dividió en dos sets de una hora cada uno, con una pausa entre medio. Porque la verdad, el público también tuvo su parte de culpa en hacer grande la noche. Y eso, es un lujazo que anda cada vez más, en peligro de extinción. Sin embargo fue de esta manera; tan cercano como esa virtud que atesora el autor: Dos guitarras (una enchufada y otra al natural), y su voz. Su discreta voz que con el paso de los años se mantiene, no solo intacta, sino aun más llena de matices y calidez.
Pude aprovechar para tomarme una copa, y con la sala a media luz. Observar mientras apuraba un cigarro en una terraza contigua a una zona más cómoda, el tipo de público que había sido capaz de arropar semejante encuentro con tanta emoción.
Me gusta observar a los que coincidimos allí, y es que durante tantos años me he sentido tan solo al no encontrar con quien compartir esa extraña fijación por lo minoritario. Que cuando me veo rodeado de tantos comunes, no puedo por más que escuchar sus conversaciones, opiniones, e incluso interceder y cruzar una palabra con ellos (por mal educado que parezca).




Aunque tampoco acabe de estar de acuerdo, como es de suponer la media de edad era bastante alta; nada de que ver con el público que suele acudir a los conciertos que pueblan las revistas de moda. Eso sí, todo un crisol de personas a las que te es difícil ubicar en una tribu cualquiera; y es que la mayoría parecía estar tan a vuelta de todo, que jugaba al despiste. Algo totalmente lógico y que me encanta, porque la verdad es que jamás me he imaginado a un seguidor de Lloyd Cole afiliado por estética, más aun cuando sus canciones residen en universo más prosaico y literario que visual..
La noche comenzó accidentada y después de un montón de años acudiendo a conciertos fue a éste, al primero al que he llegado 15 minutos largos tarde: No voy a excusarme en la ubicación de mi morada, fuera de los márgenes de Barcelona y su periferia; en realidad la culpa fue de un exceso de confianza, o de un Viernes ya con las pilas al mínimo. Aunque al final, uno acabe desconectando la tensión de las prisas cuando baja las escaleras hacia el sótano, y se sumerge con gran placer en este mediano Club, maravillosamente lleno hasta la misma puerta. Y allí me quede por respeto, y sinceramente porque la vista y el sonido eran realmente excepcionales.
El gentío respetuoso, boquiabierto, y totalmente rendido al cantante Británico; quien con un cabello ya plateado por el paso de la frontera imaginaria de la madurez, resplandecía bajo un gran foco blanco. Me contaron que dio el toque de magia con su dulzura innata a la sobriedad del teatral escenario del Hall, con los primeros acordes de un “Past imperfect”. Quienes parecían querer ilustrar aquello que a todos nos pasó por la cabeza al sentirse uno, arrullado por un pasado imperfecto, un futuro incierto, e incluso temerosamente presente.
Quien diría que fue nostalgia lo que uno sintió al escuchar esas notas cristalizadas en las acertadas manos de Lloyd, en una especie de sugerente canción. “Rattlesnakes” sonó a verdadera gloria divina, ilustrando el pasado imperfecto de aquellos Lloyd Cole & The Conmotions virginales e hirientes, deslumbrantes en acierto y la luminosidad de sus canciones. Y poco a poco y con cuentagotas fueron cayendo algunas de las joyas escondidas de su último álbum: Una primera “Kids Today” que realmente no cambió en demasía con el baño acústico, ya que aunque se diga de su último disco que recuerda a los viejos trabajos de principios de los 80, tiene un poso muy Folky en casi todas sus canciones. Tal y como comprobemos en “No Truck”; o “Period Piece” y “Diminished Ex” como dos de las grandes que concurren en su STANDARDS/2013.
En cualquier caso me quedo con “Like a Broken Record”, como uno de los temas que mejor ilustran la más reciente carrera del de Buxton, y la que me gustó especialmente de la primera mitad del set. Quizás, porque para seros sinceros, tengo una cuenta pendiente con uno de los últimos trabajos de su regreso, BROKEN RECORD/2010.


Se encendieron las luces y nos invitó a tomar una copa o lo que fuese menester (fumar y paladear un Canadian bajo la humedad de la noche, en mi caso).
Para la segunda parte se reservaron algunas de las más gloriosas canciones, si desestimar “Blue Like Mars” como una de mis preferidas en su última entrega, o “Rose & Myrthe”: Una canción que me acongojó hasta erizarme el cabello el día posterior al concierto, mientras conducía hacia casa de mi Madre. Pero claro, es que para el que escribe significaron mucho en su día aquellos cortes del subestimado MAINSTREAN/1987, como el primer vinilo que cayó en mis veinteañeras manos. “Hey Rusty”, “Jennifer She Said” con el público al unísono: - “Now her name's on you, Jennifer in Blue!!” incluso ese vacilón “Perfect Skin” que enlazaba con el “Chelsea Hotel” que versionó en aquel insigne I'M YOUR FAM.
Cayeron genialidades profundas, íntimas y emotivas como esa “Unhappy Song with Lloyd talking at the end and doing his Tom Waits bit”. Otras como “Young Idealist”, “Lost Weekend”, o “Brand New Friend” todas ellas alhajas de los Conmotions, que se unieron a la fiesta junto a un repertorio que a todos nos puso de acuerdo: Los que crecimos con aquellos tres primeros Lp's, los tenaces que lo siguieron hasta los infiernos, y los bien aventurados descubridores de su talento atemporal, dieciocho años más tarde.
Por lo tanto, escuchar “Don't Look Back”, “Forest Fire”, “It's Late”,  la mismísima “Blue Like Mars” que encabezaba nuestra última Playlist; incluyendo el cierre de "Four Fights", junto a canciones que pertenecieron a un pasado (quizás no tan lejano como pensamos). Con la condición de igualdad que otorga un formato acústico tan cercano, y como tuvimos el gusto de presenciar el pasado Viernes; no tiene precio en panorámica y equidad... 


Y que me perdonen si alguno le defraudó el no encontrar una banda que respaldara el espectáculo. Para mi en lo personal a supuesto el descubrimiento de otro Lloyd Cole, despojado de esa dulzura en ocasiones demasiado aséptica. Para acercarnos a la esencia de las canciones donde nadie gana y todas suman; sinceras, esqueléticas pero bellas, delicadamente hermosas, y tan naturales como la piel de tisú de un niño recién venido al mundo.




 

jueves, 10 de octubre de 2013

SARTARELLI TRALIVIO/2010 ¿¡DONDE ESTÁN MIS VIGÍAS!?


Bodega: Sartarelli (Poggio San Marcello, Ancona)
D.O: Verdicchio dei Castelli di Jesi
Uvas: Verdicchio 100%
Volumen Alcohol: 14%
Añada: 2010
Selección: Viñas más antiguas de la finca 80/90 Kgr/Hectárea
Viñedos: Calcáreo de textura media y 350 mts sobre el nivel del mar.
Proceso: Prensado suave, trasiego y fermentación maloláctica en Inox. Y posterior fermentación durante 20/30 días, y embotellado en Abril y Mayo.
Enólogo: Alberto Mazzoni
Precio aprox. 8 Euros

Tengo por timonel un teclado y un ratón. Con ellos, torpemente y con unas pulsaciones dignas de un grumete, intento cuando las tempestades de la cotidianidad lo permiten, redactar escritos que se pierden en el mar océano de la Red. Y aunque suene a melancólico e insólito trovador, para sorpresa propia; son en ocasiones los vientos alisios, los astros, o la Luna, los que encuentran casi por puro azar a un receptor.
Estas lineas vendrían a ser la ilustración perfecta de esa sensación paradójica de quien escribe buscando un interlocutor, más que por una satisfacción propia. De quien te ofrece en suerte una botella, de vino como es el caso, y pone en tus manos un presente con futuro y nostalgia de pasado.
Para que al cabo del tiempo seas tú quien escribe el mensaje de gratitud en una botella vacía con un mensaje a la deriva; buscando sin apenas esperanzas pero con una insignificante detonación interior, la ilusión de la coincidencia.


Bolognia tiene un encanto particular e incalificable. No lo son sus vistosos monumentos, que no los hay en abundancia, ni su oferta deslumbrante de turismo enfervorizado; deseoso de sustraer el alma de la ciudad con vistosas instantáneas .
A cambio tiene una Atalaya, un anillo circunvalante de calles amplias, y una gran plaza donde desembocan infinidad de calles más angostas y ensortijadas. Y por encima de todo, una vitalidad contagiosa y activista que enarbola con orgullo la rojez de su paisaje. Cuando decidí como un acto sintomático del subconsciente, establecer el campamento base de mis pasadas vacaciones. Estoy casi seguro que debió haber algún echo inapreciable que sacudió mi decisión, aun considerando mi escepticismo como una media virtud en tratamiento. De quien no cree en el destino, pero sin embargo lo desea y anhela, con incluso cierta templanza.
Y desde luego no hay mejor manera de dar forma sólida, táctil y sensorial a un recuerdo, que apropiarse de una pequeña parte que del líquido que discurre por sus calles, terrazas, y Osterias, sus vinos.


Antes de dejar a nuestras espaldas la estrecha Vía Drapperie, y perdernos por escondites de callejuelas laberínticas y pequeños pasajes. Hay que bajar hasta las tripas de la Enoteca Gilberto para descubrir lo qué se esconde bajo su aparente fachada de reclamo turístico, en uno de los pasajes más auténticos del Centro: Un maravilloso repertorio de prácticamente todas las zonas vinícolas de Italia, de las que doy fe que son tan amplias y contrastadas como para no acabarlas ni en dos vidas http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Vinos_de_Italia
Como veis he dado un rodeo rocambolesco para acabar en un vino que no pertenece a la zona de Bolognia.
Pero sería de una injusticia pretenciosa ignorar lo que fue mi auténtico día de disfrute a solas por las calles de la ciudad roja, y “que me quiten lo bailao”: La familia en la piscina a gozo y disfrute de una soledad entre naturaleza sin parangón alguno, y el cabeza de familia a la busca y captura de la Enoteca perdida. Al final y por aquellas casualidades y porqué no, por arte y gracia de alguna camarera generosa. Me perdí Strada Maggiore abajo donde conviven en perfecta armonía Cafés, Bibliotecas, Museos, Mercados Municipales y Academias musicales. Alejado del bullicio del centro, allí se encuentra la discreta Antica Drogheria Calzodari y siguiendo recto esa misma Vía Petroni, se desemboca en Vía Guerrazzi; lugar donde se ubica el negocio familiar de Il Caffé Bazar SAS, y donde topé con esta delicia.

Habrá quien piense si es necesario dar semejante rodeo para hablar simplemente de un vino, teniendo en cuenta que acabo escribiendo de más de temas quizás intrascendentes, en vez de centrarme en el asunto en cuestión. Estoy convencido que es así, es más, puede que en realidad el vino, la música, o cualquier otro disfrute sea tan solo un pretexto para invocar las sensaciones, momentos o experiencias, que en realidad son lo importante; o eso, o dejar en manos de la memoria los recuerdos.
Odio con toda mi alma las meras notas de cata, asépticas, concisas que se asemejan más a un telegrama en morse, que al verdadero valor esotérico de los sentidos en movimiento. Todo lo que aglutina ese elixir de la naturaleza, donde los elementos y el mimo del intelectual juegan un significado único e inimitable. Y donde la pleitesía que le rendimos debiera estar exenta de clasismos y elitismos; al fin y al cabo para que trabajen los sentidos que nos han sido otorgados por esa misma naturaleza. Tanto que debería ser impuesto por decreto el buen uso de una copa en condiciones, o el tiempo necesario para que el vino coja aire y se transforme.
Y doy por echo que con esto que digo más de uno piense que volvemos a caer una y otra vez en ceremoniales absurdos. De la misma manera que yo pienso con total convencimiento, que confundimos tocino con velocidad, formalismos con pedantería, o populismos con incultura; tan dados como somos a quitar importancia a lo que se la merece y ensalzar al “espabilao”.


Pero eso es harina de otro costal y vayamos a lo que nos interesa, nuestro SARTARELLI TRALIVIO. Un vino blanco despojado de presuntuosismos que se elabora a doscientos y pico Kilómetros de Bolognia, siguiendo la linea costera del Adriático. Allí encaramado a una montaña desde donde se domina todo el Valle se encuentra Poggio San Marcello, un pequeño pueblo amurallado de origen medieval.
A 350 mts sobre el nivel del mar y derramadas sobre las laderas que desembocan en el Río Sino, las viñas de Verdicchio legadas más por el código secreto del terruño, que por el propio interés hereditario. Podrían ser otras uvas, otros vinos e incluso una manera distinta de divulgar un producto familiar. En cambio Donatella Sartarelli junto a su marido e hijos, decidieron el camino más arraigado para con su padre: Elevar el Verdicchio al lugar privilegiado que se merece, dentro del denostado mundo de los blancos que conviven a la sombra de los populares tintos Italianos.

Sartarelli elabora cuatro blancos (Classico, Balciana y Passita) junto a este TRALIVIO del 2010; fruto de las viñas más antiguas de la finca, e ubicadas en el Noroeste de Poggio S. Marcello.
El Tralivio es un blanco fácil y franco que combina a la perfección con cualquier plato de pasta (y no me refiero solo a los Macarrones de nuestra Abuela). De color claro y reflejos verdosos encanta desde el primer momento por el aroma tan particular que desprende, un perfume que me transporta en lo personal y de inmediato a mi primera paternidad: Ese aroma delicado e inconfundible de los venidos al mundo (Mustela, talco), sábanas blancas, el frescor del musgo y la sensualidad de la crema, los polvos de nácar.
Tiene una entrada en boca cremosa e untuosa, aunque contradictoria, pues ese paso ligeramente glicérico contrasta con un pellizco de acidez a medio camino de se ocaso; donde se deja entrever el carácter corpulento del del vino Italiano por indistinto que sea su color de piel. Para rematar con un final maravillosamente largo y un postgusto ligeramente amargo con recuerdos a Hinojo, Pera, y Melocotón.
Un vino blanco que se esconde como muchos otros tras la austeridad de su etiqueta, algo por cierto, que no deja de maravillarme del país transalpino: Esa forma de hacer de lo sencillo y austero, una virtud que aun con la universalidad de su cocina y de sus productos autóctonos, muy pocos han sido capaces de captar esa esencia secreta y de terruño. Esa extraña convivencia de lo más fashion y frívolo, con un arraigo por una materia prima de calidad irrenunciable, o un sacrificio natural donde lo rural, histórico, y moderno ceden entre si para que todo sean contrastes hermosos, naturales, cargados de demencia cotidiana.
Por eso seguramente es posible dejarse sorprender por la idiosincrasia de sus vinos, pese a haber sido durante bastantes años explotados y exportados sin el suficiente criterio, al igual que su cultura culinaria. En apariencia brutos por el contenido tánico de las pieles de sus uvas, y verdaderos transformistas y contorsionistas a la hora de conformar caldos a los que tan solo hay que darles tiempo, paciencia, y aire que respirar. Con tan solo esos tres preceptos veremos que su apariencia abrasiva y ácida se acaramela como una gata en celo, para pasar a desnudarnos todos sus encantos; y un rango de sensaciones que se escapan muy mucho de aquello a lo que estamos habituados.


Bolognia puede no ser el ideal de ciudad para invertir nuestros ahorros en el viaje de nuestra vida, es cierto. Están Florencia, Roma, Sicilia, o Venecia... y un si fin más; todas ellas con un montón de encuadres con los que completar nuestro álbum, en el que envasar nuestros recuerdos.
Yo sin embargo la prefiero a ella y a tantos rincones donde despojarnos del típico tópico de leyenda urbana, precisamente por eso; por su ausencia de belleza artificiosa. La suya es quizás más una belleza etérea que uno ha de construir a fuerza de contacto humano.
De cultura enterrada en el pasado de aquel epicentro histórico del descubrimiento, como signo vital de la evolución rupturista y sosegada. Del estudio de nuestro sino como un elemento más que se entrelaza con aquello que por no ser forzosamente bonito, rezuma de carisma y de energía vital. Y desde luego, no hay nada más lucrativo y educativo que una sana conversación donde damos y tomamos de nuestra interculturalidad.
Solo ahí se dan las condiciones para que el conocimiento rompa los prejuicios que nos esclavizan y maniatan. Descubrir aquello que ni en el más remoto de tus sueños podrías imaginar. buscar y encontrar para sentirse vivo.

 http://www.sartarelli.it/

martes, 1 de octubre de 2013

PORQUÉ SEÑOR, PORQUÉ!!, O EL PIXELADO DE LAS NEURONAS.






Desde que hace cinco años decidiera aventurarme a tiempo perdido en un BLOG, me hice a mi mismo una promesa pública y personal; la de escribir por pasión o devoción de solo aquellas cosas que verdaderamente me gustasen. Pero los años, la vejez, y las viruelas a uno y en numerosos casos, lo ponen a prueba; y ahora viene cuando me pregunto yo: Acaso señor que estas en los cielos omnipresente siempre tú, ¿eran estas acaso las pruebas a las que te referías, cuando nos encomendaste a dos criaturas en la difícil tarea de instruirlas y protegerlas de la tentadora maldad de la vida?
Es evidente que ese tipo de juramentos cabellerescos, ni son tan poéticos como nos los imaginamos, ni tan románticos como pretendemos.

También me juré a mi mismo después de comprobar como tus cinco sobrinos podían profanar mi intimidad adolescente, que jamás iba a caer en la tentación de tener hijos. Pero ya ves, aquí me tenéis con dos a mi cargo y luchando a diario por dotar sus existencias y la mía propia de sentido común. Como algunos ya sabéis de sobra, todo es una puta mentira. Ni todo es suficientemente malo como uno puede llegar a imaginarse, ni tan maravillosamente lindo como se empeñan en hacerte creer.
Al cabo de diez años de paternidad ya he descubierto lo que puedo aprender de mis sobrinos; hasta hablar de música y compartir placeres. Y la férrea defensa con la que deberé proteger a mis hijos.
Porque señores míos, hay tanto malo por este mundo de dios que se me hace difícil creer que esto iba ser un camino de Rosas, gominolas y chascarrillos. Y no me refiero a la maldad estrictamente maligna, si no a la maldad de calidad; esa, esa si que es jodidamente peligrosa.

Ya ves, me gustan las mujeres, me gusta el vino y hasta el cine. Con los años además de aprender los cuatro preceptos churrimangosos de esto de ser adulto y padre en activo. También he aprendido a disfrutar con la misma pasión del cine de autor o independiente (creo que lo llaman así), de humor zafio y tontorrón, del inteligente, del bizarrismo, y del entretenimiento más vehemente e irreflexivo. Pero joder ostia!!, la cosa ya ha llegado a unos límites hasta cierto punto insoportables ¿hacia falta vender el alma de este modo a la concupiscentes nuevas tecnologías de forma tan desmedida? Ay George Lucas mío!! ¿Donde estás cuando tanto te necesitamos?
Como es de cajón tampoco voy a dármelas de maltratador intelectual: Ni arrastro a mis hijos día sí, día también a conciertos de Jazz como el de hace tres posts. Ni dejo a la buena de dios que se infecten la mente con Disney Channels, Bob Esponjas o Discoberys Channels sin medida alguna, no. Pero quien no ha puesto por excusa el nulo criterio de un par de criaturas, para seguir a Vicente como el que la cosa no va con él, y disfrazarse de cómplice ignorante... vamoooss que se os ve el plumero...



Pongamos por caso OBLIVION, así sí con mayúsculas, protagonizada por Antonio Cruasán (Tom Cruise para los amigos). Un caballero que si en algún momento logró un mínimo de reputación con aquella peli con Gene Hackman y alguna otra más, se ha empeñado año tras año desde que no aceptara las bromas cafres del informal y lo dejara Nicole Kidman, en convencernos que actuando es más falso que una moneda de cuero. El desmoronamiento de todos aquellos mitos que lo hicieron grande en Cocktail, Top Gun o Días de Trueno (“peliculones ellas tres”) han ayudado un poco, porque es cierto que ya no nos creemos que es un tío majo, simpático y dicharachero, alto y apuesto, y dispuesto a mostrar sus dotes artísticas.
En cambio tenemos a un actor en el que todas las películas giran casi siempre alrededor de él como salétiles que adoran a un niño jesús. En su última protagonizada y tal como hace suponer tal título, se vuelve a incidir de una forma relativamente cansina en un futuro apocalíptico devastador, por nuestra mala cabeza; un argumento mil veces explotado y con esta la mil uno. Y debate a parte, curiosísimo y digno de investigación profunda, el juego que dan las nuevas tecnologías a la hora de construir escenarios imaginarios y ficciones dispersas para hacer títulos como churros.
En realidad los hilos argumentales son lo de menos, pues en vista del sueño cumplido por más de uno e ilustrado en un cacharro de plástico inteligente hacedor de diabluras, como es un Iphone o un Sansung de última generación; ha ampliado la imaginación del personal hasta límites insospechados (paradójicamente después no se creen cosas más obvias, aunque ese es otro debate).

En esta ocasión la tierra está devastada, como iba diciendo. Y unas patrullas modélicas, felices y sumisas se cuidan de lo que queda de planeta para que en un futuro próximo podamos viajar a otro más lejano a continuar jodiéndolo; uno es Antonio Cruasán y una jamelga que dice ser su mujer.
A todo esto, unos Marcianos están emperraos en destruir el equipamiento que nos facilite ese viaje a la tierra prometida; vamos un dramón cargado de angustia épica y en el que se vive la tensión a cada segundo. Y del que hay una segunda lectura entre líneas y malsana si así se le quiere llamar: ¿Como quieren hacerme creer que el verdadero drama de la peli es que unos entes externos nos quieran fagotizar, así, de buen rollo? Cuando al final la solución para todos nuestros males es clonar hasta cifras incontables a Tom Cruise (nuestro salvador). Pero estamos locos o que??!! En resumen y coñas a parte, obviando que la película es tan previsible, argumentalmente floja, y derrochadora en cuanto a presupuesto y objetivo; encima es malvada al sugerir una solución a nuestro males con la cría en captura de un bicho peor que Alien y Predator juntos, y más peligroso que un político con mayoría absoluta. TOM CRUISES a cascoporro, que horror!!


En cambio, si la ficciones futuristas a lo J.K DICK triposo te desbordan y te saturan... tienes otras alternativas mucho más realistas y contemporáneas: LOS HEROES MEDIÁTICOS!! ay!


PARDIEZ, NO TE FIES JAMÁS DE LOS REPARTOS!! AHORA ME VES!!



Aprovechando me imagino el tirón que tienen en la actualidad los héroes televisivos, como los personajes que copan la parrilla televisiva del orden de: Discobery Channel, concursos varios con famosos, Franks de la Jungla, o viajeros triunfadores donde ver reflejada nuestra miseria humana. ¿Porque no hacer un peli de Magos Superheroes? Algo tan mitificado y arraigado a nuestra infancia como el Circo y la Magia, pero mucho más ambicioso y mediático; vamos, un cocktail tan nuestro como el día a día.
Lo primero que te atrae de la película en cuestión AHORA ME VES, es el reparto/trampa/reclamo que tiene: Morgan Freeman, Michael Caine, Woody Harrelson, o Jesse Eisemberg. Craso error muchacho!! todos sabemos que a día de hoy el reparto no es una garantía fiable de calidad; basta con ver las últimas pelis de Robert de Niro, Dustin Hoffman, o Al Pacino. Después tenemos el argumento, sinopsis o trama: Un grupo de supermagos llamados los cuatro jinetes, ay que me troncho, que retan al FBI a detener una ola de atracos mastodónticos a lo Ocean Eleven, pero con menos gracia e inspiración.


En resumidas cuentas y sintetizando al máximo, el mensaje que se puede extraer es un: “Todo es posible en esta vida nos de dios” y no solo todo es posible, si no que además Morgan Freeman en el papel de especialista de Magos galácticos, te lo argumenta y explica con todo lujo de detalles; lo cual además de certificar la idiotez profunda de los investigadores de FBI e INTERPOL que intentan atraparlos, es que intentan colarnos a Phineas & Ferb en el mismo plano de Stephen Hawkins. Vamos que te da la sensación tras visionarla que además de tomarnos el pelo, lo intentan hacer con raciocinio y argumentando lo inaudito como algo brillante, inteligente y lúcido (que no lúdico). Casi tan surrealistas como las ruedas de prensa del PP.
Así que el verdadero peligro, horror y chulería de “Ahora me Ves”, no es el guión vacío e insustancial, el desarrollo de la historia sin pies ni cabeza, o el desenlace inventado sobre la marcha. Lo que la hace si cabe, aun más terriblemente peligrosa que Oblivion para unos infantes indefensos. Es que ni siquiera se toma la molestia de situarnos en la tan recurrente Ciencia Ficción futurista para legitimar el “todo vale”, no. Es que encima nos quieren vender lo inverosímil con verosímil; lo cual no me extraña viendo como en la actualidad, la realidad supera con creces la ficción y el surrealismo.



Y no es que tenga nada en contra de la ligereza del entretenimiento como principal objetivo del séptimo arte, no por favor!! Que creo que todos somos lo suficientemente adultos como para admitir que independientemente de nuestros gustos o preferencias, no todo es cine de autor, y la ciencia ficción, la comedia, o el bizarrismo como cualquier otro género , no tienen que estar exentos de calidad, brillantez, y originalidad. El caso es que de un tiempo para acá y con la excusas de explotar las grandes posibilidades que nos da la tecnología al ver cumplido nuestro sueño de tener un cine en casa, ya saben: Pantallas planas de tropecientas pulgadas, sistemas de sonido capaces de poner al vecindario a 7 grados en la escala de Richter, y gafas 3D para sentir el aliento en el cogote del protagonista. Hemos hipotecado la verdadera magia del cine, a costa de cegarnos con espectaculares montajes y efectos digitales sin parangón.



Puede que esta sea la verdadera salvación de los multicines dominantes, en detrimento de las pequeñas salas. O que valga más la pena una buena ficción que la cruda realidad para evadirnos con opiáceos, al fin y al cabo ya lo dice la propia palabra ENTRETENIMIENTO.

Por suerte y aunque uno crea que todo se inunda con oleadas como corrientes marinas que arrastra la marea, no siempre es así. De echo tampoco es que con el paso de los años halla cambiado tanto todo como para andar renegando del futuro y echando de menos el pasado. Ver mierda no es malo, no señor; siempre y cuando uno sea consciente de que es mierda y la acepte con más agrado que resignación. Tampoco es razonable escudarse en los niños, los abuelos, o los compañeros de trabajo (si lo tenemos) a los que no podemos explicar lo que nos gusta (no nos entienden); ni se lo tomen al pie de la letra o se sientan atacados. Todos estamos rodeados de mierda, convivimos con ella, nos la comemos; y además gustosamente, aunque sea por cualquier excusa.
Pero piensen en ellos pobres criaturas indefensas que adoptan los slogans publicitarios como vocabulario habitual. Piensen en sus cerebritos aun mullidos y permeables, sobretodo piense que crecerán; que ahora son más o menos maleables, pero cuando cumplan 16 y midan metro ochenta posiblemente acaben por convertirse en la raza dominadora. Que ahora ya no se emancipan hasta los treinta y largos, poca broma.

LOS DESCENDIENTES


Si es menester se les obliga y punto, ¿que no pueden compartir juegos con sus compañeros de clase y se convierten en marginales? Nooo_paaasa_ná!!, más vale raro que lelo.
Yo por mi parte me permito la licencia de recomendar dos películas, que como mínimo pueden servir para equilibrar la balanza. No es que sea dos peliculones ni que halla que estudiar un master, aislarse del mundo, o ser raro raro raruno. Con ser un poco curioso basta. Una se estrenó el pasado año y está dirigida por Alexander Payne ( Entre Copas, entre otras): LOS DESCENDIENTES
Protagonizada por George Clooney y donde participa también como actor secundario el hermano de Jeff Bridges, Lloyd Vernet Bridges (detalle chorra pero...). Esta cinta que pasó de puntillas y sin hacer apenas ruido; quizás por la saturación extenuante del prolífico actor, o quien sabe si por lo injustas y dañinas que son las breves sinopsis. Y que se hace de querer sobretodo, por lo entrañable del personaje que interpreta George: Un padre bobo que se halla en ese difícil momento en el que, todo parece superarle: Su matrimonio, sus hijos, su familia en general, e incluso su valentía como persona adulta que se enfrenta a si mismo.
La película modo historia cotidiana, y con la que es fácil sentirse familiarizado, hace equilibrio entre la comedia y la compasión por el protagonista. Y tiene como gran mérito precisamente eso: El saber mantener con naturalidad ese equilibrio entre lo trágico y lo cómico, sin caer en la comedia ñoña ni en la frívola; más bien en un humor negro que tenemos muy por la mano cada día.
En realidad la película comparte con su antecesora “Entre Copas”, esa fascinación por las paradojas de la vida, y lo putas que pueden llegar a ser; aunque sean ambas dos historias diferentes en contexto y argumento, con más sustancia de lo que a primera vista parece. Un retrato de las personas y de los dilemas en que nos propone la vida a base de exigencias y responsabilidades, que normalmente da mucho más juego que la ficción si como yo, soy de los que alucináis con la fauna humana y nuestra complejidad. Que digo yo también, que igual no es una cuestión de calidades de cine como pienso, si no de una obsesión enfermiza mía de boyeur y del psicoanálisis de lo propio y lo ajeno.


Y para acabar con este examen de conciencia sin querer juzgar, apuntillar ni separar por castas, finalizo con una novedad; creo que es la primera vez que escribo sobre algo que aparqué hace meses.
THE PLACE BEYOND THE PINES o lo que es lo mismo, CRUCE DE CAMINOS; y dejemos al margen los carajillos y las setas alucinógenas que rigen el criterio de quien decide adaptar los títulos al Castellano. Yo prefiero llamarla por el primero, que fue por el que la conocí meses antes de llegara a las carteleras de nuestro santo país: The Place Beyond the Pines, título cabrón donde los halla sobretodo si se la queremos recomendar a un amigo.
Esta cinta poliédrica donde los callejones de la historia nos llevan a infinidad de escenarios diferentes y de la que poco más se puede decir, sin desvelar la gracia en si de la misma: Que se agradece hasta el gimoteo encontrar cada año bisiesto, una película donde la construcción de un argumento supere con creces la de los actores. Donde el director nos pasee por dos escenarios diferentes sin apenas alterar el mismo, y además nos de pie a reflexionar.
Tan solo decir, véanla. Y no dejen de estar en guardia ante los verdaderos peligros de esta vida. Los que nos condicionan hasta límites de servilismo, y que construyen nuestros paisajes propios en paraísos artificiales donde todo es tan normal que asusta.