viernes, 14 de noviembre de 2014

LUNÁTICOS #Reunión, y gira Española 2015





Abrí la portezuela de la correspondencia, y entre tanto papelajo, folleto y cartas del banco apreció allí; esperada postal en satinado semblante: Noticias de viejos y perdidos en el tiempo amigos.
Con la mesa recién puesta y el plato de Dean Wareham todavía humeante en el presente año. Los recuerdos afloran como el paisaje otoñal que nos envuelve estos días, las hojas crocantes y resecas de los plataneros, las brumas matinales, y frescor ya por fin reinante que nos eriza el bello, como esas mismas noticias envueltas de encomiendas.
Luna vuelven a reunirse tras nueve años desde la disolución, en una gira que nos los traerá de vuelta el próximo año. Ocho citas, ocho ciudades; eso sí, sin el ex Chills Justin Harwood.

Desde que Damon Krukowsky y Naomi Yang junto Dean tejiesen entre apuntes y libros universitarios, el patrón frágil pero identitario de GALAXIE 500: Cuatro cordeles, tres nudos corredizos, y un puñado de Cúrcuma y Caledonia para darles color. Dean Wareham se ha hecho acompañar en ese largo camino por numerosos compañeros de viaje hasta nuestros días. Tanto en el trío neoyorkino con el que desmigajaban los apuntes de la Velvet y el bueno de Lou. Hasta las últimas noticias que tuvimos en el 2010 de DEAN & BRITTA; ese proyecto conyugal mullido y balsámico, al que ha dedicado los últimos años junto a su nueva pareja B. Phillips.
En medio de esas dos épocas, inicial y final, Luna. Banda que Dean Wareham lideró la mayor parte de su productiva carrera. Diez discos, si contamos un directo y un par de compilaciones. Y diecisiete años, que son exactamente los que me separan, desde que por primera vez los viera en directo el 14 de Noviembre del 97 en la sala Bikini.

Tan solo olisqueando la pasta de papel de la postal y acariciando con los dedos el tramado microscópico del brailei de la caligrafía, se amontonan los recuerdos de aquel otoño en forma de fotogramas:
El primer concierto al que asistí con mi hermana mayor; la de en medio de cinco, y a falta de unos New Model Army con los que contentar su iniciación a bandas raras. Con ella, mi pareja, y mi excuñado perdido años más tarde en la espiral de las drogas; ya no están juntos desde hace un puñado de años.
Y los años nos cambian, cambiamos con ellos, y todo parece tan distinto. El tiempo tiene esa cualidad cruel y a la vez dictatorial, por la cual todo cambia y nosotros en nuestra caprichosa memoria lo transformamos a nuestro antojo como ilusionistas. El recuerdo es distinto, mucho más generoso. Vela lo sucio y corrompido, y nos deja para nuestro disfrute lo más memorable; y si no, la nostalgia se encarga impregnar los recuerdos con ese perfume estimulante a café recién hecho. Sí, es así, mis recuerdos me huelen a café crudo y sábanas limpias.

El bajo desgastado del uso por el ángulo superior derecho, de Justin Harwood. Sus acordes distorsionados cuando “I Hop” se detiene para volver a coger carrerilla. La voz de barítono de Dean con el pito de caña chirigotero, con el que nos acunaba a ritmo de “Everybody's Talkin'” de Harry Nilsson. O los punteos sostenidos de Sean Eden emulando a Will Sergeat o Robby Krieger.
Todo está ahí, comprimido en un rincón trasero del hipocampo. Tan fuerte y determinante en analogía, que nunca más volví a interpretar los mensajes del cuerpo celeste en sus influyentes modulaciones orgánicas como antes. El subir de mi marea interna de la euforia al desazón, la atmósfera flotante de la apertura con “Sideshow by the Seashore”, hasta el cierre con la cover de Beat Happening “Indian Summer”. Estados de flotación al llorar con “Tracy I love You”; Tracy es solo mía y su amor me pertenece!! Desarmado de rodillas, postrado ante “Moon Palace”:
well we're travelin' light
gonna speed through the night
only now you recall
it means nothing at all
you were stuck in a dream
and you wanted to scream
but it's nothing at all
no it's nothin'
Al ascender las escaleras que llevan de la cárcava del auditorio de Bikini, hasta la calle. Nos salieron al paso las cámaras de BTV (Barcelona televisión); que responsabilidad la mía, dar testimonio ante unas cámaras de tan trascendente momento: - Que os ha parecido el concierto de Luna? - Muy buenos uhmm...duda, respuesta intrascendente total, ¿muy buenos?. Como si en una sola respuesta se pudiese resumir la gráfica del cardiograma de aquella noche.
Al día siguiente quien por entonces fuese mi oficial en la sufrida tarea de construir de naves, cerramientos varios y cubiertas de sol a sol, me dijo: - Saliste en la Tele anoche y te vimos, hostia!! si es él. Puede que el tipo más cualificado para dotar de significancia el atributo de “Grandísimo hijo de la gran put.”; despreciable, bebedor, ludópata, egoísta y cualquier exabrupto que se te pueda pasar por la cabeza. Tan cordial y amigable nuestra relación laboral a lo largo de 4 años, que llegué a amenazarlo con tirarlo desde el tejado de una nave.
Pero no creáis que me alteró, fue como si resonara en mis sienes “Beautiful View” y de repente me dominase una total apatía y serenidad. El perdón y la absolución ante un imaginado rayo desintegrador saliendo de mis ojos, que lo hiciera desaparecer por siempre. Hacer una mueca de aceptación. Y dejar que “Lost in Space” con su cadencia tan de un L. Reed misericordioso, lo devolviese a la más absoluta ignorancia. Ese tipo de actos mil veces imaginados que hacen a veces, que tu deseo más oscuro sea solo eso, otra vida que solo ocurre en tu imaginación. La realidad siempre es mucho más discreta, simple y escueta: Haces un gesto por no extenderte en explicaciones ininteligibles, y la cabeza debajo del ala.


No se donde estaré ni estaremos dentro de cinco meses; en vista de lo impreciso de los planes a largo plazo. ¿Acaso muertos, indispuestos? ¿Habré comenzado a trabajar por fin tras mi dolencia? nosotros, o ellos. Quien sabe lo que nos deparará el mañana, a veces ni el presente. Todo sucede o se intenta, como una sucesión natural de acontecimientos. Y lo que es seguro es el pasado, aunque no siempre. Ya sabéis que la nostalgia lo moldea a su caprichoso antojo; todo depende de la necesidad de recordar cosas bonitas, o trágicas.
Ahora eso sí, de lo que estoy totalmente seguro o por lo menos dispuesto. Es que mientras transcurren los días esperando que el tambor del revolver nos disponga un desenlace; cómico, trágico o terrorífico. Lo voy a esperar susurrándote al oído... Todos los hechos y actos de cualquier día, serán almacenados y liberados como esporas en un hipotético mañana. Como un sinfín de fantasías, realidades detalladas... o como una mezcla de ambas. Siempre balsámicas por supuesto, como una cataplasma de hiervas con las que abrir nuestros alvéolos.

jueves, 6 de noviembre de 2014

ESE DÍA QUE CHUCK PROPHET... IMPARTIÓ FÓRMULAS MAGISTRALES PARA SURFEAR EN LA NOCHE BARCELONESA_ Sala Sidecar 03/11/2014










Arreciaban vientos borrascosos e intimidatorios sobre la cálida noche Barcelonesa del pasado Lunes. Pero antes de que entrásemos de cabeza al Otoño en pleno estado de shock. La ahora decorosa y “bonita” Plaça Reial, nos tenía preparado un último siroco cálido y taquicárdico, con Chuck Prophet y su Mission Express montados a lomos de un Nimbostrato, surfeando de nuevo la noche Barcelonesa.


 Dos años y pico después de que nos evangelizara con la inverosímil “I Did You” a golpe de “rama lama ding dong”, en esa tarde balompédica primaveral. El hombre de la sonrisa perpetua Chuck Prophet, regresaba con un recién publicado y aún humeante Night Surfer: Más reflexivo, reparador y cálido, pero igual de efectivo que su exitoso Temple Beautiful del 2012. Uno de esos discos a los que a un servidor se le antoja como un oportuno masaje en las sienes, tras una noche de excesos fraternales alcohólicos.
Justa y precisamente como acabó la noche de este pasado Lunes. Y ahora me vais a decir que no hay mejor forma de empezar una semana ¿verdad?, cierto. Sí señores, la cosa apuntaba a hito coyuntural con la experiencia que le da a uno haber certificado años atrás el fenómeno que supone disfrutar del Californiano. Bregado y trillado en mil y cientos proyectos aventureros, cargaditas las alforjas de guiños (todos ellos de buen terroir), y montado sobre la mula. Como si así de buenas a primeras se nos apareciera por la aldea Melquiades, y nos viniese a traer lo mejor de cada género con estilo propio inigualable.


El menda que aquí firma, que con los años ya se ha vuelto una pizca más previsor y organizaico. Convenció a otra alma descarriada, en este caso un compañero del trabajo (Angel by my Angel); al que no hay que insistir o sobornar para que se apunte a un bombardeo, pues es con el único que comparto gusto, música y lamentos. Y allí que nos fuimos al galope con la furgoneta del curro, con dos bocatas de jamón del güeno, dos copas del Ikea, y una botella de Les Crestes del Priorat para amenizar y calefactar el alma; y si eso no es ser ya previsor, que venga mi madre y me abofetee la cara. Llegamos justos como el Ave a Campo Grande a las 21:00 en punto. Cierto que nos perdimos la birra preconcertil, pero con los bocatas y la botella de vino, la verdad es que no nos supo mal el pormenor. El personal dispuesto a enfilar a las tripas de la sala Sidecar (garito para los amigos), y nosotros apurando el último pitillo para meterle mecha al calderín.
Y perdonar que me extienda en detalles, pero no concibo un concierto sin los prolegómenos ceremoniosos. Esa sala Sidecar que tantas historias me ha proporcionado, abovedada,subterránea, y pendenciera. El primer y único garito donde escuché una canción del Taste de The Telescopes allá por el 89, que ya es mucho. Que puede que ese detalle os parezca una pollada, pero para mi significaba mucho encontrar un sitio por entonces donde se ofrecieran guitarrazos a cambio de golosinas para indiekids.
Cierto es que con los años ya no es lo que era, pero el sitio es el mismo. Ese escenario de medio metro de altura, esa portañuela de acceso al escenario desde su pseudocamerino donde el primero que sale siempre se aporrea la cabeza. Ese sentir el aliento del artista y el salpicar de su sudor en tu cara... en fin, ese tipo de cosas que te hace sentir partícipe del momento. Además y para más inri, sonó primorosa como los propios ángeles bajados del cielo. Pero al lío que me disperso.


Bajamos las escaleras que nos sumergen en la subterránea sala. Y tal que así, nos encontramos a Chuck charlando con la mesa de sonido tipo camping que se encuentra ubicada a la izquierda según entra: Foto de rigor modo fan activado con el menda (la foto salió borrosa, vaya por dios), simpatía a raudales, su particulares pintas de Billy el niño a la Californiana; esta vez sin sus botines Chelsea. Total que como alma que lleva el diablo, tiramos sin dilaciones hacia los urinarios para aliviar carga y acomodarnos. Y allí no quedamos, al fondo a la derecha, de espaldas a una barra y con el escenario a escasos dos metros.
Empezó JONAH TOLCHIN sobre las nueve y media: Un muchacho de fragilidad aparente y visible bondad, con solo mirar su tierno semblante. Que con el simple gesto de subirse al escenario y colgarse su guitarra, se transforma en un mago salvaje de las seis cuerdas.
Nos tocó seis temillas de su último trabajo “Clover Lane”, y nos dejó alucinados, así de buenas a primeras. Sin instrumentación que le acompañase, salvo la versión electrificada de “Midnight Rain” que se calzó hacia el final con la Mission Express. Verlo versionar a los Rollig y tocarnos algunos temas de su último disco (Mockingbird, Diamond Mind, o Low Life, creo); y perdonen mi ignorancia. Fue puro vendaval con el instrumento en sus manos (en el buen sentido), una gozada escucharlo a pelo y mucho más si se cata el disco en cuestión.
Ahora fíjate que me arrepiento horrores no haberlo comprado, ay!!



Lo que si ilustró y con creces, fue el vinilo y el saquito que me compré del profeta; por cierto, pese a que Nickochán me sopló la M, la L se adapta con gusto y gracia a mi apretao torso.
Noche donde se dieron todos o casi todos los requisitos para que la velada fuese grande entre las grandes: Predisposición a gozar como cerdos con el barro, compañía inmejorable la que se alineó cual equipo en formación (Nikochan & Bros, Mr. Guzz, mi compi Angel...) y lecciones genéricas desde la A a la Z.
Y es que Chuck Prohet tiene el arte y el birlibirloque de conjugar en infinitos parafraseos, las 20 madres musicales de las que ha mamado: Rock & Roll, Garaje Rock, Blues, Soul, Folk y hasta Pop. Y todo lo hace desde su idiosincrasia personal, estilo único vamos. No es que te recuerde a tal o a pascual, es que le da todos los palos; como Manolo Caracol.
Y lo hace con tal soltura, pasión y poder contagioso, que bien podría tratarse de un mitad Beetlejuice, mitad Arsenio Hall emulando al predicador del príncipe Zamunda. Es por eso que cuando el menda alucinó pepinillos con Temple Beautiful/2012, y se disposo a escarbar en su repertorio discográfico. Descubre que en los 24 años de carrera en solitario, y si se quiere en su antigua banda Green on Red, hay mucha y distinta chicha en la que indagar:
Discos tremendamente comerciales y rasurados como The Hurting Bussines/1999. Otros más enraizados como Brother Aldo/1990, bluseros como el No other Love/2002, o incluso algunos donde todo se mezcla; Age of Miracles/2004 y Soap and Water/2007. Aunque hay que meter los hocicos en ¡Let Freedon Ring!/2009 y Dreaming Babylon Dreams/2007 para descubrir al nuevo Chuck Prophet. Dos discos tanto o más buenos que los últimos con los que se ha abierto paso a un público más amplio, y más acordes con el Chuck Prophet que conocemos ahora.

Pero en directo, ay en directo!! en las distancias cortas Chuck Prophet transmuta en una bestia parda sobre el escenario. Versátil con la sola ayuda de astillada Telecaster, y con una banda que sonó en Sidecar mejor que nunca: El bajo ondulante y sedoso de Kevin White, el complemento perfecto en la piel de James Deprato que suplió la falta de protagonismo que tuvo dos años atrás en Apolo. No sé si por estar justo en frente de nosotros, o simplemente porque Sidecar sonó más empacado que Apolo (de mayor tamaño).
Pero si hasta se agradeció la incorporación del nuevo batería Prairie Prince; para mi gusto mucho más polivalente que Todd Roper. Tanto que creo que nadie notó la ausencia de los teclados y los coros de Stephie Finch; dando por consiguiente un áurea mucho más Rockera y directa al concierto.
El perfecto pisotón de acelerador despegó con la vacilona versión de L. Reed “Rock & Roll Heart”, satanás lo tenga en su gloria. Toda una sincera declaración de intenciones, ya que la noche sería de Rock frontal en cada una de sus modalidades: Guiños a John Fogerty y la Credence, o por ejemplo a Alex Chilton y una reescritura de “Bagkok” del 79 que originó un Rock & Roll garajero y cavernoso digno de los propios Cramps. Y el “I'm not Talking” de Yardbirds que también sonara en su otra visita, y con la que cerró la noche con J. Tolchin unido a la fiesta.
Aunque menos que en su anterior visita, las dos horas largas de concierto dieron para rescatar algunos olvidados temas de su discografía: La casi imprescindible “Sonny Liston's Blue” con la que arrancara aquel 2012, “Summertime Thing” del imperdible Let Freedon Ring!; donde la guitarra de cuerdas trenzadas de James Deprato hizo las delicias de un servidor. También hubo ocasión de bajar cuatro escalones más hasta “Automatic Blues”, para los más puristas y “I Bow Down and Pray to Every Woman I See”; otra de esas canciones menores reconvertidas en puro swing. Pero lo cierto es que Temple Beautiful sigue sustentando los pilares de sus conciertos, con los momentos más memorables. Y es que el disco es jodidamente bueno.
Tiene esa virtud de aunar la raíz de Rock&roll y Folk con el Punk Nuevaolero que tanto ha mamado Chuck en su juventud. Suena perdurable en el tiempo, y ese creo yo, es buena parte de su éxito en general y el de sus directos en particular.

Y para lo que son las cosas, si hace dos años las canciones de Temple en directo me dejaron un poco pse!!; si las he de comparar con las antiguas, a excepción de “White Night, Big City”, infalible con ese rollo Neoyorkino que transpira. En esta ocasión me han elevado al cielo, sin acabar de acertar si el secreto ha estado en el protagonismo de la banda en esta sala más reducida. O es que el repertorio más melódico se ha ajustado mejor a las dotes con el slide de Depranto.
Castro Halloween” muchachos, como sonó Castro Halloween... Ver tocar a un palmo a Deprato ese Slide armónico, es casi orgásmico; para mí, la mejor de la noche. “Willie Mays is up at Bat” y Deprato venga!!, sin dar tregua con sus notas infinitamente alargadas mientras Chuck incendiaba al personal. “Who Shot John”, “The Left Hand and the Right Hand” o la ultracoreable que da título al disco en cuestión. Otras tres que se alternaron con temas de su nuevo Night Surfer/2014. Un disco con más oxígeno, que se complementa a la perfección con el ovacionado Temple.
Si alguien pensaba que estas canciones nuevas perderían fuelle con la ausencia de S. Finch emulando las maravillosas secciones de cuerda que tiene el disco, es que subestimaba los recursos de la solvente Mission Express:

Tell me Anything (Turn to gold)” sencillamente sublime. “Countrified Inner City Technological Man” detonante, dándose la mano con una de esas primeras canciones redentoras de su última entrega: “Wish Me Luck”, de aquellas que se te enganchan al corazón y te desangran.
Ford Econoline” muy por encima de sus posibilidades. Y con “Guilty is a Saint” que sinceramente es una de mis preferidas, bajó el pie, acústica en mano y haciendo pareja con “Tell me Anything”. De los pocos momentos lánguidos y más relajados del concierto; necesarios.

Sin tregua desde el minuto cero y pese a que las dimensiones del escenario no daban para muchos desmadres. Bajó guitarra en ristre a la platea, volvió a ser ese colega que proclama el Rock libertario a los cuatro vientos, y triunfó, así:
Chuck Prophet es un animal de escenario, carretera y manta. Un auténtico Road Artist capaz de transmitir en escena y con unas dotes para reinventar su cancionero inverosímiles. Por eso seguramente, aunque nos prometíamos a todas luces un cierre a lomos de la sempiterna “Shake Some Action” de Flamin'. Los allí presentes, acabamos con una sonrisa de oreja a oreja. Sí amigos, el profeta sabe hacer feliz a la gente, y eso no tiene precio ni unidad de medida que lo valore.

Una noche para enmarcar, sabiendo a ciencia cierta que esos acordes solo se los volverás a escuchar sobre un escenario. Fotografía en familia bloguera con Nikochan, su hermano, el señor Guzz, mi amigo y Chuck, cargaditos de tesoros: Camisetas, algún vinilito, y a dormir como niño con zapatos nuevos. Eso es terapia y medicina contra la mediocridad, todo lo demás inventos insustanciales.

lunes, 3 de noviembre de 2014

EL DORADO: DÖNNHOFF, DR. BÜRKLIN & GRANS-FASSIAN




Las catas nuestras de cada jueves dánoslo hoy, amén. Van camino de convertirse en una continua celebración non-stop. Un arranque tan fulgurante y trepidante la de este curso, que si no fuese porque yo ya cumplí con mi cometido, aprovechando un paseo estival por Porrera. Entendería a la perfección la duda y el desasosiego de Dimi (Dimitchell, compañero Puertorriqueño del grupo), cuando nos encontramos la tarde de todos los santos camino de nuestra compra vinícola de rigor. Y con la suya en mente para dentro de dos semanas.
Algo además que me obliga a taquigrafiar cada uno de los hechos, para que no te olvides, ni siquiera un momento. Y no es que sea solo el motivo de celebración: El cumpleaños de uno de nuestros principales guías de caldos allende los mares CarlosVadebacus Vdb Man”; Barolos, Champagnes y Rieslings varios. Sino que cuando el mismo que viste y calza (por los pies siempre), dice que será una cata especial. Es la llamada selvática más salvaje y primigenia la que nos reclama, como esos cánticos de la Calíope y Musa que nos hechizan por curiosones y golismeros.


Con las puertas del infierno abiertas ya a las ocho y cuarto tocadas, y esa noche que se nos engulle con las luces del carro perdiéndose entre sincrotrones desvalidos y autostopistas de dudosa reputación. Y como si un mitómano George A. Romero empujase a practicantes adictos al footing a perseguirme cual almas que lleva dios, tras la estela de mi coche. Por aquellas circunvalaciones que cada dos jueves me llevan al municipio colindante; Modo flipao On. En fin que no hay intriga que no genere pajas mentales cuando suena en la cafetera el último disco de Comet Gain; Amilanado, plácido y reconciliante.
Y es que lo siento, pero no hay cata y trayecto de ida y vuelta que no genere el deseo de escuchar una banda sonora y el poder asociativo para con la cata. Lo inicié el pasado Domingo (el disco), cuando fui a hacerme la segunda resonancia de mi rodilla. Y cuatro días más tarde lo acabo de consumar de vuelta a casa, con el vapor del alcohol flotando todavía en mis ojos y relamiéndome lo licoroso del GRAND FASSIAN; la segunda botella que pruebo en mi vida, y la confirmación del idilio.
Últimamente apenas si cojo el coche, salvo mis escapadas para liberar presión en un concierto, o de camino hacia las catas. Escasos minutos que sin embargo me encantan: Escoger una música al azar, y regresar de vuelta mientras las sensaciones aun presentes se mezclan concordantes con esos discos que vuelves a descubrir, gracias a la magia del momento. Y que el disco por cierto, acabe siendo también una auténtica delicia.


Suena hacia el final, conforme me acerco a casa “Confessions of a Daydream”. Una de esas canciones; la más larga y diferente del último y más Poppi de los discos de Comet Again. La más rematadamente Velvetiana, sinuosa y sin embargo como un pase largo de BÜRKLIN-WOLF: pase al hueco en el área, remate, y gol. Una especie de vigilia, sueño despierto, que al cabo del rato todavía mantiene la tensión entre la acidez y la golosería de los GRANDES Riesling Alemanes (Nahe, Mosel, Pfalz).
De vinos Alemanes creo que ya he escrito en otra ocasión. Más que por experiencia, que la mía es bastante escasa y limitada, por una simple transmisión testimonial. La que Carlos activó con un simple gesto - ¿gustas? Esas primeras botellas que encargué tiempo más tarde de probar un primer Geltz-Zilliken Saarburger. Ese primer pulso con los Dönnhoff Tonschieffer, los Emrich Scönleber en sus tres vertientes más económicas, y el ascenso a los cielos en brazos del divino Grand Fassian del 97.
Esos primeros y clarividentes encuentros, si de algo me sirvieron, fue para certificar y evidenciar que es muy posible que te enamores de los Riesling a primera vista; puro flechazo vamos. Que tras semejante primera cita y con el corazón todavía palpitante y resquebrajado, intentes tener otra cita. Que no obtengas respuesta, y tras mover cielo y tierra, admitas que por muchas botellas de Riesling Alemán que veas a precios tentadores y no tanto: Kerpen, Barzen, Dr. Lossen, básicos de 10/12Euros, y lindezas varias que puedas encontrar en alguna gran superficie. Incluso si te da por buscar aquellas sensaciones en Alsacianos o en nuestro territorio. Te desengañes y jamás vuelvas a tener oportunidad de revivir ese momento; entre sollozos y suspiros.


Es cierto que aunque de forma limitada y on line, se puedan adquirir algunos Rieslig de productores de confianza como Kühling-Gillot, Dönnhoff... etc. Sabes a ciencia cierta que como en todo o casi todo, hay dos mundos paralelos que se rozan y casi se tocan pero que no son iguales. Te puedes conformar y resignar, no digo que no, pero sabes que son inalcanzables y aun así, imposible de eludir la tentación y no caer en ella.
Pues bien, la especialidad a la que se refería Mr. Vadebacus Vdb Man era esa. Y me consta que con el cariño con el que guarda en sus dos vinotecas de 100 bot. cada una, lo infructuoso de conseguir además esas que por excelencia y contactos son imposibles de ver mas que veces contadas en la vida. Y la inversión medida y cuidadosa que tiene por buen gusto y exigencia.
El echo de que tenga el detallazo y generosidad de compartir con los cómplices que allí bajamos, obedece; y esto lo suscribo y confirmo por semejanza. Que no hay mejor forma de disfrutar de lo que a uno le gusta, que expandiendo, contagiando y compartiendo con los demás, eso que a uno le llena.



Los que por aquí me leen desde que decidiera hace cinco años escribir mi primera entrada sobre otra de mis pasiones, el vino. Sabrán que en mi torpeza, curiosidad y aprendizaje suponía una especie de prueba escribir sobre algo que aunque me gusta y llevo años disfrutando de el; como la música, o sea lo que sea. Considero que es imposible no reescribir esos primeros años cuando vuelves la vista atrás.
Todo cambia, pero más cambiamos nosotros a lo largo de los años en la percepción de las cosas y la opinión que nos merecen. Y no se trata simplemente de perder de vista la intención que aun conservo y tengo por indispensable: La de saber aprender a disfrutar tanto de lo básico como de lo excelente.


DÖNNHOFF HERMANNSHÖHLE GG del 2007


En este caso no hay baremo posible ni posibilidad de comparar. Sabíamos que esos tres vinos tardaríamos en volver a tener la oportunidad de medirlos, por más que pareciese un agravio comparativo; incomparables entre si.
Un primer DÖNNHOFF HERMANNSHÖHLE GG del 2007. O lo que vendría a ser un Grand Cru o un Pago excepcional, dentro de las complicadas y enrevesadas categorías en que se dividen y subdividen los Riesling de Nahe. Y con ese recuerdo pasado grabado a buril sobre el hipotálamo todavía presente de aquellos Tonschiefer del 2010: Blancos impúberes para un bebedor más impúber todavía, juventud desatada para vinos aun por domar... y al cabo del año, encontrarte con el padre y tener que rendir cuentas. Un semental con siete años de botella; los correctos para consumirlo sin morir en el intento. Y comprobar un cuerpo fibrado y estilizado sin perder de vista la increíble mala hostia que gastan los Dönnhoff en su más alta expresión:
Vinos como el Dönnhoff que demandan paciencia más que nadie, podrías estarte horas encantado mirando su color infusionado; pocos vinos con ese color tan sugerente como el de los buenos Riesling. Te acercas con timidez, agitas, olfateas... Flores blancas secas, madera húmeda, bajel, puerto y trasiego. Te lames el antebrazo y notas la sal del mar en la piel. El perfume sugiere, ¿dulzor quizás? Vuelves a agitar, desaparece el volátil y por fin ahí los hidrocarburos (gasolina, gases subterráneos, grisú). Pero esta vez al estallar en deflagración con esos años que da la botella, se dan más evidentes los albaricoques, la cáscara de mandarina de cítricos, verdor a hinojo, algo de mantequilla... la untuosidad.
En boca la acidez característica de los vinos de Hermann cobra todo el sentido, sin ella sería vinos pesados y empalagosos. Sin embargo estos Riesling son vigorosos y resueltos, te empujan a beber más. Su incipiente acidez se agarra a las foliáceas y te hace salivar, es allí donde se descubre el mineral, la pizarra gris de su cuna. Notas la terrosidad que te deja a lo largo de la lengua y de repente, entra en perfecta armonía con la untuosidad del paso por boca. Es como un vals, como ver al endiablado Wolfgang Amadeus componer hiperactivamente; recital, público en pie y ovación final.




DR BÜRKLIN-WOLF FORSTER PECHSTEIN 'R' AUSLESE DE 1990 (PFALZ)


Dicen aquellos pocos que fueron testigos y sobrevivieron a aquellas añoradas jornadas de Vinalia, con Michael Wöhr al frente y bien escoltado por los paladines P. Roca & Lluis Pablo. Que una vez se cae por el vórtice que te arrastra hasta las tripas de Pfalz (Pechstein y Kirchenstück más concretamente), difícilmente vuelves a ser el mismo. Es mentarles Bürklin, y de inmediato les invade la melancolía, les brillan los ojos; balbucean algo aunque no se les acaba de entender. Y al fin, una sola lágrima se precipita por su párpado inferior (el izquierdo en concreto).
La situación privilegiada de los pagos de esta bodega, confieren una personalidad única a sus elixires: El basalto de origen volcánico, la situación e inclinación de sus parcelas, la edad de la viñas que allí cohabitan... En fin, una serie de particularidades que hacen de Bürklin algo especial, y de este Riesling en concreto un inigualable hallazgo. Con 24 años a cuestas, que se dice pronto. La particularidad de ser una añada que resultó de una especie de milagroso descubrimiento, perdido en el fondo de una bodega, olvidado y aquí, en extinción total. No perdáis el tiempo en buscarlo porque Golum lo lleva haciendo décadas, vamos, como el anillo del poder; el que lo posea se puede dar por afortunado.

Con ese brillante color amielado de irisación verdosa que te ciega e hipnotiza. Explosivo en nariz, y aquí no hay cerrajón ni hermetismo que valga. El Bürklin es todo amabilidad, mucho más accesible y generoso de sensaciones en un primer contacto que los Dönnhoff. Los años que le han dado la botella y ese reposo en el tiempo parece que exploten al liberarlo de su encierro: Fragancia herbácea, que se mezclan con el basalto y en segundo plano los Orejones que te azotan.
Al cabo del rato según se va abriendo emerge la fruta, las notas minerales pasan a quedar detrás, ahora es más claramente Albaricoque, melocotones paraguayos.
Se pueden ordenar por capas o estratos la forma con la que se combinan las sensaciones: Ahora son hierbas aromáticas, eucalipto, Marialuisa, tisana, plátano. El ataque en boca refrescante con el eucalipto y melocotón ya maduro más perceptible. Untuoso y glicérico pero en realidad es un vino seco, por más que queramos buscar la dulzura que da ese paso tan sedoso.

Este tipo de Rieslings tienen esa particular personalidad que les da su baja graduación, pero en realidad no son vinos estrictamente dulces. Lo parecen pero no, son de echo como dice Carlos, apetecibles, deliciosos y reconstituyentes. Y lo verdaderamente milagroso es que pese a que son complejos por la multitud de sensaciones, a veces desconcertantes, por esa intriga que siempre dejan al final del paladar en su longitud. Todas ellas te llevan a la misma conclusión: Son terriblemente adictivos, y siempre dejan una duda final que despejar. La de que hay algo indescifrable en ellos, y que nunca te ha hecho sentir cualquier blanco que hallas probado.



GRANS-FASSIAN APOTHEKE AUSLESSE 1998


Para el final y en una conclusión de argumentos que se definen en este magnánimo vino, el GRANS-FASSIAN. La celebración no tuvo más narices que desembocar en aquel que debería ser de obligada toma, por prescripción médica, EL VINO. La que aporta esta rara avis de los vinos generosos; en realidad, una especie de híbrido de los vinos dulces.
Por lógica plausible y en una escala natural, la que da el orden de cata por diferencias entre ellos. Para poder apreciar el potencial de estos vinos con años de botella, en el momento óptimo de consumo, debidamente decantados y con sus 12 o más horas de apertura. Y claro, con las indicaciones precisas del homenajeado. Quien pese a poder darse por licenciado en los misterios de los Riesling Alemanes por horas de rodaje. Sigue dejándose sorprender, y trasmitiendo esa misma pasión de quien demuestra que no hay tope en el aprendizaje: Se hace al absorber, sintetizar, compartir... y vuelta a empezar; al menos yo lo veo así.


Fue como una especie de reencuentro. Había pasado un año más o menos desde aquella primera cita, y se me antojaba una eternidad; y supongo que huelga decir quien me lo recomendó, e intercedió para que nos conociésemos. Nunca estaré lo suficientemente agradecido por su contagiosa y pasional forma de visualizar las peculiaridades de los vinos. Y ese otro aspecto más arriesgado de uniformidad que se necesita para escarbar y entenderlos. Pero halagos y flores al margen, vayamos al vino en concreto; que si tanto me ha costado escribir sobre las catas, es porque conozco mi incontinencia verbal.
Que contar sobre Grans-Fassian que no pudiese contar en esa primera entrada, ¿que lo he encontrado distinto?
Lo cierto es que repasando el historial creo que al final no le dediqué unas líneas. Pero vaya que aquí estamos para resarcirnos de semejante extravío. Imposible entender su jerarquía dentro de la exquisitez de los vinos que actúan como colofón, redoble de tambores y triple salto mortal. De color luminiscente y prometedor como aquel El DORADO de el Muisca: prometido y deseado, hacedor de locuras incomprensibles y de comportamientos irracionales. Como el amor que te atraviesa con daga el corazón, y al que no te puedes resistir echando mano al raciocinio.

Descorchado y decantado durante todo un día para que se expanda, retoce y se desperece de tan largo sueño. Todavía es capaz de perfumar toda una estancia con la fragancia a ceras, miel y farmacopea que posee.
Impresionante en nariz con ese toque sutil a ahumado que queda atrás cuando los que cobran el protagonismo son los higos, la miel licuada, los hervidos... Grans Fassian es un vino imponente para nada empalagoso; que es una de las grandes virtudes de los Rielsing dulces (Auslesse). La entrada en boca difiere sensiblemente de lo que uno puede esperar por color y nariz ¿quizás un típico vino dulce para aperitivo y ya está? ¿imposible de maridar por su exceso de azúcar 93 gr/l? Y tantas y tantas ideas que nos pueden asaltar en ese momento. No, y digo no en voz alta, subrayado y en mayúsculas.
Grans Fassian del 98 es bestial en boca; quizás me atrevería a decir que más complejo y expresivo que el 97 que probé. Sedoso y licoroso, de entrada aterciopelada pero en consonancia con su acidez, que la hay cuando cae en cascada. Equilibrio perfecto de acidez y azúcar (totalmente natural en estos vinos y moldeable con el paso de los años). Es esa su verdadera magia, la sensación de que aciertas con las evocaciones (olores, sabores, recuerdos), pero siempre con una incógnita que te descoloca, noquea y aturde. Quizás esa amplitud enorme que llena el alma, boca y paladar, tiene una longitud de corredor de fondo alucinante; de echo llegas a casa tarareando la canción y relamiéndote.
Con toda esa licorosidad tan rica y ligeramente yogurosa sería impensable imaginar ahí el mineral, pero lo está. No pierde identidad pese a ser un vino dulce y excepcional. Al cabo del rato unos ligeros toques oxidativos muy tenues, aparecen en el retrogusto, las pasas, la pastelería, las flores blancas siempre secas, las cáscaras de limón que olvidaste en el cajón de tu escritorio... va mutando, se cantonea, y se pueden apreciar claramente esas capas de las que hablamos. En efecto, los grandes Riesling tienen eso, se multiplican en perfumes y paladares como los Gremlins. Igual de juguetones y malvados sí, pero donde va a parar, mucho mucho más seductores y peligrosos.

Grübe!! 
Enlaces inspiradores:
DR BÜRKLIN-WOLF
DÖNNHOFF
GRANS FASSIAN
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