lunes, 28 de octubre de 2013

NEW MODEL ARMY in MUSIC HALL de BCN 25/10/2013 *DANZAD MALDITOS DANZAD!!




Hay resquicios de la memoria en los cuales la luz solo incide cada tantos años, a veces lustros, quien sabe si décadas. Aquellas que levantaron un grueso y alto muro que delimita lo aceptablemente actual y lo pasado de moda, y por el que solo trepan los nostálgicos e intrépidos.
Este pasado Viernes la actualidad relativa nos devolvió a algunos, una de las bandas más subestimadas y extrañamente simbólicas de los 80. Y digo algunos, por el dilema que le pueda suponer a más de un veterano de guerra como es mi caso; compaginar el avance inminente de la evolución de la música “alternativa”, sin por ello renegar de nuestro pasado más pedagógico y primario.
Aun grabo en mi memoria la primera vez que vi a NEW MODEL ARMY presentar su “The Love of Hopeless Causes” aquel 1993 en la Sala 2 de Zeleste, de reducidas dimensiones. Quien diría que aquel concierto marcaría su declive, tras los años gloriosos del Impurity. La misma minúscula sala que acogió la gira de despedida de PAVEMENT seis años más tarde. Para que os hagáis una idea de lo crueles e injustas que son las modas y las tendencias en esto de la música, ¿acaso alguien se imaginaría, con lo que ahora significan Pavement, actuando en semejante sala?Con los años y el bagaje de idas y venidas que guardo en el recuerdo. Uno aprende a valorar y a apreciar con la suficiente perspectiva la arbitrariedad que mide la actualidad y la calidad; algo tan relativo como el paso del tiempo.
Así que visto lo acontecido desde aquel lejano 93 por el que escribe y firma, con la suficiente serenidad. Lo de este pasado Viernes, fue lo más cercano a pactar con el diablo de la misma manera que lo hizo Dorian Grey; una involución a la eterna juventud momentánea y veloz. Sobretodo viéndome en medio de una melé de Pogo frenético, arropado por aquellos que veinte años atrás nos volvíamos locos de excitación descubriendo bandas y sonidos hasta el momento desconocidos.

NEW MODEL ARMY logró en tan solo hora y media, resucitar un espíritu combativo que en la actualidad me canso de buscar y no encuentro. Su gira de regreso viene respaldada por un nuevo trabajo que viene a conciliar su pasado más brillante, y unos últimos años donde buscaron su identidad sin un resultado del todo satisfactorio. Y la cruzada tiene su mérito, vaya si lo tiene: Ver a un Justin Sullivan defender su idiosincrasia con 57 años, sin perder ni un ápice de motivación, profesionalidad, y pundonor. Bien merece el esfuerzo de verlos por cuarta vez; desgañitarnos, y rememorar aquellas noches. Donde Ramones, Clash, y Madness nos empujaban al centro de la pista para danzar con frenesí en una batalla de amistad y solidaridad.




El concierto comenzó con bastante retraso al borde de las diez, debido a unos problemas logísticos de la banda en la frontera. Así que nos perdimos a unos prometidos teloneros, INMUNE, quienes tuvieron la mala pata de tener que cancelar su aperitivo.
Pese a los inconvenientes de contener una larga cola en pleno centro de Barcelona por más de una hora, y admirar el contraste de la ciudad más “guapa”, con el de los vestigios de las tribus urbanas más aguerridas de los 90. Realmente resultaba una escena rara de narices, e incluso gratificante para mi gusto. Teniendo en cuenta lo raro que nos miraban los lugareños en mi barrio allá a finales de los 80, cuando salíamos las tardes de los Sábados con nuestros peinados, ojos pintados, Marteens o Boppins, y nuestra indumentaria desaliñada.

Acudir a ver a New Model Army cada vez que han visitado nuestro país (tres si no me fallan las cuentas, sin contar el de Justin Sullivan en solitario en la sala KGB). Es sin duda uno de aquellos eventos a los uno acude no solo con la certeza de no salir defraudado, si no que además se produce una curiosa simbiosis donde se mezcla el evidente interés por ver a una de tus bandas de cabecera en la juventud, y volver a encontrarte con viejos y buenos amigos; algunos en su mayoría en un retiro monacal, otros inmersos todavía en el culto a los sonidos que nos dieron luz en nuestro pasado, o como es mi caso personal esperanzados en la grandeza de la música sea de ahora, de antes, o de siempre.
La verdad sea dicha y sin ningún tipo de sentimiento de culpabilidad, son pocas las bandas de mi juventud a las que le dedico fidelidad absoluta en escuchas frecuentes en los últimos años. Y no es que renuncie a su vigencia en la que creo decididamente, solo que también confío totalmente en la importancia que representa saber encontrar el equilibrio entre lo pasado y lo actual; sin acabar despotricando por el rumbo que toma la música en la actualidad.
Lo que está claro de todas todas es que aunque son una infinidad de bandas y artistas los que considero vitales en mi educación musical. Como en las amistades, pocas son a las que otorgo la transcendencia emotiva especial que se merecen; y una de ellas es New Model Army junto a The Smiths y Joy Division (seguro que alguna otra me olvido)

Como es natural y aunque en el ambiente flotara el deseo de escuchar aquellos clásicos que nos indicaron el camino: “Smalltown England”, “Great Expectations”, “The Price”, “No mans Land”, “Better Than Them”, “White Coasts”,225”, “I love the World”, o “Poison Street” por citar solo algunas, ya que mi lista sería innombrable. Tampoco es que me desagradara el repertorio que creo que fue uno de los mejores de sus últimas visitas, y teniendo en cuenta que celebran su 30 aniversario.
Abrieron la noche como es natural con algunas las mejores canciones de su último trabajo, “I need more time”, “March in September” su primer single, o “Did You make it Safe?” que aprovecho para afirmar que dan bastante más juego que algunas de sus tres anteriores discos (personalmente los que más me cuestan de digerir, salvando alguna canción). Sin embargo también he de admitir que con el paso de los años y teniendo en cuenta que para ser una banda de culto, cada disco tiene una personalidad distinta muy marcada. Han conseguido convertir en clásicos temas como “Today is a Good day”, “High”, o “Wonderful way to go”.

Poco a poco y progresivamente fueron goteando algunas de sus temas emblemáticos. Muchas de ellas, canciones que sin ser sus clásicos más populares para los fieles que los seguimos, Followers venidos de toda Europa incluidos (éstos últimos merecen una mención de honor a parte); es un gustazo oírlas en directo: “225”, “The Hunt” que sonó tremenda con el nuevo bajista que los acompaña en la gira, Ceri Monger y que junto a “Here comes the War” llegaron a recordarnos al legendario Nelson de su primera época, donde el bajo se erigía como el verdadero solista.
Para entonces el centro de la pista y el gallinero, como solemos denominar los veteranos a la primera línea de fuego de un concierto. Se había convertido como viene siendo tradicional en los Live de esta banda de Bradford (ciudad del norte de Inglaterra que también vio nacer a The Cult), en un frenético y apasionado Pogo donde los Followers ejercían como maestros de ceremonias con sus espectaculares torres humanas. 
Photo: by Mirian
 
*Los followers para los poco informados, son el nombre que se le dan a sus más fieles seguidores. Gente que los siguió a lo largo de su carrera, y que sin ser una de las bandas más representativas de la escena Post Punk o Gótica de principio de los 80. Gozó y goza de unos de los grupo de seguidores más fieles, quienes los siguen en todos y cada uno de los conciertos de su gira.
Como decía aclaración a parte de suma importancia, el ambiente era un hervidero. Con la sala atestada y observando desde la barrera el sarao que se montó con los primeros acordes del evento, no pude por más que deleitarme con admiración la tremenda escenificación. Juanito con cara de poseído, Franky, Angel, Jordi, Edu... la tropa entera de niños grandes, mano a mano con los irreductibles Followers; con los que bastaba una mirada, el sudor, un empujón y volver a levantarse para transpirar sensaciones. Inevitablemente acabé en medio de la melé, o lo hacía o reventaba de deseos; y eso que mi rodilla derecha me lleva dando guerra casi una semana. Pero de una manera u otra había que revivir de verdad de la buena; creo que hacía casi veinte años por lo menos que no bailaba un pogo de los buenos.
Hubo un pequeño receso para que brotase la enigmática y gigantesca “Archway Towers” de su Thunder & Consolation, que se codeó con una de las canciones más esotéricas de su nuevo disco, “Seven Times” y que ocupó junto a otra íntima “Knievel”, la parte central del set. Y le sucedieron “No Rest”, “Lust of Power” del Impurity, una preciosa “Green and Grey” que parecía invocar al desaparecido Robert Heaton. Una versión semi acústica del “Vagabons” donde a falta de los violines de Ed Alleyne-Johnson buenos eran nuestros coros; para acabar cerrando con “I Love The World”.


En resumidas cuentas poco más puedo añadir. Tan solo que disfruté una de las noches más intensas y felices en años, no solo por recuperar un pasado totalmente vigente, ver reunida a la vieja guardia de épocas donde el género indie ni tan siquiera figuraba en los diccionarios. Y sobre todo poder contemplar a una banda con una energía fuera de toda moda y tendencia, renovar un repertorio por el que los años no desgasta lo más mínimo y donde todavía sobreviven hábitats arcanos a los que no hay tendencias que sean capaces de extinguir.
Es Punk, es Rock, es Folk, es PostPunk?? ¿acaso Gótica? No, son NEW MODEL ARMY y los ejércitos de Oliver Cronwell cantando a las causas NO perdidas.
NEW MODEL ARMY IN GROOVESHARK 

domingo, 27 de octubre de 2013

MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA...BYE LOU




No voy a escribir demasiado porque cualquier cosa dicha ahora quedaría en frivolidad absoluta, incluso este puñado de líneas. Tan solo dar gracias por estos maravillosos años de conocimiento, que nos ha dado a aquellos que nos atraparon sus melodías y su manera de entender la música..

Yo no puedo llegar a decir que escuché mi primer disco de Velvet Underground, pero si que uno de los tres discos que atesoraba mi cuñado junto a muchos otros de Bob Dylan, B52's, Bob Marley, Beatles, Pink Floyd, ELO, o Jethro Tull; junto al Coney Island Baby, Legendary Hearts, y Rock n Roll Animal, fueron mi mejor compañía en tardes leyendo Víboras y Makokis en casa de mi segundo cuñado.
No se si los mejores discos del Neoyorkino. Pero desde luego aquellas tardes con doce años, fueron ellos los que me enseñaron a ver la cara oculta de la música: Aquella que no radiaban en las emisoras musicales ni en la televisión.
Sobretodo y en especial esta canción, Crazy Feeling. Se que no es ni de lejos una de las más conocidas, pero si es mi canción. Por lo menos la que me ha acompañado toda la vida y la que dio pie a descubrirle y a descubrirme.

BUEN VIAJE SEÑOR LOU... Y GRACIAS POR NADA.






martes, 22 de octubre de 2013

NOCHE DE VINO Y COPAS (Superclásico)_2011





Género: Tragicomedia tontorrona.
Nacionalidad: Danesa/Argentina
Director: Ole Christian Madsen

Las tardes cálidas de este Veranillo Otoñal que parece no querer dejarnos al relente del Otoño, dan para ver este tipo de cine sin demasiadas pretensiones. Una tragicomedia con más de lo segundo que de tragedia, que nos llega de Dinamarca; algo ya de por si estimulante. Sobretodo si contemplamos el cine Nórdico con Lars Von Trier estandarte en mano, y los géneros policíacos negros y sórdidos con los que solemos asociar las cintas que de allí nos llegan últimamente.
Ole Christian Madsen

Esta película que llegó a ser seleccionada por aquel año como candidata a mejor película de habla no Inglesa en los Oscar. Está más emparentada a la comedia romántica Francesa o al cine Italiano de los 60, que al estrictamente Nórdico; donde se suele hurgar en las herméticas y a veces atormentadas personalidades de sus habitantes.
Este joven director Danés en cambio, prefiere trasladar el escenario de la historia a Buenos Aires. Donde el carácter visceral de los derbys futboleros Bonaerenses y el carácter latino de sus habitantes ayuda a desproveer de cualquier de rastro Escandinavo la película, dando esa inmediata sensación de cine latino que la caracteriza; quitando al guión y a sus protagonistas de cualquier tipo de trascendencia profunda. De echo en esta película no hay escena , situación o momento, en el que su director no eche mano de su protagonista; que roza lo infantil. O en algunos casos incluso de quizás demasiadas frivolidades para eludir el tono dramático, doloroso y melancólico en el habitualmente trascienden este tipo de situaciones, y del que precisamos para creernos seria la fórmula: Marido despechado que no asume que lo han dejado por otro más joven y dicharachero, y que viaja a Argentina con esperanzas de recuperar a su mujer. Hijo/víctima adolescente desubicado en medio del dilema, y la típica crisis de los 40 que a todos y a todas nos acecha.
Como es evidente Christian intenta con su viaje recuperar aquel amor perdido entre dos mundos totalmente enfrentados: El de su pareja inmersa en el mundo terrenal de las finanzas futbolísticas y el suyo propio, dedicado al mundo de los vinos (aunque sobre este aspecto se pasa más bien de puntillas). En medio de este argumento manido hasta la saciedad ocurren un sinfín de situaciones que son los que le dan un poco la salsa al desarrollo de la historia: Relaciones cruzadas, la aparición del exitoso novio estrella del fútbol, humillaciones, y una realidad dramática a la que en todo momento se intenta barnizar con una felicidad un tanto idiota.
Sí, es cierto, la historia que se nos cuenta con esa voz en off, modo fábula durante hora y media, está plagada de clichés y tópicos. E incluso acentuado por el echo de ser un director Danés precisamente, el que se sirve de los tópicos más sobados sobre los Argentinos y Buenos Aires; aspectos que pueden resultarnos negativos, o incluso tan simplones como para atestiguar los adjetivos que le ha dedicado mucha de la prensa especializada (en especial la Norteamericana).



Es evidente que se podría haber profundizado en detalles como lo espiritual del mundo del vino y lo visceral del deporte balompédico. Regodearse con el drama de una ruptura o tirar por lo recurrente de esa voz narrativa, que nos predispone a un paisaje esotérico donde el amor renace como algo intangible y sobrenatural. Si se animan a ver el film en cuestión seguramente le encontraran toda esa serie de defectos, carencias, y algún fallo más; pero seguro que por lo menos les hará esbozar ni que sea, alguna mueca de sonrisa.
Yo solo puedo deciros que fue precisamente por esa imagen tontorrona por la que me gustó. Porque en ningún momento intenta alardear de solemnidades, ni trascendencias innecesarias y falsos espiritualismos. Porque no quiere ir más allá y no lo disimula en absoluto. Y porque transmite la sencillez del amor, de las relaciones, y de los tópicos dejando de un lado nuestra pequeña obsesión por retorcer algo tan banal y pasajero como el amor.
Seguramente no será una película que grabará mi memoria en un altar; ni falta que hace. Porque seamos justos, puede que nuestros gustos o nuestro afán por buscar constantemente la sorpresa y la reflexión nos haga dirimir y precipitar nuestra vara de medir lo brillante, lo vulgar, o lo mediocre. Pero en ese camino, jamás deberíamos dar un veredicto rotundo a las cosas que pasan ante nuestros ojos; sin antes contemplar la mínima posibilidad del contexto o del punto de vista.