viernes, 31 de enero de 2014

LAS LECTURAS A CONTRALUZ: #FREDERIK PEETERS, FERMÍN SOLÍS, Y EDITORIAL ASTIBERRI.





Salí al balcón y me senté en aquella diminuta silla de plástico que compremos para nuestro pequeño. Hacía un sol radiante y lo suficientemente cálido para contener al impetuoso invierno, pero no tanto como para que las ideas brotasen. Me había empapado la cabeza, y ni por esas era incapaz de construir dos frases completas con sentido. Así llevaba desde el ingreso; intentaba formular, inspirarme en los paisajes que veía desde los ventanales...
Una suerte de éxito si se comparaba con el cuarto cerrado de la UCI. Allí solo contaba la imaginación que espoleaban las drogas, y el ritmo de las constantes cada vez que saltaba una ventosa de su pecho o se quejaban las vías.

Pero lo cierto es que estaba casi seguro que al pasar de los días, en la soledad que dan las paredes de casa, y por fin abstraído del trajín de médicos, enfermeras, y auxiliares. Podría al final dar rienda suelta a su imaginación ¿debería a caso tener tantas cosas que explicar? No sobre lo sucedido; su suerte, o el trauma de estar en el filo del abismo. No, eso quería liquidarlo, licuarlo, y defecarlo como una intrascendente y accidental casualidad de la vida. Él lo que quería era volver a introducirse en esa paranoia vivida en los albores del despertar: Los universos paralelos, esa oscuridad latente con formas metálicas y modulares; llegó incluso a pasear a solas por una ciudad Italiana, para degustar un Salame Bianco con una copita de Amaro Siciliano, y fumar un cigarro. Las lógicas inexplicables e incluso aquello que alcanzaba a razonar.
Viajes al fin y al cabo fruto de los opiáceos, y que con el paso de los días, semanas, meses se sucedieron en una asepsia tan profunda y abrasiva. Y que lo lanzó inmediatamente ha buscar en el Sol, aquello que los antibióticos habían borrado sin dejar rastro; escribir tres líneas seguidas sobre algo, no se qué.

Por suerte no todo se perdió por el desagüe del olvido. Las horas interminables observando fijamente los detalles de la habitación también tuvieron su recompensa. Y de las muchas visitas de familiares y de soledad, aparecieron tres cuadernos ilustrados para matar las horas y aquello con lo que no pudo la enfermedad.
De eso se encargó mi cuñado, y de evitar la tentación de continuar leyendo “El Secreto” de Rhonda Byrne; mal que me pese el feo a las buenas intenciones de quien me lo trajo (un compañero de trabajo). A cambio si que sucumbí a los encantos minimalistas de aquellos tres cuadernos Cómic: Los tres de tamaño distinto, de color también, y tan solo concordantes en la encantadora sencillez del encuadernado que caracteriza a la editorial Astaberri.
Quizás debería ser el propietario quien escribiera estas lineas, pero mi insistencia cansina hizo aguas, y voy a ser yo el que se permita el lujo de rememorar mi afición por los cómics con estos estupendos cuadernos. 
 

En el fondo antes que hablar de meros cómics, (sin restar trascendencia al formato que yo leía con 12 años), podríamos referirnos mejor a historias ilustradas. Por lo menos en los dos relatos del joven Suizo Frederik Peeters y haciendo especial hincapié en una de sus primeras obras PÍLDORAS AZULES/2001.
Empecé sin embargo por EL AÑO QUE VIMOS NEVAR/2005 del Extremeño Fermín Solís. Un formato de historia muy distinto al de Frederik, y donde la narración, el tipo de dibujos, o la forma de ordenar las pautas flota sobretodo en un ambiente de total informalidad. Es ahí donde se sustenta el personal universo de este autor que por edad conecta directamente con mis mismos recuerdos; quizás por eso me lo leí casi de carrerilla. Bueno en realidad por eso y porque la historia que se halla entre sus páginas, tiene más de diario infantil que de relato al uso.
FERMÍN SOLÍS

La mayoría de recuerdos que tenemos aquellos que vivimos el fulgor de los 70's y 80's. Ese tipo de anécdotas que formaban el ritual de nuestra infancia, y que nos hacía vivir cada segundo como un nuevo evento o descubrimiento. Y en esencia, esa manera desenfadada y simple que se desprende alguien que pretende restar trascendencia y remarcar cotidianidad.
El Año que vimos Nevar además conecta directamente con “Los días más largos/2003”, formando así una especie de diario memorabílico de las olvidadas épocas, donde la calle formaba parte de la enseñanza habitual y de una colectividad tan natural como primigenia.



Hablar y soltar unas líneas sobre Píldoras Azules es sin embargo otra cosa bien distinta. Y no es que las páginas estén repletas de ese tipo de trascendencias que nos invitan a fruncir el ceño. No son las historias o el tipo de dibujo desaliñado de Frederik, donde casi se puede rozar con la imaginación un ligamen totalmente biográfico; si no la belleza de la naturalidad de la vida misma y de los seres que la poblamos: Sus pensamientos, sus métodos de autodefensa, las relaciones, y tantas otras cosas que hacen del género humano un torbellino de sentimientos que tambalean constantemente el sismógrafo que llevamos ahí dentro.
Pero sobre todo es una historia de amor tan desnuda, honesta, y sincera que lo acaba convirtiendo todo en algo verdaderamente más sencillo de lo que se empeñan nuestras fijaciones. En verdad es así como es el amor ¿no es cierto? Así nos relata en primera persona el autor una historia donde el SIDA intenta arrebatar el protagonismo, a él y a Cati. Los traumas existenciales que nos atormentan, las decisiones que marcan nuestros designios, el impulso libre que nos arrastra a romper con nuestros miedos, y lo más importante... Un canto despojado de compasiones y lamentos, que nos empuja a buscar la felicidad por encima de cualquier accidente u obstáculo.
Pero lo que más me ha gustado especialmente es la forma tan sana de conectar con quien la lee: Esos mismos trances que todos los adultos nos vamos encontrando sin ser exactamente los mismos, y que nos hacen partícipes de la historia. Las dudas que constantemente orbitan sobre nuestra cabeza, y la manera tan espontánea de resolverlas que tiene ese delicioso e imperfecto triángulo amoroso entre Frederik, Cati, y la criatura.

Hacía una eternidad que no me despachaba con un relato gráfico, y no creo que lamente más en la vida que haber dado mis tesoros más preciados de la juventud, mis cómics. Siempre infravalorados y subestimados tanto si hablamos de los hacedores de soñadores que fueron para mi Víboras, Makokis, Totems, o Cimocs. Y aunque se queden en meros ensayos al lado de Pildoras Azules, consiguen el mismo fantástico efecto: Introducirme entre los trazos imprecisos y sugerentes de los ilustradores, formar parte de esa misma aventura, o suponerme un talentoso dibujante de mundos paralelos y un tanto absurdos. Más incluso que cualquier libro de los que halla leído, que ya es decir mucho.
FREDERIK PEETERS
Acabado el libro más absorbente de los tres, termino con LUPUS/2005 del que ha caído uno de los cuatro volúmenes de que está compuesto. El cual me he leído de una tacada a pie de consulta, mientras me atrincheraba tras sus páginas y su formato más grande por el bien de la humanidad; y de tres niños ajenos que no paraban de tocar los cojines. Así, de la misma manera que lo hacía con doce años abandonado a la introspección más absoluta de la tinta y el olor del papel.

Lupus es una aventura de la que poco puedo contar, teniendo en cuenta la brevedad de mi aperitivo. Suficiente de todas formas para encauzarte en el hilo de la historia, dejarte con la miel en los labios y con ganas de completar la serie. En sus páginas podemos encontrar ficción, o por lo menos un mundo más hostil y deshumanizado; de quien se encargan de humanizar sus protagonistas: Dos amigos aficionados a la pesca interspacial y a las drogas de todo pelaje, a quienes cambia la vida por completo un súbito encontronazo con sus personales demonios personificado en una joven.
Es muy posible que el echo de que la aparición de la muchacha, sea una mera excusa para que la relación de Lupus y Tony choque frontalmente. O un simple ejercicio de aterrizaje fruto de la propia alucinación de las drogas, desventuras, y nihilismo convulso en el que vivían; en una realidad bastante más dura. La de las relaciones humanas, vínculos sentimentales, o al de la misma muerte.








Tres fabulosos relatos vestidos de historieta, que sin duda me ayudaron a vislumbrar ese final del anodino túnel en el que se sume contemplativo uno, en la rutina de un hospital. Y que desde aquí recomiendo por obligada su lectura, en la tarea evasiva de quien se ve obligado a huir de la realidad bruta de un hospital; por suerte también hay sonrisas solidarias que te ayudan a ser feliz.

viernes, 24 de enero de 2014

MERULA 2007 _ Y LAS FLORES DE INVIERNO





Bodega: DG Viticultors, Pontons (Alt Penedés)
Uva: Merlot 100%
Crianza: 6 meses en Inox y 6 meses en barrica 400l. Roble francés.
Graduación: 14%
Precio aprox. 13 Euros




Que hallan pasado más de tres meses desde la última entrada de un vino en este cubículo, no es fruto de la casualidad. Cuando me hice a mi mismo el firme propósito de aventurarme a escribir sobre una de mis tantas aficiones, supuso una especie de pequeño reto; pensando erróneamente en la incompatibilidad de ciertas músicas y su público, con el lastre que muchos puedan temer en los tecnicismos del mundo del vino. Sin embargo soy de los que piensa que no hay mejor forma para aprender, que plantearse constantemente “pequeños retos”. Sin miedo alguno a equivocarse, a ser corregido, o a su vez para aprender de otros intrépidos; así es la vida, un puro aprendizaje colectivo y fraternal o así lo imagino yo.
Tras un duro mes batallando con el apetito y con la reacción natural, de un cuerpo que se ha sentido agredido. Por fin mi paladar parece volver a responder a los estímulos del vino; por lo menos del vino tinto. Ya que los taninos parecían cortar mis papilas gustativas con una acidez hiriente, en mis primeras intentonas en recobrar la normalidad del día a día. Hubo experimentos con Cavas, algún tinto afrutado, y hasta con Riesling Alemanes de baja graduación como último recurso. Todos en vano, pues el inanimado estómago todavía andaba a la búsqueda de su reloj biológico; 15 días si comer sólido se han cobrado su tributo, vaya si se lo cobraron.






Un mes después de mi salida del hospital ha tenido que ser un vino tan particular como el MERULA; heredero singular de sus legados para con el oscuro Mirlo; el que ha despertado los sentidos que tenía adormecidos.
Como un glorioso reencuentro con algo que nos llega indirectamente y sin pretender buscarlo. Así llegó planeando, vivaraz y a la vez sensual ese intenso aroma; yo que tan descreído soy con eso que llaman aromaterapia. Pero de la misma forma con la que rechazo ciertas frivolidades y modas que desvirtúan la realidad. He de admitir que los sentidos (tacto, oído, vista, gusto, y olfato) se utilizan, es cierto; ¿pero acaso los estimulamos y los disfrutamos diariamente? Pueden estar seguros que cuando el cuerpo tiene que echar mano del starter, se echan mucho, mucho de menos. Se podrán imaginar la inmensa felicidad que supone ese despertar. Sobre todo cuando es con el único vino tinto de la joven bodega Catalana DG Viticultors, que por cierto, tantas sorpresas me ha deparado el pasado 2013.
Un vino imponente por sus credenciales, graduación y características; de aquellos a los que jamás cederíamos nuestra mano para un baile. Un monovaietal de Merlot, a la que por cierto no tengo entre mis preferencias, y que sin embargo corrobora con sorprendente exactitud toda una filosofía de creación y elaboración de caldos. especialmente si me atengo a mis primeras experiencias con esta bodega: Un CINCLUS'08 acaramelado donde dos uvas tan irracionales como el Chardonnay y el Albariño comparten cama en plena orgía sensaciones surrealistas. Y un CAVA ROSÉ de Pinot Noir y color tenue con personalidad de Champagne Francés.



DG Viticultors es un joven proyecto con apenas 6 0 7 años, donde dos núbiles enólogos se han propuesto elaborar vinos que rompen de alguna forma con lo previsible. Ofreciendo además una relación calidad/precio; al margen de su catálogo de Chardonnays Generosos y botrytizados, donde los precios se disparan.
Allí a 800 mts sobre el nivel del mar y en dos pequeñas fincas (Mas Fonoll y Sapera), cultivan diez variedades: Pinot Noir, Chardonnay, Albariño, Sauvignon Blanc, Incroccio Mazoni, Gewürztraminer, Merlot, y Laureiro. Es donde Pedro Domenéch Garay y Antonio García Blasco tienen montado su campamento base en el pequeño municipio de Pontons (Alt Penedés), una zona sin D.O y muy cerca de otro joven atrevido, el de COSMIC CELLERS. Unos terrenos pobres y con temperaturas extremas donde el principal objetivo es extraer con un bajo rendimiento, unas viñas muy concretas, y un trabajo minucioso, unos caldos tan personales como diametralmente opuestos a los de la prestigiosa y contigua D.O Penedés.
FINCA SAPERA

Ahora bien, ciñéndome estrictamente en mi último hallazgo sensitivo y secular. Abrir la botella de Merula días antes de mi regreso a las catas, ha sido lo más parecido a una inyección de vitalidad: Asir la elegante botella Borgoñesa, notar su peso y, precipitar su líquido interior en el decantador para dejarse embriagar por ese intenso y acaramelado perfume licoroso.

Porque Merula, tal y como uno puede suponer por su graduación y su crianza. Es un vino corpóreo y denso aunque su lágrima no lo corrobore así, puesto que contrariamente su lágrima es tenue y su robustez ligeramente sensible a la oxidación. En este caso la decantación solo es recomendable si se quieren evitar las precipitaciones y se va a consumir al momento, para en todo caso atenuar su grado alcohólico en nariz. Pero estoy seguro que ese alto grado de alcohol y el echo de no decantarlo tampoco supone problema alguno. Ya que la nariz de este vino es quizás lo más sorprendente del mismo: Rosas secas, caramelo, chocolate negro, un poco de caja de puros, mucha licorella... todo un gustazo que no defrauda en absoluto cuando lo atacamos en boca.
Merula es sobretodo un vino muy bien estructurado y expresivo, si valoramos el riesgo que conlleva usar solo Merlot; aunque estoy seguro que esa guarda en botella no es casual. Tiene una acidez totalmente integrada y refrescante, una entrada agradable a frutas confitadas, a torrefactos, a cacao y a pan tostado. Un final legeramente amargo que recuerda al regaliz y con una longitud media.

Además acepta de buen grado maridajes tan diversos como el Queso Azul, la carne roja, verduras o setas asadas, o incluso una ensalada tibia con queso de cabra. No es un vino exigente para aplacar sus taninos, pues como ya digo están muy bien integrados y madurados.
En fin, un vinazo perfecto para coger carrerilla, y recuperar el placer que supone disfrutar de las virtudes y maravillas de nuestro cuerpo, y de la tan preciada SALUD. Para recostarse sobre la ventana y quedar embelesado con el recio clima que nos maltrata en estos días, poner bajo la aguja de nuestro tocadiscos el Crescent de John Coltrane, y dejarnos llevar.

 

lunes, 20 de enero de 2014

EN 2013 HUBIERON CANCIONES... *SON SON!!, PARA QUE TU LAS BAILES!!




Así cantaban los Chungitos!!; máximo exponente de los ritmos que retumbaban aquellos años donde la memoria se convirtió en crisálida. Ahora que ya solo queremos vivir el pasado, el futuro nos aterroriza y el presente nos asfixia, es cuando eclosionan las mariposas en forma de añoranzas; como si echásemos en falta la autenticidad de las cosas.
Yo todavía estoy poniendo en orden mis trastos en la cabeza. Llevamos ya medio mes de Enero y sin embargo, no logro recomponerme del todo. Es como si los nubarrones y el vapor de invierno hubiesen ivernado mi imaginación también, y las largas horas que permanezco en el cautiverio de mi convalecencia parecen ir a toda velocidad; cuanto más avanza el reloj más alto es mi grado de contemplación: Miro al cielo, a la estela brumosa del sol velado, y al exterior como a un lobo que me causa demasiado respeto.


Mi querida viuda negra
Son dos largos meses desde mi hospitalización, los mismos en los que no vi una ventana en 15 días, 20 que no probé bocado, y 10 sin pisar la calle. Un mes en el hospital y casi un mes desde que regresé a casa. Quince días sucedieron como una nebulosa y donde desaparece todo signo de sufrimiento: Los focos del quirófano, los cirujanos con apariencia decidida deseando rajarte, el frío de la aséptica sala, y una emisora comercial sonando a toda máquina. De ese momento solo recuerdo la frase mientras una bocanada de anestesia entraba por mi boca, “piensa en algo agradable”... Reproché la vomitiva música, y que en mi mente resonó de repente el “Song of Siren” de This Mortal Coil; sin saber porqué mi subconsciente la eligió al azar.
De vuelta a casa al cabo del mes, el mismo desorden de mi cabeza apareció en mi casa como el decorado de una obra escénica. Y es que eso es lo que tienen las obras domésticas. Años posponiendo lo inevitable, intentando acomodar a tus hijos que crecen y a tus bártulos que adormecen en estanterías... Y al final cuando decides liarte la manta a la cabeza, todo se va al traste por una puñetera bacteria (pyogenes la llaman). Un bichito que se ha llevado de un bocado la fuerza de mis extremidades inferiores, eso que llamamos piernas y que hasta el día que no podemos contar con su soporte, no sabemos de lo importante de su función. Tanto que el simple echo de bailar, se ha convertido en una ridícula imitación del bueno de Ian Dury.


desorden

Pero no señor no todo son desastres, a menudo la secuencia de inconvenientes que van surgiendo a nuestro paso y que rompen nuestros planes, tienen una segunda lectura inesperada. Nunca pasa nada sin que halla otro mecanismo que se active en nuestro subconsciente de manera reveladora.
Es cierto como decía un buen amigo mio un mes antes de la noche de autos: - Mi segunda peor experiencia en la vida después del servicio militar, es haber cambiado el suelo en mi piso. - Tajante y definitivo. El hielo y del Daikiri se derritió de repente, y me matizo su angustia por su colección de discos, sus fetiches, y sus recuerdos; algo muy parecido a lo mio en definitiva. Solo que en mi caso, el conflicto de desmontar dos habitaciones, comedor, pintar y encajar más de 1000 discos y CD's me ha dado la oportunidad de volver a resucitar los mejores recuerdos de dos décadas pasadas. Es lo maravilloso de un largo letargo y del despertar; más o menos como el volver en si después del coma que me indujeron. Bueno eso, y que realmente me libré por causas de peso, a subsistir entre trastos y a cultivar mis dotes inexistentes de carpintero.


Estas largas e imperecederas mañanas sin mucho que hacer, me han proporcionado el sosiego para volver a descubrir infinidad de recuerdos fosilizados: Recortes de revistas, carteles para sesiones utilizando a mi familia de cover stars, flyers, los viejos cassettes con los programas de radio en “Canciones desde el Paraiso”, copias de aquel fanzine Pop-eye al que dedicábamos nuestros ahorros y tiempo. Vinilos amontonados, pilas interminables de CD's y... canciones, miles de canciones perdidas en el tiempo. Algunas de las que surtían mis extraños simulacros de sesiones de dj en Fantástico Club, otras mucho más antiguas. Discos que hacia diez años que no sonaban por falta de espacio volverán a sonar en breve, y a buen seguro se volverá a despertar en mi esa pasión dormida por rebuscar cubetas de plásticos; ahora que la moda ha vuelto a desenterrar viejas joyas inencontrables.
primera sesión
Algo así como poner el contador en cero y rehacer el objetivo de nuestra existencia: Disfrutar de quien nos rodea y de lo que nos rodea; objetos que creemos inanimados y que alimentan nuestra vida.


Son en realidad como estas treinta canciones que de algún modo ilustrarán un pequeño universo personal, mi universo. Y que formarán parte de esta inabarcable galaxia de la que forma parte la música y de la que nos retroalimentamos. Aquellas a las que la velocidad por absorber novedades probablemente nos haga olvidar en cualquier recoveco de nuestra difusa memoria. Porque yo tengo una teoría todavía no contrastada, que es la relación entre la velocidad con la que nos ametrallan de información, y la incapacidad de asimilar, contrastar, y dotar de importancia lo verdaderamente interesante y educativo.
segunda sesión
En ella hay algunos de los temas que han conformado las Playlist de este año, canciones algunas representativas y otras no tanto. Unas que se han sumado a última hora, y que de la forma más comprimida posible intentarán contener el recuerdo de un 2013 extraño, violento, decadente; pero esperanzador y revolucionario en cuanto a nuestros propósitos y deseos. Denle sentido.



00_ Intro a cargo de su excelentísimo Sr Coconut
01_ THE OLMS - Wanna feel it
02_ JOHN PAUL KEITH - Everything different now
03_ FANFARLO - Adistance
04_ LITTLE GREEN CARS - My love took me down to the river
05_ BILL CALLAHAN - Javelin unlanding
06_  KEEP SHELLY IN ATHENS - Room 14 (I'm fine)
07_ PSYCHIC ILLS - See you there
08_ CULTS - We've got it
09_ ARCADE FIRE - Afterlife
10_ DORIAN - Los amigos que perdí
11_  MIKAL CRONIN - Change
12_ THEE OH SEES - Toe cutter thumb buster
13_ SR. CHINARRO - El destino turístico
14_ CRIPPLED BLACK PHOENIX - Hold on (goodbye to all of that)
15_ THE BLACKWATER FEVER - Can't help yourself
16_ LEON BENAVENTE - Ser brigada
17_ THE HUNT - Fifteen minutes
18_ TV ON THE RADIO - Mercy
19_ THE AMPLIFETES - You want it
20_ REPUTANTE - Deep set eyes
21_ THE POSTAL SERVICE - A tattered line of string
22_ FOALS - My number
23_ THE BLACK WATCH - Meg
24_ ROY VALENTIN - Ya no importa
25_ OLA PODRIDA - Some sweet relief
26_ I WAS KING - Frozen disease
27_ FOXYGEN - San Francisco
28_ THE OCEAN BLUE - Blow my mind
29_ LOTTE KESTNER - Wrestler
30_ FIDLAR - Cocaine