miércoles, 20 de diciembre de 2017

BEAUTY HORROR_ THE HORRORS IN APOLO_Barcelona 12/12/17



Dicen que a partir de cierta edad uno debe hacer solamente ya, lo que le dicta el corazón. Que tanto si ejercimos de alumnos distraídos como de maestros presignados, hay momentos en los que ya no se necesita leer el prospecto para acertar a tientas con lo que toca.
No hay hábitos, costumbres, dietas o vallas de esas que te dicen: Por ahí no pases!! Sino mirar, más a que te enseñen. Siempre digo que no hay que creer en los gustos y los hábitos más que lo justo, pues de costumbres está ya llena la vida como para acostumbrarse y aposentarse. Que si de algo no estás del todo seguro, mejor te acercas, palpas, chupas y saboreas. Y que si tantas veces te dijeron que essto no sse toca quita, con esso no sse juega dame!! Igual es porque la única diferencia entre la inconsciencia y conciencia a la hora de hacer lo que no toca, es el propósito en si mismo: Ahora sí, ahora ya se lo que quiero es el erotismo del riesgo.


Por eso mismo y aunque mil doscientos angelitos y demonios estuvieran andorreando por mi cabeza, diciéndome lo que sí o no debía hacer. Al final, como siempre. Le hice caso a mi corazón que latía con fuerza.
Y si la causa de ir a ver a The Horrors, no era otra que bailar por el simple hecho del disfrute. Su último trabajo, no siendo exactamente lo que antaño se esperaba de ellos, es de largo el más efectivo, eficiente y resolutivo. El que ha hecho que el querer verlos en directo, solo y nada más, obedeciese a la llamada impura de “Something Remenber Me Be”.
Una de esas canciones/tonadillas que a mi, e igual solo a mi. Me teletransportan a aquellos amaneceres de despuntar el alba, reconstruyendo la noche, la fiesta y esa sensación de escalofrío que te recorre el cuerpo cuando sabes. Que si bien la velada no ha sido perfecta -pues no creo en ello- si ha sido inolvidable.
Normalmente esas noches acaban siempre con una canción mítica. Ni la mejor ni la peor, pero de las que tu bien sabes que son míticas, distintas, que capturan momentos, vidas y casi siempre compañeros/as de viaje. Pues de esas The Horrors tienen un montón. Igual no tantos discos redondos que los acaben confirmando como una banda fetiche para los que añoramos los finales de 80's y primeros 90's. Pero si por lo menos, como la de un grupo de muchachos creyentes de lo que hacen. Y honestos en su objetivo de no renunciar al privilegio y disfrute de explayarse en un aspecto musical que igual ahora es un poco tabú: El Postpunk acaramelado, el indie épico y todo lo que nos echaba a la pista a los de negro.
Sisters of Mercy, The Mission, Psychedelic Furs, David Bowie, Mansun... Y en general un sonido que sin seguir al pie de la letra, épocas pasadas. Le da un baño de pop bailable oscuro a todas sus canciones, que reconforta y renueva su fondo de armario que peligraba en estancarse, o bien perderse en los abismos de la concreción insípida.

Pero yendo al caso que nos interesa, su directo con sus canciones. Y a expensas de que no me considero en absoluto seguidor fiel de la banda. Incluso diría que como casi todo que está en boca de muchos y de inmediato se les etiqueta, yo, que soy desconfiado por naturaleza, los cojo con pinzas y peco de crítico.
Me dejaron tras el concierto, por compañía, ambiente, y escasez de muchachada fervorosa. Con la misma sensación de cuando te duchas después de un caluroso y duro día de trabajo: De una pieza y en estado esponigiforme; de placer digo.

Podríamos ponerles mil pegas, e incluso emperrarnos en que todo lo que nos recuerdan es infinitamente mejor. Podríamos también estar cerrados en banda y podríamos igual morirnos poco a poco entre moho y limo.
Pero después de tanto darle vueltas, solo atiendo a canciones. Sí además suenan como una bomba rítmica: esa en la que bajo y batería son los dueños de siempre. Y las canciones hablan por si solas sin el exceso de producción del disco; tan en voga estos días. Poco hay que objetar.
Su último álbum es un sin parar de idas y venidas a tiempos muy memorables; mis tiempos. Un tirar por el camino de en medio, y pese a pecar de un exceso quizás de electrónica, la esencia, las canciones en si. Son una tras otra dianas seguras, mal que nos pese y queramos tacharlas de... y otra más?
Hologram” quizás para mi gusto la más floja; aunque perfecta para abrir el telón. La percha de Faris Badwan, que recuerda y bebe hasta en gestos y fealdad a la de Joey Ramone y zas!! Suena “Machine”, y todos en el bote: Un temazo para un servidor, sin reparos (muy Stripped Vicar de Mansun). “Who Can Say” o un “Mirror's Image” junto a “Sea Withim a Sea” de su tremendo halo oscuro, que dejan con respeto, a “In and Out of Sight” como una mera anécdota.

De vuelta a su nuevo y flamante disco V, una sibilina y oculta joya como “Weighed Down”, y una “Press Enter the Exit” que para mi gusto y con esa remembranza a Inspiral Carpets/Stone Roses que emana, sonó demasiado floja y dormida; una pena.
Hubieron lágrimas con el cierre de “Still Life”. Y como cabía esperar dos bises tan distintos entre ellos y buenos a su vez, que solo por eso les honra: “Ghost” y la maldita “Something Remenber Me Be”, instigadora de mi último concierto de este combulso 2018.
Por esa capacidad de malearse y torcerse entre lo aparentemente mainstream, y latente oscuridad. Que dio cita a muchos viejos compañeros de fatigas de pasadas y gloriosas épocas pretéritas. Valió la pena el asunto que nos levantó un palmo del suelo.

Porque a fin de cuentas, los años hay que guardarlos en polvo de nácar con música. Para que estamos aquí sino.

domingo, 17 de diciembre de 2017

DEAD PARTIES Y BLACK ISLANDS: QUIEN GRITA DESDE AHÍ ABAJO?__Café Marula_Barcelona_ 7/12/17:



El Jueves 7 tendimos puentes. Como viene siendo habitual y casi como las liturgias que llevan a los feligreses puntuales a ese mismo sitio donde ocurren las cosas.
Unos montaña arriba en procesión para venerar a los Depeche Mode. Y mi hermana y yo de la mano, como quienes buscan por entre calles del Gótico aquello que perdimos una noche de madrugada. No sé, hacer las cosas porque sí, sin razón aparente, porque hay una llamada prácticamente inaudible que te grita desde el fondo: - Ven ven ven!! Baja a jugar con nosotros...


El por fin esperado debut en sólido y compacto disco de los Australianos afincados en Barcelona, DEAD PARTIES. Y como no, el caramelo a la puerta del colegio de los partisanos también de Barcelona, BLACK ISLANDS.
Un interés por duplicado a raíz del solvente directo que nos brindaron los primeros, el año pasado; abriendo la visita de THE DRONES. Y el de los segundos, como de uno de los mejores y más vigorosos discos nacionales del 2014, y el incentivo de escuchar sus más flamantes composiciones.
Nos llevó a autoinflingirnos pomadita de la que sin curar, alivia las penas (con suerte también la de mi lumbalgia), y te deja caer de vez en cuando por el desagüe de lo evidente. Allí donde se va para huir un poco de los formalismos que están acabando por decorar prácticamente todo. De la misma manera y en una especie de sala de los espejos donde: o te contemplas a ti mismo, o a algo que se le parezca.

Ya estamos en Navidad; es una evidencia. El pescado vendido y cada uno arrastrado por el vórtice a su manera, con o sin salvavidas. Y esperando que acabe el año, supongo que para resetearse o bien suicidarse; la cosa está muy malita y no hay ni tirita ya que nos cure la imbecilidad.
Así que uno si bien puede torturarse con sus achaques: dolores de huesos y articulaciones varias. Y una lumbalgia que ha mermado mi capacidad de respuesta en cuanto a publicaciones, y ya voy tarde.

Pero no voy a excusar mi ritmo de publicaciones e impuntualidad. Porque en muchos casos el echo de no cumplir con el YÁ de las obligaciones, es porque he preferido MI AHORA. Y si fuera de otra manera no os estaría contado esto al cabo ya de una semana (que para qué tanta prisa, si el que no vino ya no tiene remedio y el que lo hizo lo sabe ya), AntiVicentismo a tope.
Básicamente porque entre el concierto que se marcaron BLACK ISLANDS ahí, a las puertas del Invierno, y que uno se vaya quedando progresivamente con la sensación de que está en la montaña respirando menta, romero y tomillo. O metiéndose entre pecho y espalda un Mojito a pie de una playa tropical.
Es para pensar que todo, o el 95% del mismo, irradia la misma frescura de todo aquello que sonaba hace 25 años y lo hacia porque todo era aventura.
Y no es por parecidos estilísticos estrictos, sino por sensaciones ambientales. Esas que te dan una perspectiva mucho más amplia. Y que dejan que sin obviedades, uno se cree sus propios referentes.

En mi caso, si ya me emocionó ver que una banda de Barna apenas comenzando, ya me remitían a un tiempo del cual parece todo se quiera borrar. No solo por lo más recurrente que son los 90's con descaro, sino por esa mirada de reojo aun todavía más antepasado del que el rock español se debería sentir más en deuda si cabe: Burning, Surfn' Bichos, Lone Star, Radio Futura o 091, por citar algunos nombres. E insisto, no lo digo por parecidos, sino por sensaciones.

También porque a la llamada para acompañar a los Australianos; con una mirada más puesta en sus referencias anglosajonas: Desde Neil Young hasta el Shoegazing rasposo, pasando por un Powerpop Made in Antípodas fabuloso.
BLACK ISLANDS la equilibraron en contraste, con un repertorio tremendo e inédito; salvo su imprescindible himno”Benicassin 97”. Todo nuevo, todo renovado; que tres años sin publicar da para estudiar la jugada. Me atrevería a afirmar, que todo el material que sonó el jueves, todo esta vez en castellano, todo con un brillo inusual que todavía asume más riesgo, y con un directo sin fisuras que valgan.
Si por fin se publica en Febrero del año que entra, podría (o debería), ser por fin el álbum que los confirme como una de las bandas que mejor ilustran el indipop antigeneracional. Antiarrugas, y anti supongo, todo aquello que basa la novedad y el riesgo en la misma creatividad que un selfie con morritos.
Exilio de Amor”, “Playa Interior”, “Montaña Mágica”, “Juventud Perdida”, “Hospital”, “Ora Pro Nobis” en su primera parte más efervescente y pop. Y acabando con la intensidad honda de “Transfobia”, “King Kong, el último abrazo”, y dos temas que nos/me van a augurar un 2018 excitante: “Veneno” y “Reino Animal”.
Dos temazos que devuelven de nuevo, a unos BLACK ISLANDS empastados, de lírica audaz y sonido no renovado ni más maduro porque eso me parece una soberana gilipollez. Simplemente en su punto: fácil, con textura pero sin exceso, con pegada pero sin futilismos, prácticos y más funcionales que una navaja suiza. Lo necesitábamos!!



Nos dio tiempo a fumar un piti, echar un trago y dejar que la sala se acabará de llenar sin llegar a agobios, sorpresa. Mientras sonaba ese Soul Funk caustico que nos tiene acostumbrados el A Wamba Baluba en sus sets. Fue curioso observar la cantidad de adeptos que tiene ya esta banda; principalmente de la cada vez más numerosa comunidad anglosajona en Barcelona.

Voluptuosidades propias de quien o quienes aspiran que la ambición no sea un inconveniente. Arrojando a una banda, que pese al reducido espacio del Marula, casi echaron abajo las dos columnas; que como los Argonath dan y quitan el protagonismo. Y con su veterano frontman Etienne Mamo (The New Black) sabiendo bien como hay que ajustar las clavijas para que canciones que van del Rock al Pop entre lo Indie y lo clásico, suenen como hits desde el minuto cero.
No en vano, y ya con un montón de canciones a su espalda cuando empezaron a dejarse ver por nuestra ciudad. Su ansiado disco de debut, podría decirse a primera vista que sabe acertar a la primera con lo que son esas canciones fácilmente memorizables y de innegable calidad:
Recuperan el shoegazingcon con alma rock que tan bien han sabido gestionar las bandas venidas de Australia. E igual que Black Islands, actualizan sonidos atemporales (Catherine Wheel, The Church, la última etapa de Ride, la parte más americana de los Jesus...) sin abusar del revivalismo obvio. Sino homenajeando de evocares temazos, una época apenas definible.
Simple y llanamente porque su disco de debut está inundado de canciones brillantísimas : “Bleed”, “All Our Times”, mi favorita “Flowers”, y por su puesto dos de sus hits de lanzadera: “93” y “Disappear”. Público volcado con un ambiente cojonudo, que es lo anhelado en este tipo de conciertos de carácter cotidiano. Y afortunadamente con bandas de nuestro territorio que andan sobrados de calidad, talento y riesgo para no hacer lo típico.

Me motiva eso. Ver el brillar de los ojos cuando la gente te cuenta sus objetivos, charlar de música por puro amor, que la gente emprenda viajes sin claro destino pero con ilusión. Si hay algo por lo que merezca la pena vivir y disfrutar, es por los proyectos inciertos pero ilusionantes.

sábado, 9 de diciembre de 2017

DESTROYER Y SU UNIVERSO MUSICAL 27/11/2017 Sala Bikini_Barcelona



Hay una luna en creciente allí colgada en el horizonte, difusa por esos elíseos cirros que anuncian el inminente frío invernal. Y un manto sonoro igual que los cobertores peludos. Que invitan a meter la cabeza hasta el asfixia para inflamarse por combustión.
Para cuando estas líneas se publiquen, y en vistas de que mi hibernación no es más que un síntoma más que evidente de la compota de ideas necesaria para que aflore el pensamiento. La Luna ya estará en menguante y la cama todavía sin hacer (la mama, las piernas, el yo y el tú, la contemplación...) Y más etcéteras que se unen al goteo discontinuo de mis publicaciones y sus razones; eso sí, al final más fieles que puntuales.
También sin apenas renunciar a la obligación de soportar este frío, ya amigo y listos? Ya!! También el querer acurrucarnos en las canciones de Dan Bejar, pasados ya los casi camino de las dos semanas.

La excusa perfecta sería el calorcito de bellú de su temario. La llama que como la fogata atizada ha convertido esta gira del KEN; o por lo menos como la hizo sonar en la ciudad condal. En algo que dista relativamente a la sensación sonora que nos dan sus discos en estudio: Introspección, delicadeza, fragilidad, recogimiento o también ese viajar por un instante a alguna época pasada de nuestra juventud.
Todo ello agitado en cocktelera pero sin frivolidades vermuteras y más nadando en whiskeycerveza. Para que gloriosamente apareciera el Dan Bejar de los histrionismos corporativos de New Pornographers, o el que daba por lo menos, esa mueca menos coral y más sabrosa a las canciones que llevaban su firma en el combo Canadiense. Que vaya por dios!! es la que precisamente a mi más me gusta; sin despreciar los guiños de Pop satén que tienen sus discos propios, por supuesto.

Y cual debería ser el objetivo si no, cuando uno decide echar su suerte en un concierto?:
Que te guste el artista? Las canciones calentitas que viene a presentar? El fichar y hacer muesca para contarle a nuestros nietos frente a la catalítica, lo mucho que molábamos?
No lo cuestiono pero... si DESTROYER tiene un plus en alza que cotiza en directo, son los fabulosos músicos que le acompañan. Algo además, que no tendría sentido si fuera de otra manera (que la hay). Pero oigan, DESTROYER no mola solo por las historias que te cuenta Dan, ese fastuoso halo cosmopolita y sofisticado sin excedentes de su Pop de biblioteca y si me apuras el ramalazo de Funkysoul pulcro a los Blue Nile; no.
Lo hace y mucho, esa idea de que si todo suena en su disco con intención (tempo, metales, cuerdas y teclados), enriqueciendo cuanto más se escucha. Es inequívoco que la cuestión sería llevarlo al escenario; que no es fácil.
En fin, que ver sobre el escenario a siete músicos más el protagonista, sonar como un piano de cola afinado, es... Lo más parecido a levitar amigos.
Enumeraría unas cuantas bandas que lo han conseguido: Luna, Tindersticks, Delines, Bill Callahan o Riley Walker; alguno más seguro. Pero pocos que se tomen de manera tan seria, intensa e intencionada un directo con el mensaje que más o menos quiere transmitir. Podríamos creer que en el Primavera Sound de hace dos años fue igual, pero no chavales.
Si hay un antes, tiene que haber un después. Porque una gira ha de ser por narices la mesa de disección y prueba de equivalencias de un disco o repertorio. Allí fue todo más maduro, sensual y panorámico si se quiere. Y curiosamente, ahora que su nuevo y flamante disco nos parece llevar a una escena más oscura, satinada y sintética. Su directo eleva la intensidad electrificada y nos convierte la dulzura y melancolía de sus canciones, en una especie de burbujeante cocido:
El caldo que bien podría ser esa base donde trompetas, saxo y teclados hacen de medio e identidad. Donde la chacina salta y corretea: ahora algo que se parece al funk negro, pop de libro y una infinidad de referencias solubles a la grasienta parafina hidratante que Dan Garbancero convierte e ilustra en su propia seratina. Esa droga que a unos cuantos nos ha hecho revivir ese otro Pop de aires Bossanova jazzy, pero que en el fondo confluyen tantas y tantas cosas. Diríamos que esos metales usados como un efecto, y la voz de Dan. Hacen de diluyente y sea cual sea la evocación, todo acaba sonando a DESTROYER; parecido pero distinto. Igualito que esa cucharada de guisado caliente que nos sacia el hambre y culmina nuestro paladar.


Dicho esto, el asunto de narrar cada una de las canciones que sonaron, sería de una gilipollez total. De echo ya me parece de una gilipollez total la cosa de explicar un concierto canción por canción (yo el primero). Cuando deberíamos de hablar de caer en ese mismo ostracismo del autor, cuando entre estrofa y estrofa se agachaba a darle un trago al whisky, y otro a la cerveza.
Yo en eso y en mi estado perenne de flotación me identifico. Porque con 20 años, ya vi el placer de combinar el chupito de Bourbon con la cerveza. Después solo vendría la modulación instrumental, alternando los ramalazos de puro Rock, el ahora voy y me tiro al postpunk The Cure que ilumino con un flexo y acaba sonando a otra cosa.
Toboganes uno detrás de otro que caían en simas, o subían a promontorios, por ejemplo.... “Time Square”, “Chinatown” o “A Light Travels Down the Catwalk”. Y será tan estúpido como reconocer que me gustaron mis favoritas; ves? Ahora bien, si solo vas a un concierto esperando escuchar eso que solo te gusta del tipo. O esperas a que entre canción y canción te mire fijamente a los ojos y te guiñe un ojo. O que se yo, que cuando se agache a darle un trago a la cerveza te de la mano (A TI). Incluso que venga mamao del backstage, y en el concierto solo beba agua (normal). Ese ves, no es Dan Bejar.
DAN es ese tío que flota con su música igual que lo deberías hacer tú. El mismo que aunque empezara en la habitación de su casa componiendo folk casero, soñaba cada noche con hacer un musical Bradway.
Pues bien, su directo ahora mismo. Es ese Musical de Broadway hecho a un cuarentón con herencias ochenteras, oscurillas y poperas de los 90's pero de mente espatarrada: Un conjunto de músicos entrando y saliendo de la canción con la precisión y poesía del Ballet de Bolshoi. Y haciendo que la canción no se resienta acabando por ser un caos; sino todo lo contrario. Todo fluye, todo confluye, todo aporta, todo se convierte y crece sin límites porque las canciones están pensadas para sobrevivir al tiempo.
Dan Bejar por la valentía de creer y buscar algo. Y la de Josh Wells (el batería), como el del genio en la sombra capaz de llevarlo a cabo en la sombra (50% talentos). Por eso, solo por eso. “Rubies” es eso: diamantes que en directo suenan como han de sonar. “Stay Lost” esa canción que muchos componen pero ninguno hace sonar como él. O la dulcísima “Hell” de la mano de “Dream Lover” que la convierte en fuegos artificiales. O ese magistral estilo para mantener la euforia y al público, en un estado continuo de flotación y júbilo.

Si alguien creía que KEN era el hermano menor y más superficial de POISON SEASON, es porque no se imagina la idea de escuchar a ambos en directo. De combinar esos tres últimos discos que lo han medio puesto ahí, en un estado de reconocimiento, pese a poder casi llenar tan solo la sala Bikini. Cuando quizás debería llegar a mucha más gente. Y ver que se complementan e incluso igual que los muebles del IKEA, se pueden combinar entre si con extraordinarios resultados.

Y aceptar como tal y de una vez por todas que la sociedad (y consigo la música y cualquier otra cosa), esta cada vez más vectorizada. ¿custión de calidad? No señores. Cuestión de comodidad, confort, seguridad o como se le quiera llamar. o de riesgo, emoción y aventura. Que cual escoja el suyo.